Semejante titular merece una reflexión reposada y sin prevenciones viscerales que puedan afectar la honra de servidores públicos convencidos de su buen proceder en la tarea diaria de construir una mejor ciudad. Pero nos vemos abocados a debatir este tema porque no encontramos otra salida al constante acoso de amenazas de muerte por parte de desconocidos que intentan callar nuestra voz y nuestras advertencias de cómo se están robando las arcas públicas y de cómo se violan las leyes de contratación pública para favorecer a determinadas personas.
No creemos que el alcalde distrital Alejandro Char sea el cerebro de esta bochornosa situación, pero es el gerente, la cabeza principal de toda esta empresa que maneja nuestros recursos públicos. Debería estar enterado de quiénes los rodean para esta tarea y, además, qué hacen y con quiénes se asocian para llevar adelante sus directrices.
No se necesita quemar neuronas, ni resucitar a Sherlock Holmes, para saber que esas amenazas llegan de parte de todos aquellos funcionarios y contratistas que se han visto descubiertos en cada una de nuestras investigaciones periodísticas. Si quienes manejan el gobierno distrital reaccionan de esta manera, no cabe duda de que este titular se respondería de manera positiva. De igual manera, si los que se relacionan comercialmente con el gobierno distrital responden con amenazas de muerte contra quienes osan escarbar los frágiles cimientos de sus contratos, la respuesta es que lamentablemente la alcaldía distrital se ha convertido en una empresa criminal.
Entonces, no solo las calles de Barranquilla han sido tomadas por la delincuencia, que golpea día a día a los ciudadanos de bien que deciden disfrutar de una noche estrellada o pasear por un parque, también las oficinas púbicas están manejadas por temibles empresas criminales que pretenden apoderarse de nuestro patrimonio.
Lo más triste de todo es el silencio cómplice de todas las organizaciones de comunicadores, de los entes estatales y del mismo burgomaestre.
Hasta el momento nadie ha rebatido con argumentos nuestras investigaciones, simplemente se han limitado a lanzar amenazas, y por doquier encontramos frases atemorizantes que nos advierten: “No se metan con los Char que pueden terminar muertos”.
No obstante, estamos convencidos del bagaje moral del alcalde de Barranquilla, y creemos que esto nunca va a suceder. De todos modos queremos dejar constancia que no tenemos nada en contra de Alejandro Char como persona, pero es nuestro deber vigilar e informar a la ciudadanía qué se hace con cada peso de nuestras arcas públicas.
Es nuestro deber investigar por qué según Fundesarrollo, Barranquilla es la ciudad con mayor carga tributaria en el país. Por qué su presión fiscal –la participación tributaria en el PIB municipal– es del 3.5 por ciento, el más alto nacional. Por qué a corte del 31 de diciembre de 2016, el aporte en impuestos anuales de cada barranquillero en promedio fue de $707.817.
Esperamos que estos titulares no vuelvan a revolotear en las pantallas de dispositivos y computadores de los colombianos.