Por: Jan Slodvak

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 Al fin aparece la explicación de la extraña mudez del periodismo barranquillero en lo concerniente a los múltiples negociados de políticos, accionistas, controladores, gerentes y junta directiva de la empresa de servicios públicos Triple A. Nadie veía nada. Pasaba de todo allí; desde sobornos, lavado de activos, tráfico de influencias, abuso de confianza, prevaricato por acción y omisión, peculado, evasión de impuestos, fraude a resoluciones administrativas mientras la ciudadanía se mantenía convenientemente alejada de estos avezados avivatos, presentándoles la idea que la Triple A era una empresa modelo, transparente, de gestión administrativa eficiente.

Es que en medio de tanta sordidez delicuencial como se ha manejado esta empresa, utilizando métodos mafiosos del talante de cargar tulas de dinero para repartirlas entre amigos y favorecedores, o sacarlas para resguardar la vejez depositándolos en cuentas en paraísos fiscales en una especie de manejo de tienda de pueblo, tal y como ha quedado evidenciado en las confesiones de Diego Fernando García, uno de los cerebros del robo perpetrado por Inassa, con un desmesura tal en sus declaraciones a la justicia que obligó en la práctica a Ramón Navarro, ex gerente de la empresa, a aceptar mansamente los cargos imputados por la Fiscalía General de la Nación. No le quedaba otra.

Un organigrama raro

La Triple A, cuyo objetivo misional es la prestación de servicios de agua y alcantarillado –los de aseo lo presta otro operador- debería tener un organigrama desarrollado en torno a estos flujos soportados, por supuesto, con un sistema administrativo, técnico y contable. No es así y ello tiene su explicación en los vericuetos ilegales a los que se encuentra sometida esta estructura empresarial que necesita, a como dé lugar, “tapar” todos estos procesos en forma conveniente para que la llamada opinión pública, basada en el paradigma de un buen supuesto servicio, no se percatara que le habían robado su participación en esta institución y que le cobraban en las tarifas una serie de cobros sin ningún fundamento.

En otras palabras, le robaron en el bolsillo derecho y el izquierdo a perfecta mansalva y sin que la prensa y los organismos de control o jurisdiccionales hubiesen presentado el más leve recato al accionar de la empresa Triple A. Pues bien, el organigrama de la empresa presenta el secreto de tanto silencio bien guardado pues desde la gerencia general, las otras dos funciones de jerarquía son la secretaría general y el director de comunicaciones y grupos de interés. Grupos de interés? Y eso que quiere decir? Focalizar las informaciones para presentar estados de la empresa que no corresponden a la realidad y por otro direccionar pautas y recursos al sector periodístico de la ciudad para lograr dos fines: uno de presentar proyectos y programas idílicos en torno a los procesos del agua y de la buena salud de la empresa y dos, para que estos periodistas se mantuvieran convenientemente callados ante cualquier intento de denuncia o de develación de la rapiña generalizada de los recursos económicos de la empresa.

Debajo del departamento de Comunicaciones, en el organigrama de la Triple A se encuentran el gerente comercial, de planeación, operaciones, financiera, de regulación y aseo y administrativo. Más importante que todos ellos los procesos comunicacionales dirigidos a los “focos de interés”. Por ello la difusión a procesos, denuncias, acciones contra la Triple A, pasaban desapercibidas en la prensa que; usando la palabreja de moda propiciada por el gobierno Santos, estaban “enmermelados” disfrutando de las pautas que tan generosamente les repartía a nivel mensual la directiva de la Triple A por intermedio del departamento de comunicaciones.

La lista de periodistas

Después de la aparatosa confesión de Ramón Navarro la semana del 20 al 23 de marzo, aparece en las redes sociales, de forma “misteriosa” una lista en que aparece la nomina de periodistas pagados por la Triple A. Parece que fueron realizados durante la gestión de Navarro, tal como se ve doblada en uno de sus extremos, tapando una parte de la información que sigue y que permite inferir que son muchos, muchos más, los periodistas involucrados en estos pagos nominales mensuales.

La información muestra a los periodistas por el medio –o no los menciona abiertamente- con su correspondiente cuota:

Jorge Cura: CV noticias, $50.000.000

Jorge Cura: Atlántico en noticias,(Emisora Atlántico), $10.000.000

Jorge Mariano: opinión, $4.000.000

Víctor Herrera: opinión (estuvo en Caracol Radio). $6.000.000

Lao Herrera: radial, $10.000.000

Mabel Morales: radial (estuvo en RCN Radio noticias), $20.000.000

Jean Pierre: radial, $10.000.000

Diario La Libertad: prensa, $50.000.000

Ricardo Díaz: radial, $10.000.000

Humberto Mendieta: noticiero Televista, $3.000.000

Rodney Molina: actual director de noticias Blu Radio, $3.000.000

Norelis Fragoso: opinión, $10.000.000

Sibelys Fontalvo: opinión, $10.000.000

José Granados: periodista de El Heraldo en ese momento, $10.000.000

La lista sigue, pues se encuentra recortada por la persona que la subió a redes sociales. Uno de los periodistas involucrados en el recibo de estos pagos por “nomina”, no por erogaciones publicitarias, sostuvo en su defensa que se trataba de una información falsa pues presentaban cuentas de su “cliente” Triple A, que pautaba en su medio de comunicación.

Cierto o no lo anterior, lo que si se evidencia es que ha quedado, en todo su dramatismo, el silenciamiento de la prensa barranquillera que apenas si se “ha percatado” de todas las anormalidades administrativas y financieras que sucedieron –y continúan pasando- en la empresa de servicios públicos. Basta solamente recordar que todas las informaciones del caso provienen de la prensa española por motivo de la Operación Lezo y la prensa de Bogotá por la Operación Acordeón.

Aquí, lo se dice aquí, nadie vio si pasó algo. Todo normal y perfecto en cuanto a la prestación del servicio. Extraña cosa. En la lista desplegada sobre la nomina de periodistas pagos por la Triple A se encuentra una posible respuesta a tan inmensa mudez. Podría ser la cuota del silencio.

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