Engañar a la gente pobre y desesperanzada es fácil, así lo ha repetido en varias ocasiones el expresidente Álvaro Uribe Vélez, uno de los ídolos del alcalde de Barranquilla Alejandro Char. Ambos personajes, desde el lado de la opulencia y el poder, lo hacen muy bien, sobre todo el alcalde de la capital del Atlántico, y lo demostraremos con el cacareado proyecto del Gran Malecón del Sur de Barranquilla.

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Comencemos por el engaño semántico al utilizar la palabra “malecón”. ¿Qué es un malecón?

Un malecón es una estructura construida a lo largo de una costa, río, lago o cualquier cuerpo de agua, con el propósito de proteger la zona costera de la erosión causada por las olas del mar o el flujo del agua. Además de servir como protección, los malecones suelen ser áreas recreativas populares, con paseos peatonales, parques, bancos y otros espacios para el disfrute de residentes y visitantes. También pueden albergar restaurantes, tiendas y otros establecimientos comerciales. En muchos lugares, los malecones son puntos de encuentro social y turístico importantes.

Como uno de los éxitos de Alejandro Char en la administración de los recursos públicos de la ciudad de Barranquilla fue la gestión y realización de las obras del Gran Malecón del río Magdalena, seguramente, en esta tercera versión como alcalde quiere seguir utilizando la palabra “malecón del sur” para preconcebir el éxito que tuvo en la ribera del río.

Pero, realmente no se trata de un “malecón”. Es un engaño aseverar que un parque lineal de cemento de 1.357 metros de longitud, sobre una tapa de concreto a lo largo del arroyo Rebolo, el alcantarillado a cielo abierto más grande de la ciudad de Barranquilla, es un malecón.

Además el arroyo de Rebolo no es un cuerpo de agua, es simplemente un canal de concreto que recibe en época de lluvia los grandes volúmenes de agua de varias corrientes pluviales fuertes que vienen del sur occidente de Barranquilla, como el llamado arroyo de la 21 y el arroyo de La Victoria.

En los meses secos, que son la mayoría del año, este canal es un botadero de basura, y en la parte final de su recorrido, en una de las zonas más deprimidas de la ciudad por su pobreza extrema, se convierte en una alcantarilla a cielo abierto, es decir, en un peligroso problema de salubridad para las miles de familias de ese sector.

El “arroyo” de Rebolo se ha convertido en una verdadera cloaca que afecta el ambiente y la salubridad de los barrios que recorre, como Rebolo, la Luz y la Zona Negra.

El manejo de residuos sólidos en estos barrios es, en gran parte, informal. La empresa de Aseo adherida a la Triple A, la empresa de servicios de agua, alcantarillado y aseo, no presta un servicio adecuado por esta zona como se puede apreciar en este corto video.

Amante del cemento

El alcalde Alejandro Char prefiere, sin duda, la inversión en cemento que implementar cualquier proyecto de transformación social profunda que redunde en un mejor comportamiento de la comunidad con su entorno.

Con la inversión en cemento, Char logró solucionar en gran medida el enorme problema de los arroyos que en los días de lluvias torrenciales se convertían en verdaderas trampas mortales. Con cemento también puso a la ciudad a mirar hacia el río Magdalena, construyendo el Gran Malecón.

Pero también ha fracasado estruendosamente con el cemento, con obras de gran importancia para la ciudad, pero que terminaron siendo unos penosos monumentos de la corrupción. En ese listado entra la Calle 30, La Cordialidad, la Circunvalar, el Mega Tanque 7 de abril, el Museo de Arte Moderno, etc.

En esta tercera oportunidad al frente de la administración de los recursos de los barranquilleros, Char le vuelve a apostar al cemento sin una previa concertación con la ciudad. En menos de tres meses adelantó un proceso de contratación para la construcción de lozas de concreto que cubrirán un área total de 27.000 metros cuadrados, para cubrir gran parte del canal del arroyo de Rebolo.

Estas lozas cubrirán lo que hoy se conoce como la mayor alcantarilla a cielo abierto y que el le lector puede apreciar en el siguiente video.

¿Por qué hay agua en este canal del arroyo de Rebolo?

El lector acucioso se preguntará: ¿por qué tiene agua ese canal si no está lloviendo? La respuesta será doblemente interesante porque es una clara demostración de la mediocridad e incapacidad de los administradores de esta ciudad.

La respuesta: resulta que en el barrio La Victoria se ha preservado por obra y gracia de sus habitantes, una zona verde, rica en variedad de fauna y flora exuberante, que se alimenta de siete “ojos de agua” naturales, de donde brota permanentemente este preciado líquido.

Toda esta agua limpia —obviamente no es potable, pero se puede potabilizar fácilmente—, se pierde por la ceguera e ignorancia de nuestros administradores públicos, y corre hacia la canalización del hoy arroyo La Victoria, el cual la conduce al canal del arroyo de Rebolo.

Si el canal del arroyo de Rebolo estuviese limpio esta pequeña corriente de agua correría sin problemas hasta desembocar en el caño de La Ahuyama, pero la gran cantidad de basura la estanca, por lo que en poco tiempo se descompone y se convierte en una peligrosa sopa de bacterias y criaderos de mosquitos.

Y aunque Char tape con sus contratistas gran parte de este canal, el problema de la insalubridad seguiría, pues gran parte de este problema se origina en e nacimiento del arroyo de Rebolo, en la carrera 21. El mal llamado malecón del sur comienza en la carrera 23.

Carretilleros y corromuleros que se dedican a recoger la basura, que el servicio de aseo del distrito no recolecta de manera regular, terminan deshaciéndose de su material recolectado en la carrera 21 donde la corriente de agua que viene de los siete “ojos de agua” es más fuerte.

Doloroso ver cómo gran cantidad de agua buena se pierde por la indolencia de nuestros administradores.

Un contratista moroso

La licitación de esta proyecto fue adjudicado al Consorcio San Felipe, integrado por la empresa ME SAS y Mota Engil Perú S.A. sucursal Colombia. Este último ya es un viejo conocido del alcalde Alejandro Char, y de acuerdo a nuestras indagaciones no está al día con el distrito de Barranquilla con algunos impuestos que debió pagar en contratos anteriores.

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Esta contratación hay que mirarla con lupa, se trata de la primera parte de la obras, es decir, la construcción de las lozas que cubrirán el canal. El contrato tiene una valor de $92.000.000.000, para cubrir 27.000 metros cuadrados, lo que indica que el 1 metro cuadrado de loza nos costará $3.407.407.

De los 27.000 metros cuadrados de cemento, solo 1.700 metros cuadrados estarán arborizados. Todo un despropósito, pues con apenas el 6.2% de zonas verdes en este parque lineal de cemento no se mitigará para nada el calor que generarán estas lozas de concreto.

Advertimos que no estamos en manos de ángeles en la administración pública, ya sabemos por denuncias y procesos en la Fiscalía, que todo contrato debe pagar una coima del 20%, y por adelantado, mal contados son $18.000.000.000, que alguien se embolsillará gracias al cemento.

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