Por: Norman Alarcón Rodas
Es lamentable el estado en que se encuentra la mayoría de las once plazas de mercado que comprenden las actividades comerciales de los alrededores de Barranquillita. Visto en un contexto histórico de más de un siglo, allí está plasmado el devenir de varias generaciones de barranquilleros partícipes de su origen, desarrollo y esplendor, pero también de las desidias y el abandono de la triangulación comercial con que se iniciaron los mercados públicos de la Puerta de Oro de Colombia.




Fuente: Milton Zambrano, El puerto fluvial de Barranquilla, 1880-1936. En la actualidad ya no existe.
En la década de 1880 se inauguró el primer mercado público oficial de Barranquilla cuando la población no llegaba a veinte mil habitantes, bajo el empuje del general venezolano José Félix Fuenmayor “nacido en Maracaibo, hombre cívico, que se interesó por el mejoramiento y ornato de la ciudad”. Finalmente, el mercado público fue inaugurado el 10 de septiembre de 1885, “siendo gestionado por el negociante Esteban Márquez”. El mercado de granos fue construido en 1913 “por el poder municipal, su ubicación sobre la carrera Progreso (carrera 24) frente a la Plaza Ujueta y próximo a los canales”. La Plaza Ujueta, “al aire libre, se acopló a la actividad comercial y al entorno del malecón de las canoas”. (1)


Los autores del estudio identifican la “triangulación comercial de Barranquilla” en la unión del Mercado Público oficial, el Mercado de Granos (1913) y la Plaza Ujueta. Era el centro cardinal donde se concentraba el mayor número de lugares de venta y distribución de comestibles, enseres y todo tipo de efectos.
La triangulación también funcionó como representación de “intercambios culturales, realidades sociales, económicas y políticas de esta esquina del Caribe colombiano”. Se destacan asimismo las relaciones económicas internacionales por la ubicación estratégica de Barranquilla y con las poblaciones cercanas. El comercio convirtió a Barranquilla en una activa ciudad de importancia para el país, relacionada con el movimiento ferroviario con Puerto Colombia y el muelle, los vapores por el río Magdalena, el crecimiento demográfico. Barranquilla era una ciudad más abierta que las del interior, acogiendo a los inmigrantes desde el siglo XIX. Y esto sin hablar de ser pionera en la aviación y en la radiodifusión.

A pesar del gran volumen de ventas, en las últimas décadas del siglo pasado se dio el traspaso de negocios de Barranquillita a Gran Abastos en Soledad, justo en el apogeo comercial, según líderes de los comerciantes actuales agrupados en Acubar. Luego del retroceso que significó esta ruptura, muchos comerciantes regresaron, resistiendo sin ningún respaldo oficial y volvió a resurgir cual ave fénix, hace unos veinticinco años, recuperando su importancia.
PLANES DISTRITALES FRACASADOS
Los terrenos de Barranquillita y sus alrededores son de los más valiosos de la ciudad, constituyendo un verdadero patrimonio social para miles de pequeños y medianos comerciantes que han subsistido, mal que bien, durante décadas, muchos de los cuales llevan hasta más de cincuenta años en condiciones precarias. Si se engloba el terreno desde el barrio Barlovento, Bendición de Dios, Villanueva, La Playita y las plazas de mercado y la plaza del pescado, la superficie supera las cien hectáreas. Y si se tienen en cuenta solo las áreas comerciales, tan valiosas por estar en todo el centro de la ciudad, el área cubre alrededor de cuarenta hectáreas.
Cuentan numerosos dolientes que las últimas administraciones distritales presentaron proyectos multimillonarios como el llamado “Plaza Fundacional” por $17.000 millones; la remodelación de los mercados La Magola y El Playón por $1.500 millones, de los cuales se invirtieron unos $300 millones; una nueva “Plaza Fundacional”, $19.000 millones, proyectos para mejorar el caño La Auyama, y el “plan de remodelación de siete mercados” por $19.523 millones, que no se vieron.
Solo hasta el 2018 empezaron a remodelar el mercado de EPM, aún no terminado. En julio de 2019 fueron retirados los arrendatarios del Mercado de Granos, construcción de estilo republicano, con el señuelo de que serían restituidos en cinco meses. Hasta el día de hoy, solo les han dado unos pequeños estipendios y siguen en el abandono y la pobreza.

NUEVO PLAN DE REMODELACIÓN DEL CENTRO HISTÓRICO
El burgomaestre Jaime Pumarejo anunció en julio pasado que “Barranquilla tendrá un nuevo mercado mayorista” que hace parte del Plan Maestro de Mercados en un terreno de 22.400 metros cuadrados (poco más de dos hectáreas), “a un costado del río Magdalena y cerca del Corredor Portuario, la obra costará entre $34.000 y $38.000 millones de pesos” (2).
En agosto el mismo funcionario manifestó su propósito de recuperar el Centro Histórico de Barranquilla, intervención contemplada en el Plan de Desarrollo Distrital 2020-2023 y que cobijará “al Centro y al sector de Barranquillita”.
En septiembre, Pumarejo anunció con bombos y platillos el proyecto del “Gran Bazar”, que tendrá 20.000 metros cuadrados de construcción (dos hectáreas), por un valor de $27.000 millones, que incluirá una plaza de comidas y, a un costado, módulos de vendedores agrupados por categorías de consumo y donde se ubicará a más de mil comerciantes. En cuanto al Plan Maestro de Mercados, incluye la remodelación de los mercados existentes localizados en el centro de la ciudad y la construcción de otros, con una inversión total estimada de $100.00 millones.
Frente a estos planes de la administración distrital surgen algunas inquietudes. Por ejemplo, los proyectos de las últimas tres administraciones anteriores al alcalde actual superaban los $50.000 millones, pero prácticamente quedaron en los rénder o maquetas. Y la situación actual por la pandemia, que tiene al país en recesión y con muy alto desempleo, dificultará los recaudos de impuestos necesarios para acometer semejantes obras y pagar las crecientes deudas en que se está embarcando el Distrito. Y un justo interrogante formulado por algunos dirigentes gremiales de Barranquillita: ¿Por qué el alcalde Pumarejo no plantea una concertación con todas las fuerzas vivas que sienten que no son tenidas en cuenta para definir los destinos de un patrimonio social que les pertenece por generaciones pasadas y presentes?
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