No le ha ido muy bien en los proyectos sociales a la gestión de Eduardo Verano en la Gobernación del Atlántico que muy ufano se destaca como gestor de vías y de otras manifestaciones pertinentes al concreto armado, que al fin y al cabo, es la que dejan grandes $atisfacciones espirituales.

El CARI (antiguo Hospital Universitario) se debate en una crisis armada por su amiga Rocío Gamarra que prácticamente dejó esta institución hospitalaria en condiciones de clausura. Dando, además, una pelea bochornosa para que no le quitaran el puestico.

En la Universidad del Atlántico no le ha ido mejor a Verano. Ha sostenido al corrupto rector Carlos Prasca a sangre y fuego pese a la reticencia de la comunidad universitaria, tanto que todavía se encuentra en pleno ejercicio disfrutando de sus vacaciones. El ranking del año 2019 la ubica en el puesto 23 cuando en sana lógica debería estar en el cuarto o quinto lugar. Expliquemos bien esta estadística basada en pruebas, revistas, publicaciones e investigaciones: Universidad Nacional, de Bogotá, puesto 1. Universidad de Antioquia, de Medellín, puesto 2. Universidad del Valle, de Cali, puesto 3. Tres universidades oficiales de las principales ciudades en las posiciones de avanzada. La Universidad del Atlántico en algunos rankings aparece en el puesto 23 y en otros en el 39 gracias a la corrupción y el manejo clientelista de la institución.

Es hecho público sabido y reseñado por la prensa, el festín de recursos dilapidados en el Instituto de Deportes del Atlántico a cargo de Enrique Vengoechea en medio de un informe de auditoría de la Contraloría General de la República con hallazgos fiscales dilucidados punto por punto tras una investigación.

El caso es tan relevante que fue presentado en el informe de Rendición de Cuentas de la Contraloría General de la República como ejemplo destacado al lado de Saludcoop y Confasucre. Se encuentra en la página 144, ítem 22, dentro de las pesquisas relevantes de las Unidades de Investigaciones Especiales contra la Corrupción.

Verano se inventó un método de exonerar a su amigo Enrique Vengoechea de las acusaciones fundamentadas de la Contraloría, ente con competencia constitucional, con un trío de abogados nombrados por él mismo para investigar si era cierto o no lo que asevera la Contraloría. Habrase visto tamaño dislate jurídico político!

Antioquia sigue al mando de los Juegos Nacionales 2019.

Las consecuencias de la corrupción ya empiezan a aflorar. Deportistas que se quejan por la falta de apoyo oficial para concurrir a competencias. La abstención por las mismas circunstancias para participar en otros eventos en donde de nada, pero de NADA ha valido, servido, usufructuado la infraestructura deportiva de Barranquilla construida a raíz de los Juegos Centroamericanos del Caribe. Igual a que si no existiera, pues la actuación del Atlántico en los XXI Juegos Deportivos Nacionales que se cumplen en Cartagena y Bolívar ha sido vergonzosa. Un auténtico desastre, doctores Verano y Vengoechea.

De primero va Antioquia, seguido de Valle y Bogotá de tercero. Fíjense que sigue la misma lógica de las mejores universidades del país. Atlántico va en el décimo lugar superado por Risaralda, Boyacá, Bolívar, Santander, Cundinamarca y Federación Militar. Tiempos pasados cuando Atlántico era potencia deportiva nacional.

La gestión de Verano y su secretario corrupto en Indeportes produjo este desastre. Habrá que nombrar, siguiendo su propio y particular método, un trío de abogados para que refuten las cifras de medallería de Coldeportes a ver si son ciertas o hubo alguna mano aviesa en los resultados. Lo cierto del caso es que son hechos verídicos irrefutables sobre los daños de la corrupción en el departamento del Atlántico en deporte, salud, cultura, medio ambiente y educación.

¿Para que más?

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