Así tuiteó uno de los periodistas más críticos y polémicos de Colombia, Felix de Bedout, a raíz de la captura de un grupo de colombianos, excombatientes del ejército nacional, acusados de haber asesinado al presidente de Haití Jovenel Moise.

Un enunciado para reflexionar por la fuerza significativa de los signos que la componen y el panorama connotativo que se logra visionar. Las “manzanas podridas” es un signo que las mismas fuerzas militares de Colombia decidieron adoptar para ilustrar a quienes son los miembros de su comunidad pero que se apartan de la ética y el honor con que fueron formados y cometen toda clase de crímenes. Desde actos de corrupción hasta asesinatos selectivos y matanzas,

Los hechos ocurridos en Haití son de suma gravedad, y sea cual fuere la verdad del asunto, esa fotografía de los exmilitares colombianos capturados, nos obliga a una serie de interrogantes y al planteamiento de hipótesis que podrían aclarar gran parte de la historia criminal de nuestro país de las últimas décadas.

El escritor Héctor Abad Faciolince escribió unas reflexiones al respecto que nos parecen de suma importancia para que nuestros lectores tengan más elementos de juicio con respecto a lo que sucedió en Haití. He aquí sus notas:

El estamento militar en Colombia es una especie de república independiente. Cuando uno escribe cualquier cosa que tenga que ver con ellos, el bolígrafo tiembla un poco entre los dedos: uno sabe que están mirando, vigilando, apuntando. Los militares viven en barrios aparte; en sus instalaciones pueden pagar las condenas ciertos presos civiles que, por algún motivo, les caen bien. Los militares no se jubilan como el resto de nosotros, a los 62 años, sino que se pueden jubilar a los 40, incluso antes, a veces a los 38. Tienen, pues, un régimen de pensiones particular. Se llevan la segunda partida más grande del presupuesto nacional y lo manejan según su propia contabilidad, como si fueran un Ministerio de Hacienda aparte.

Algunos de los militares que se jubilan en plena juventud abren empresas de vigilancia porque a ellos les conviene mucho que la seguridad sea privada, es decir, pagada, y no pública. También ofrecen servicios especializados internacionales al mejor postor. Hay quienes actúan, ya retirados, en las guerras que emprende Arabia Saudí, a las cuales los saudís de pura cepa no van. Si operan por allá, digamos en Yemen, les pagan muy bien.

Según el primer ministro de Haití, Claude Joseph, también son capaces de entrar en la casa de un presidente en ejercicio, en este caso Jovenel Moïse, y matarlo. Mano de obra sanguinaria calificada, pues. ¿Es para eso para lo que los entrenan aquí, entonces? Al parecer no todo el comando mercenario estaba compuesto por exmilitares colombianos; por ahora van 13 confirmados, cinco oficiales o suboficiales en retiro, cuarentones (¿jubilados ya?), y seis exsoldados profesionales, con formación de élite pagada por todos nosotros.

Los mercenarios que asaltaron la casa del presidente de Haití eran 28, 26 colombianos y dos de nacionalidad doble: Haití y Estados Unidos. Estos dos declararon que eran los “traductores” del grupo. Siete de los 26 colombianos están muertos. Otros 13 están presos. La unidad investigativa de El Tiempo publicó sus nombres y sus grados. Afirma el diario haitiano Le Nouvelliste que los colombianos llevaban armas de alto calibre y fajos de billetes de 100 dólares. Al entrar en la casa del presidente, notificaron que eran un comando de la DEA en un operativo de control antidrogas. Once de los mercenarios detenidos se refugiaron en la Embajada de Taiwán. Allí los capturaron. Supongo que si fueran inocentes se habrían refugiado en la de Colombia. Tres de los mercenarios colombianos se fugaron y las autoridades de Haití piden a la población que denuncie a cualquier sospechoso. Por culpa de ellos, todos los latinoamericanos en Haití se han vuelto sospechosos.

La captura de los 13 se dio gracias al cierre de fronteras y aeropuertos y a denuncias de particulares. Los mercenarios colombianos, según datos del periodista Frantz Duval, entraron en esa parte de la isla por el paso fronterizo de Carrizal, con República Dominicana. Llevaban botas iguales y vestían bluyines y camisetas negras. Aunque algunos del comando colombiano declararon que su intención era detener y no matar al presidente, este recibió 12 impactos de bala, varios de ellos en la cabeza, uno en un ojo y uno en cada tetilla. Además torturaron al presidente antes de matarlo: le quebraron un brazo y un pie. Curiosa forma de intentar apresar a una persona, torturándola y disparándole a la cabeza y al corazón con proyectiles de 9 mm. Uno de los mercenarios colombianos está acusado de participar en un caso de “falsos positivos”.

¿Para esto pagamos impuestos los colombianos? ¿Para que los suboficiales y soldados profesionales se jubilen a los 40 años y luego se conviertan en máquinas de matar? Me tiembla un poco la mano, pero lo digo: si se confirma que estos exmilitares son los autores de este crimen horrendo, no van a poder decir que estas son manzanas podridas, aisladas. Sería todo un costal lleno de manzanas podridas y Colombia, la gran vergüenza del continente. ¿Nuestras Fuerzas Militares están formando soldados o sicarios?

Paralelamente a la investigación que lleva los organismos de investigación y judicialización de Haití, en Colombia han surgido dos corrientes de opinión en torno a este hecho: una que defiende a ultranza a estos exmilitares capturados y otra que busca respuestas y revela conexiones para destapar hechos graves desconocidos.

Veamos primero, independientemente de las acusaciones, lo que se ha descubierto con esta captura de ex militares colombianos en Haití:

  1. Conexiones con crímenes en Colombia:

Francisco Eladio Uribe se había acogido a la JEP porque fusiló a 2 inocentes. No podía salir de Colombia, pero @CancilleriaCol le otorgó pasaporte y @MigracionCol le dio vía libre.

2. Conexiones con altos funcionarios del gobierno colombiano:

Este es Manuel Antonio Grosso Guarín, uno de los exmilitares colombianos del equipo de mercenarios que según autoridades de Haití habría asesinado al Presidente de ese país, es primo hermano del Alto Consejero de Duque para la Seguridad, Rafael Guarín, (alias Pequinés), como él mismo lo reconoció esta mañana.

Manuel Antonio Grosso Guarín

Sin embargo Rafael Guarín dice no tener ningún nexo con Manuel Antonio Grosso Guarín:

3. Mercenarios made in Colombia. Esto ya se conocía hace tiempo en nuestro país y una de las pruebas contundentes las muestra este trabajo periodístico:

4. La mentalidad criminal de algunos altos mandos. Casos como el que ilustramos en el siguiente video, no obligan a pensar hasta qué punto el poder y el honor militar se constituyen en piezas fundamentales de virtud moral y la ética de nuestros militares, o son la chispa que los convierte en peligrosas cerastas.

¿Te gustó el articulo? Tomate un momento para apoyar la lucha contra la corrupción en Patreon.
Become a patron at Patreon!
Publicidad ver mapa

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.