Por: DIANA MARTÍNEZ BERROCAL

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Uno de cada tres cartageneros quiere ser alcalde de Cartagena, lo que por supuesto es absolutamente válido, pero la estructura electoral de la ciudad no da para esa proliferación de nombres; ya que al final, todos ellos terminan siendo derrotados por aquel que esté ungido por los voraces financistas políticos. Amén de que en una ciudad con altos niveles de hambre, vender el voto se convierte en la única opción.

Por lo tanto, mientras no entendamos que esto no es de un candidato sino de consensos, que no es de un partido sino de banderas, que no es de una propuesta de campaña sino de una visión de ciudad… seguiremos coartados por ese cardumen de bandidos que siempre han vivido de desangrar nuestro presupuesto.

Lo que está en juego es algo que nos afecta a todos y nos compromete. Pero aquí la pregunta que le hacemos al otro es: ¿Cómo te va a ti con ese candidato?, en vez de preguntarnos ¿cómo le va a la ciudad con ese candidato?

Más que candidatos probos, lo que hace falta son ciudadanos conscientes. Ciudadanos que entiendan que la política es el esfuerzo común de ocuparnos por las cosas que nos preocupan a todos.

¡Ya basta! Hasta cuándo seguiremos escuchando esos bajos índices de progreso social que año tras año nos repite “Cartagena cómo vamos”, como si se tratara de la misma diapositiva. No podemos seguir haciendo lo mismo, esperando resultados diferentes.

La indignación tiene que ser un primer paso, pero esto no se transforma a golpe de indignación, sino involucrándonos. De que entendamos que la democracia no es solamente acerca de elecciones, sino del rol que juega cada ciudadano como un líder, como un hombre público con capacidad de transformar de manera positiva su entorno social.

Es hora de pellizcarnos, de asumir que esta ciudad nos pertenece, de sentirnos ligados a un proyecto colectivo… por dignidad, por justicia, por amor, y sobre todo, por solidaridad con aquellos que hoy están excluidos de este juego social.

Desde siglos atrás Platón nos advertía que el precio de desentenderse de la política es ser gobernados por los peores hombres. Y el costo que hemos pagado los cartageneros por esa indiferencia ha sido bastante alto. La salida a esta crisis no tiene piloto automático, aquí pasará lo que hagamos o lo que dejemos que pase. La recuperación de Cartagena dependerá de la dignidad de sus habitantes y de su libertad para elegir. Ellos son menos pero están unidos por sus intereses. Nosotros somos más, pero estamos divididos por nuestros egos. Cartagena nos necesita, pero unidos.

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