Por YERLY MOZO. Tomado de La Nueva Prensa

A nadie –o casi nadie– le gusta asistir a las asambleas anuales o extraordinarias de copropietarios, ya sea en edificios o conjuntos residenciales. El problema es que, más allá de las interminables y aburridas discusiones con los vecinos, propiciadas en este espacio, se esconde una sutil y bien estructurada cadena de corrupción y negligencia, que mes a mes vive del pago de la cuota de administración que a usted tanto le cuesta.

¿Cómo funciona este tipo de corrupción? ¿Cómo detectarla? ¿Ya está siendo víctima? Respondiendo estas preguntas puede formarse una idea más clara:

  1. ¿Paga mes a mes la administración y el dinero no se ve reflejado en mejoras o mantenimiento de la propiedad, ni tampoco repercute positivamente en la calidad de vida de sus copropietarios o residentes?
  2. ¿Asiste a las asambleas solo para evitar la multa?
  3. ¿La asamblea se convierte en discusiones extenuantes donde prefiere votar por cualquier decisión, con tal que se acabe el martirio?
  4. ¿Las “Cuotas extraordinarias” se han vuelto – en realidad – rutinarias en su copropiedad? Hay lugares donde la asamblea aprueba 4 o 5 al año.
  5. ¿Lee y hace seguimiento a los compromisos del acta de la asamblea en el transcurso del año?
  6. ¿Le parecen sospechosas o cuestionables las adjudicaciones de contratos dentro de la copropiedad, muchas veces de cientos de millones de pesos, que terminan en manos de contratistas que no conoce?
  7. ¿Hacer ahora una asamblea es un gasto en el presupuesto?

Con una sola respuesta afirmativa en esta encuesta, le invito a que tenga mucho cuidado, prenda las alertas, reflexione y valore el poder que tiene su voto en la asamblea de su copropiedad. La única forma de blindar los recursos que son de todos es la participación permanente, una veeduría constructiva y respetuosa, pues hay que ayudar a proteger y transformar el lugar donde reposa su patrimonio, muchas veces sus propios sueños y el futuro de sus hijos.

La Asamblea General es la máxima autoridad que ejerce vigilancia y control sobre el Consejo de Administración y este a su vez sobre la administración de la copropiedad, por  cuanto la Ley no establece una específica que la realice.

En la teoría estas figuras son funcionales, pero en la realidad ya han sido permeadas por “avivatos” que conocen bien como seducir a los propietarios y residentes, logrando grandes beneficios económicos, especialmente con las “cuotas extraordinarias”.

Como el afán es mal consejero y prevalece en estas épocas de fin de año y en los primeros meses del año, se ha convertido en una herramienta eficaz para estos timadores, quienes también se aprovechan del desinterés de los residentes, su desconocimiento de las reglas de la copropiedad y sus estatutos. En resumen, la falta de información veraz por parte de los asambleístas repercuto en que los asistentes quedan sometidos a tomar decisiones técnicas y económicas contrarias a su beneficio.

La magnitud de las decisiones de una asamblea de copropiedad es tan grande que, mal orientada, puede legalizar su propia condena económica. La falla estructural radica en que la Superintendencia de Economía Solidaria u otra entidad no tiene dientes para investigar, perseguir o sancionar a estos avivatos.

El único remedio, al menos por ahora, es la participación de gente honesta en todas las instancias de decisión en la copropiedad; personas responsables y con capacidad de enfrentar las irregularidades.

¿Cómo esperamos construir un mejor país, si no empezamos por lo que tenemos más a la mano, que es nuestra propiedad horizontal? Y es que no es un tema menor, pues desde allí podemos empezar a combatir La corrupción, sumar en solidaridad, conocer y saludar al vecino, crear escenarios para estrechar lazos, compartir o simplemente brindar la oportunidad de hacernos la vida más agradable en un mundo cargado de tanta crueldad y maldad.

Ver artículo original aquí ¿Sabe usted reconocer la “corrupción invisible” en las asambleas de propiedad horizontal? (lanuevaprensa.com.co)

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