Un poco del prasquismo como doctrina académica

De un momento a otro Carlos Prasca apareció convertido en los medios de comunicación de Barranquilla como gran catedrático universitario debido a los “logros” relacionados con el Instituto Técnico de Soledad (ITSA), entidad educativa que nace en 1997 en la administración de Raymundo Barceló en Soledad.

El plan de Barceló, antiguo picoteró convertido en político revelación, era ungir como secretario de educación del municipio a un rector de los colegios oficiales. Al final quedaron en la disputa Blas Torres y Carlos Prasca, quien, a la postre decidió renunciar a la postulación.

En 1999 arranca el instituto de estudios técnicos, una especie de extensión por imitación del Instituto Técnico Industrial y del Sena en sus planes formativos de carreras cortas técnicas.  Se presenta una terna a la Presidencia de la República y allí es elegido como primer rector del colegio Carlos Prasca con cuatro programas técnicos: Telecomunicaciones, Informática, Electromecánica y Electrónica.

Como puede apreciarse, nada del otro mundo que ya no hubiese intentado el Sena u otra institución similar. Pero Prasca, hombre hábil para las propagandas comienza a circular la idea que la institución bajo su dirección tiene altos estándares de calidad reconocidos por empresas evaluadoras y que tiene un alto nivel académico.

Tanto, que en la página web del ITSA señala que en el 2010 estaba “entre las 15 mejores instituciones de educación superior por trabajo desempeñado”, lo que obviamente era una mentira del tamaño de una catedral medieval pues ni en ese momento ni después ha estado entre las 30 primeras. Baste decir que la Universidad del Atlántico, reconocida por su tradición histórica en la actualidad se encuentra en la posición 24 y eso que tiene programas de arte, ciencia, tecnología y humanidades, que todavía el ITSA no los tiene.

Con esas mentiras logró engañar a dirigentes políticos que empezaron a tratarlo –por ignorantes que son- en una eminencia de la educación superior creyendo que sus logros; algo muy barranquillero, estaban a la altura de los grandes rectores de Latinoamérica. Basta repasar que empezó a promoverse la idea que el modelo ITSA era exportable hacia otras ciudades y que su inventor, el “benemérito” Prasca estaba para grandes cosas, por ejemplo, para Secretario de Educación Departamental durante la gobernación del comerciante José Antonio Segebre.

En el ejercicio de ese cargo empezó a elucubrar su plan para convertirse, sin ningún mérito académico real, científico, cultural en rector de la Universidad del Atlántico desarrollando un plan de choque con el rector encargado Castillo, en donde aparecía públicamente como un hombre probo, moral, defensor del presupuesto de la universidad, tal como aparece en una información del diario El Heraldo el 1 de mayo de 2015:

El funcionario (Prasca) solicita al Consejo Superior suspender la contratación administrativa, aplicar una ley de garantías para congelar la contratación administrativa que la institución pretende efectuar antes de las próximas elecciones a rector el próximo 9 de julio. Reiteró su aspiración a la rectoría y advirtió que un rector interino, como Rafael Castillo, no puede salir a contratar el personal que va a tener el futuro rector en propiedad. “Si ya tuviéramos garantizado que será Castillo estaría bien, pero no sabemos. Aún no está definido”, afirmó el funcionario. En estos últimos meses, el tema de la rectoría de la universidad ha sido el centro de disputa entre el rector encargado y el secretario de Educación Departamental, como si se tratase de un debate electoral. Las propuestas por el mejoramiento de la institución han brillado por su ausencia, mientras que el rector encargado y el secretario de educación se acusan constantemente de prácticas ‘politiqueras’, alianzas y conspiraciones para quedarse con la jefatura del alma mater.

Estaba tejiendo la red. Y hacia ella se movió apoyado en el proyecto de toma de la universidad del Atlántico del grupo político Cambio Radical al que sirvió de estandarte moviendo sus fichas en el Consejo Superior en proceso accidentado de empates que nada decidía. Uno de los Consejeros era Cesar Lorduy, actuando en representación de los gremios económicos de Barranquilla a quienes por cierto no les interesa en lo más mínimo esta universidad. Lorduy negoció su pase a la Cámara de Representantes con Cambio Radical y en un fallo “misterioso” de tutela llegó a la rectoría Carlos Prasca. Sin embargo, el nombre de Prasca fue presentado en el seno del Consejo por Leyton Barrios, un abogado que actuaba en representación de los egresados y que también tenía su propio proyecto político prohijado por Cambio Radical.

Leyton parece de todo menos…

Es bochornoso la forma en que se expresa el reciente concejal y consejero superior Leyton Barrios de los estamentos de la Universidad del Atlántico en la última sesión del ente directivo. Su léxico y expresión verbal es la de un verdadero barbachán. Cuesta trabajo imaginarse que estamos ante un abogado formado en la Atlántico y en la Libre. Parece, y no es una ofensa a los vendedores del mercado público, un similar suyo puntualizando que algunos de ellos, sin paso por universidad, ser consejeros superiores ni mucho menos honorables concejales distritales, que tienen en su habla mayor educación, lo cual es mucho decir a favor de ellos y por supuesto, en contra de Leyton.

Acusa a los estamentos de guerrilleros, paramilitares, infiltrados de la violencia, vendedores de drogas. Sigue la línea de su querido jefe y amigo Prasca en estas acusaciones generales sin puntualizar de que o de quienes se trata. Para él la universidad no es un ente generador de educación, ciencia y cultura sino un generador de votos y contratocracia que es disputado por “facciones” rivales que pretenden arrebatarle la hegemonía de su control. Eso es para este bárbaro todo el problema y origen de los secesos.

Prasca, que hablaba cuando andaba en plan de Secretario de Educación Departamental de contratocracia en la universidad, exactamente a eso se dedicó por la sencilla razón que para eso llegó. Para más nada. En este año electoral se había gastado el presupuesto de la universidad desde el mes de abril repartiendo las famosas ordenes de prestación de servicios OPS en la cantidad de 1085, más los profesores catedráticos y ocasionales que suman más de 800. Total, casi 2000 órdenes de prestación de servicios, sacando recursos de rubros destinados a otras áreas –por ejemplo mantenimiento, investigación, publicaciones- todo con el fin de consolidar con el presupuesto de la universidad varias curules políticas electorales, entre ellas la de Leyton Barrios.

Fuentes internas señalan que por cada OPS se daban en contraprestación 20 votos y que por lo menos 8000 votos del nuevo concejal salieron con esta metodología. En efecto, Barrios sacó 11.324 votos lo que hace necesario relevar, en un análisis político objetivo de dónde salieron esos votos ya que era un desconocido sin poder económico ni político para esa cantidad de electores. Es que 11.324 votos cuestan mucho dinero y logística y de alguna parte maravillosa fuente de recursos salió su financiación. Según las mismas fuentes de la universidad que pidieron confidencialidad, el que hizo todo este “trabajo” electoral fue un asesor de Prasca, Henry Molina, acusado de acabar con las cámaras en el mandato largo de la rectora Ana Sofía Meza.

Leyton tiene que agradecer a Prasca la deferencia de su nueva investidura de Concejal de Barranquilla. Los dos, a Cambio Radical, su partido, embrión de la elección de Prasca y de Barrios que, por cierto, pese a todas estas maniobras de alta politiquería, perdió varios municipios del área metropolitana de Barranquilla y del Atlántico. Ahora, con el viacrucis de Prasca y el cierre temporal de la universidad, los organizadores de las OPS decidieron “suspenderlas” aduciendo la situación interna inestable –además, creada enteramente por ellos mismos- teniendo en cuenta que los contratos ya estaban vencidos, para lo cual le colocaron al acta la fecha de 23 de octubre con el propósito de reanudarlos después con todas las prerrogativas jurídicas y cumplir los compromisos electorales contraídos.

Origen de la inestabilidad

Regresando a la torpe tesis –si es que se le puede llamar con ese nombre- de Leyton Barrios, la situación de inestabilidad institucional de la Universidad del Atlántico se debe en gran parte a esta tropilla de asalto politiquera comandada adentro por Carlos Prasca y afuera por los directivos seccionales del partido Cambio Radical quienes desarrollaron, acá se encuentra sucintamente explicado, todos los procesos que aquejan la convulsión interna universitaria: finanzas desgastadas, corrupción administrativa, tráfico sexual con calanchines y prostitutas, acudir a pandilleros para fomentar desordenes internos justificando la intrusión de la fuerza pública y los falsos positivos de incendios y bombas.

Casi nada. Así que nada extraño que desde las mismas entrañas de la universidad hayan decidido expulsar al inepto rector Prasca, el hombre de las hazañas educativas inventadas, el politiquero sin escrúpulos, el sediento de sexo anal, el inmoral.

Lo decidieron los estudiantes en la asamblea y la refrenda  la asamblea de profesores en carta al Consejo Superior: “El Rector Carlos Javier Prasca, durante toda su administración, ha sido el generador de conflictos y perturbador de la estabilidad y gobernabilidad de la universidad, pues nuestra Alma Mater se ha deteriorado aceleradamente desde el punto de vista moral, académico, financiero, incluso en su infraestructura física, tal como lo corrobora el informe presentado y sustentado al Consejo Superior el 28 de octubre…Por todo lo anterior los docentes de la Universidad del Atlántico nos declaramos en Asamblea Permanente a partir de la fecha (30 octubre) hasta que el Consejo Superior destituya del cargo de rector al señor Carlos Javier Prasca”.

Para Leyton es una indudable mala noticia y podrá, con su imaginación desaforada, achacar esta declaratoria como una maniobra más de sus enemigos políticos internos y externos.

Es que nadie en Barranquilla se tragó el amague del gobernador Eduardo Verano de “concederle” vacaciones a Prasca para que regrese triunfante y agresivo el 16 de diciembre a efectuar el reparto de su novena de aguinaldos. Para entonces, recuperada la confianza, pretenderá alumbrar su retorno diciendo que ya empieza la facultad de Medicina o que algún curioso organismo internacional lo ha ungido con un premio educativo por sus hallazgos en tal sentido. Creerá todavía que bastan algunos engaños más con sus cuentos de gran académico al que un grupo de bandoleros no lo ha dejado ejercer su sapiencia en el manejo de instituciones universitarias. No es cierto. Su incompetencia la llevó hasta un límite obsceno y saldrá, en verdadera justicia poética, por la puerta de atrás.

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