A lo largo de cuatro años el presidente Iván Duque implementó una estrategia lesiva contra la libertad de prensa que tenía dos objetivos. El primero, construir una poderosa máquina de comunicaciones con el propósito de posicionar su propia versión de los hechos y, el segundo, segmentar al periodismo entre amigos y enemigos.  

Para el primer objetivo Duque triplicó el equipo de comunicaciones de la Presidencia. Esa dependencia, en el 2018, al finalizar el gobierno de Juan Manuel Santos contaba con 15 personas. En la actualidad hay 54

Y en cuanto a la pauta oficial, la Presidencia gastó más de $46 mil millones de recursos públicos, en contratos que en su mayoría tenía como objeto crear piezas de propaganda política, reforzar las narrativas sobre su gestión, figurar en medios internacionales y monitorear las redes sociales para identificar a quienes opinaban sobre su administración. 

Estas son algunas de las conclusiones del análisis que hizo la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), sobre el gobierno de Duque que está por terminar, y su relación con la prensa. 

Según la FLIP de 2018 a 2022, el gasto en publicidad oficial y divulgación institucional fue de $46.164’867.909 a través de la Alta Consejería Presidencial para las Comunicaciones, el Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (DAPRE) y la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN).  

Solo el DAPRE gastó más de $32.500 millones en veintiséis contratos, veinte fueron reportados por la entidad en respuesta a los derechos de petición y otros seis fueron encontrados por la FLIP en el SECOP. 

Los objetivos de estos contratos consistían en crear estrategias de comunicaciones para divulgación en medios, producir contenidos y administrar los canales digitales de Duque y de la Presidencia. Además, usaron estrategias como parametrizar a los usuarios de redes sociales, monitorear los medios de comunicación y posicionar al presidente en redes sociales. 

Comunicación contra la protesta social 

Como respuesta al paro nacional del 2019, el Gobierno, en vez de atender las peticiones o reclamos que se le hacían, lo que hizo fue contratar a la firma Alotrópico S.A.S. para posicionar y fortalecer la imagen institucional de la Presidencia, con mensajes como “Colombia quiere más propuestas, menos movilizaciones”, “conversar para avanzar, si uno para no avanza”, “avanzaremos solo si pasamos de la protesta a la propuesta y de la propuesta a la acción”. Los tres contratos —celebrados entre 2018 y 2022 con Alotrópico S.A.S.— ascendieron a $1.145’448.142

Salvaguardar la imagen del presidente 

Para responder al riesgo reputacional de Duque en los momentos coyunturales, se realizaron monitoreos a medios locales, regionales, nacionales e internacionales. 

Así, de acuerdo con la FLIP, la estrategia de Presidencia fue apuntarle a las redes sociales con el fin de conocer cuál era la percepción de la ciudadanía sobre la gestión de Iván Duque. Con tres contratos buscó consultar tendencias, hashtags y métricas de lo que se hablaba en plataformas digitales. 

Una chequera para monitorear influenciadores 

En cuanto a la estrategia digital, especialmente en momentos de crisis, el Gobierno firmó tres contratos con Du Brands, que incluían cláusulas específicas para monitorear a influenciadores digitales con la estrategia de adquirir, depurar, verificar y actualizar listados. En la ejecución de uno de los contratos, 468 influenciadores fueron categorizados con etiquetas como “positivos”, “negativos” o “neutros”. En la ejecución de uno de los contratos, 468 influenciadores fueron categorizados bajo etiquetas como “positivos”, “negativos” o “neutros”.  

Prevención y Acción 

Falta por conocer cuánto dinero invirtió el Gobierno en su programa televisivo “Prevención y Acción”, que se empezó a emitir el 12 de marzo de 2020 de manera ininterrumpida, desde las 6 a las 7 de la tarde hasta el 3 de mayo del 2021.. 

Este espacio diario se prolongó durante más de un año y se transmitieron 404 horas. Si bien al comienzo estaba encaminado a explicar la pandemia del Covid-19 el programa terminó convertido en un show donde Duque publicitaba las acciones de su gobierno, un monólogo de comunicación oficial que no dejaba ningún espacio para preguntas de periodistas, cuestionamientos de ciudadanos o voces de la oposición. 

Disparidad en la pauta en redes de RTVC 

Del listado de medios y plataformas en los que Radio Televisión de Colombia (RTVC) invirtió en pauta destaca la diferencia del monto entre plataformas como Facebook ($160 millones) y Google ($98 millones), frente a medios cuya cuantía no fue superior a $2 millones o, en algunos casos, inferior al $1 millón. Por ejemplo, Ecos del Atrato (emisora de Quibdó) recibió $671.125, mientras que la emisora Ondas de la Montaña, de Medellín, obtuvo $1’567.500. 

El propósito de la publicidad oficial se desdibujó 

En estos cuatro años la pauta oficial se empleó como estrategia de promoción personal para favorecer la imagen del presidente. Las acciones de pauta del gobierno de Duque se basaron en los siguientes tres pilares: 

1. Emplear la pauta para atender crisis y riesgo de reputación para la Presidencia y el presidente, como ocurrió con el paro nacional y la emergencia sanitaria. 

2. Promocionar la imagen del presidente con mensajes institucionales en medios masivos y digitales a escala nacional e internacional. 

3. Consolidar un equipo robusto de comunicación que se soporta en el personal de la Alta Consejería Presidencial para las Comunicaciones, que también acude a las agencias privadas que disponen de amplios equipos interdisciplinarios para planear, ejecutar y promocionar la publicidad del Gobierno Nacional. 

Relación distante y esquiva 

Para la FLIP existen varias postales que permiten recordar la relación entre Iván Duque y la prensa que lo cuestionó. Displicente: la recordada frase “¿De qué me hablas, viejo?” para evitar la pregunta de un reportero de El Heraldo que le preguntaba por el bombardeo donde murieron menores de edad.  

Inverosímil: Duque haciéndose una autoentrevista durante los días más álgidos de las manifestaciones del 2021.  

Cínico: el presidente le sugirió al periodista Stephen Sackur de la BBC que estaba diciendo mentiras cuando realmente quien entregaba información falsa era Duque.   

Sin embargo, no se trata únicamente de anécdotas. Al tiempo que el ejecutivo engrosaba su propia máquina de comunicaciones, Duque y sus asesores etiquetaron como “negativos” a un amplio sector de la prensa y construyeron un muro inquebrantable, que bloqueó a los medios que anticiparon como incómodos.  

Muestra de ello es que durante estos cuatro años, el presidente solo convocó nueve ruedas de prensa 

Y realizó 272 entrevistas. Una de cada seis entrevistas fue a RCN, radio y televisión. Diecinueve veces atendió a Blu Radio. Mientras que por el contrario, a El Espectador le concedió una sola entrevista y a La Silla Vacía ninguna.  

Duque deja de ser amable 

A principios del 2021 y después de varios meses de conversaciones y mediación del sector, el gobierno anunció con bombos y platillos una convocatoria de 85 mil millones de pesos para apoyar a los medios de comunicación y así aliviar los efectos generados por la pandemia. En un proceso lleno de tropiezos e irregularidades por parte del gobierno, 354 medios se presentaron a la convocatoria. Sin embargo, seis meses después, el 6 de septiembre del 2021 y sin ninguna justificación satisfactoria, el ministerio canceló la convocatoria y los recursos nunca llegaron. 

Al final del mandato de Iván Duque es evidente el retorno de amenazas y riesgos para los periodistas que cubren críticamente los temas de seguridad. Desde el 7 de agosto del 2018 hasta el 30 de junio del 2022 la FLIP documentó 628 amenazas contra medios y periodistas en todo el país, un aumento sustancial comparado con el cuatrienio anterior. También ocurrieron cinco asesinatos a periodistas por razones de su oficio.  

La criminalización de la protesta redundó en graves daños a los derechos humanos y se reeditó una política de usar los recursos del Estado para vigilar a la prensa.  

Revela la Fundación que entre febrero y diciembre de 2019, el Ejército espió la actividad de más de sesenta periodistas y otras figuras públicas con la ayuda de softwares y herramientas informáticas. A pesar de que el presidente aseguró que investigaría a los responsables detrás de los perfilamientos esto no ocurrió. 

La figura amable de Duque, con la que se caracterizó al principio, se transformó en una actitud hostil que rompió una tradición que conservaba las formas entre la prensa y la Presidencia. El presidente empezó tímidamente alejándose de algunos medios a quienes quería cobrarles “el apoyo que le habían dado a la Paz de Santos”. Después, marcó condiciones hostiles para el periodismo que fue crítico contribuyó al ambiente de polarización y desligitimación hacía varios periodistas.

Enfrascado en sus pretensiones, que oscilaban entre el control y la vanidad, Duque se encargó de marcar una línea donde él decide quiénes son amigos y quiénes sus enemigos. 

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