El próximo 28 de agosto concluyen los seis meses para que la Procuraduría Regional del Atlántico se pronuncie de fondo sobre el caso de la red de tráfico sexual y proxenetismo instaurada por el rector Carlos Prasca en la Universidad del Atlántico. Sucedió ante los ojos asombrados de un país que espera de un funcionario educativo de alto nivel claras directrices éticas que ofrezcan ejemplo a la comunidad que dirigen. Prasca fue todo lo contrario. Fue; es, un inmoral corrupto que sin recato a su cargo, a su esposa e hijos, a la comunidad universitaria se dedicó a explotar sus aberraciones sexuales con estudiantes y en las mismas instalaciones de la universidad.

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Eso nada más basta para destituirlo por sabotear el reglamento ético de la universidad y la constitución política. Pero hay más. Fuentes de entero crédito sostienen que en cada una de las sedes de la universidad (Suan, Bellas Artes y Ciudadela) ha empleado a sus queridas. Y si eso es poco, bastaría con repasar la pésima gestión entregando en feria los recursos de la institución a través de órdenes de servicio, de tal forma que en medio semestre se acabó el presupuesto de todo un año. Un mal administrador que le entregó el presupuesto del ente que maneja a la más aberrante politiquería en perjuicio de los niveles internos de eficiencia de la universidad.

Es que el año es movido, señor Procurador Carrillo. No solo por las elecciones en donde las cuotas politiqueras en la universidad colocan más de un concejal y diputado, sino porque los escándalos de Prasca lo han obligado a desplegarse a fondo con el resto del presupuesto, pues le ha tocado de todo. Por ejemplo; darle 20 millones a una declaración notariada, 50 millones por un silencio ante la procuraduría, ofrecer media universidad al senador Amín del partido de la U que es quien maneja la cuota burocrática de la procuradora regional que reintegro ileso a Prasca a sus funciones destituidas.

Pero falta más. Los estudiantes que recogieron más de 10.000 firmas para sacarlo de una vez de la ignominia de su presencia y que radicaron una petición en su oficina en Bogotá, señor Procurador Carrillo y que se negaron a negociar su denuncia. Los actos públicos de desagravio con conciertos, gente vestida de blanco de la plana burocrática, orquestas, tarimas a 100 millones de pesos “repudiando” los atentados falsos positivos dentro de las instalaciones de la Universidad, los mismos encapuchados contratados en las cercanías para hacer creer convenientemente que existen procesos de violencia desestabilizadora. A la larga, doctor Carrillo, el máximo elemento desestabilizador académico de la institución es precisamente el rector Carlos Prasca.

Prasca, personaje sexualmente ambiguo y culturalmente pueblerino hasta la médula de sus huesos, cree que con maniobras publicitarias limpia el escarnio de su conducta. Eso cree a pie juntillas cuando sale orondo en compañía de su socio –y también señalado de corrupto– gobernador Eduardo Verano a anunciar alegremente que la Universidad del Atlántico ya cuenta con un programa de medicina que apenas se encuentra en estudios y sin aprobación, buscando contratos con otras instituciones de educación superior para que les alquilen a altos precios sus laboratorios e instalaciones pues carecen de infraestructura para esta carrera. Y para las otras, las de siempre, que tienen muchos años de buen funcionamiento, pero que se encuentran en pésimas condiciones de bibliotecas, mesas, sillas, laboratorios, ayudas didácticas, redes, con profesores sin sillas ni escritorios en un ambiente caldeado por el calor de las aulas y lo escueto de su entorno.

Pero Prasca, señor Procurador Carrillo, está convencido que todo esto es normal y que él da un paso histórico adelante como el genial creador de la idea con la cual espera resolver sus dudas existenciales: ¿Soy o solo soy un remedo de algo? ¿Me recordaran después de tanto pedir el coito anal con dilatadores? ¿Pasaré a los anales de la universidad como supremo iniciador de estos ritos?

Le faltó poco, señor Procurador, para que Prasca se convirtiese en un pontífice de la cultura rastrera que también tiene su legión de seguidores dentro del gremio de los políticos de Barranquilla y al interior de la Universidad del Atlántico

Preguntas que debe hacerse el hipotético aspirante a Gobernador del Atlántico como le dijo galante y presumidamente a una de sus iniciadas de la facultad de Derecho, soñando más de la cuenta creyendo que así como engañó a unos políticos iletrados haciéndoles creer que era una verdadera maravilla de la gestión académica, podía mentirle con descaro al resto de la ciudad. Se presentaba, y le creyeron, como una carta de primer nivel para resolver asuntos relacionados con la inteligencia y la educación. ¡Imagínense, con la inteligencia y la educación!

Le faltó poco, señor Procurador, para que Prasca se convirtiese en un pontífice de la cultura rastrera que también tiene su legión de seguidores dentro del gremio de los políticos de Barranquilla y al interior de la Universidad del Atlántico tomada desde hace años por una cohorte de mediocridad en sus diversas esferas y resulta tan buena y resistente como invento, que a pesar de todo esos escarnios administrativos mantiene altos niveles ante el asedio del establecimiento corrupto que mora canceroso en su interior.

La perla del pudín de Prasca es la remodelación del patrimonial edificio de Bellas Artes. La rectora encargada Stevenson había logrado concertar con la facultad de Arquitectura y algunos de sus especialistas el levante de los planos y orientaciones de reconstrucción por $30 millones de pesos. Atérrese doctor Carrillo que Prasca, usando un ente gremial llevó el mismo encargo a $900 millones de pesos!

El 28 de agosto esperamos que su despacho actué en ley, señor Procurador General de la Nación Fernando Carrillo, destituyendo y suspendiendo al corrupto rector Carlos Prasca y nos saque a todos el mal sabor de las andanzas de su oficina regional en Barranquilla. La Universidad del Atlántico y todos sus estamentos se lo agradecerán por siempre. Tiene la palabra y la decisión.

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