Por: Jan Slodvak
La historia del Centro de atención y rehabilitación integral, más conocido como CARI, es la típica de las instituciones estatales en el área de la salud. Un modelo que debería funcionar con suma perfección y eficiente, convertido en manos de los áulicos de la politiquería en un desastre administrativo en perjuicio de sus usuarios que son, a la postre, los que terminan pagando los platos rotos del festín burocrático con las finanzas de estos centros asistenciales.
La papa caliente cae en las manos del Gobernador Eduardo Verano que no es precisamente ducho para solventar con grandeza estas crisis. Recordemos el desastre de la ola invernal en el sur del Atlántico sucedido tras una serie de imprevisiones y obras de discutible calidad efectuadas durante su primer mandato. Por igual el caso de la dilatada y cuasi cómica elección de Rector en la Universidad del Atlántico cuya última solución cosmética fue darle visos de formalidad tugurial al comercio de comidas informal en la puerta de acceso de la institución construyendo unos vistosos tenderetes rojos.
Es obvio que tratándose de la crisis financiera y posible liquidación del CARI, sea menester mencionar la figura impasible, hierática si se quiere, del Gobernador Verano y sea necesario, a manera introductoria de estas glosas, retrotraer el pasado administrativo de este funcionario que posa como adalid de la integración regional del Caribe colombiano pero que tras análisis somero de su hoja de vida pública muestra precisamente todo lo contrario. Vean algunos ejemplos: fue gerente financiero de la época más álgida de las extintas Empresas Publicas Municipales, convertidas después en la Triple A. Pasó por la gerencia de Electrificadora del Atlántico, metamorfoseada después en ElectriCaribe. Anduvo por los lados de Corelca, verdadero intento de independencia energética de la región Caribe (al lado del SIPUR Sistema de planeación regional), desmembrada en pedazos, liquidada y vendida al mejor postor. No son propiamente credenciales de grandeza política administrativa ni nada que se le parezca, por lo cual podríamos esbozar ateniéndonos a las conclusiones de este historial en el sentido que la situación del CARI no se encuentra en las manos más aptas para su posible solución.
Una ciudadela inconclusa
El actual complejo de edificios en donde se encuentra el CARI, se construyó con el nombre de Ciudadela de la Salud en los inicios de los años sesenta del siglo XX. Contaba de 4 edificios: el hospital anti tuberculoso, el Universitario, hospital Mental y Medicina legal.
El hospital antituberculoso nunca entró en funciones. Un inmenso edificio en el corazón del barrio Los Andes convertido en un elefante blanco que sería vendido en 1964 al Instituto de Seguros Sociales, para en 1965 inaugurar su clínica, la cual contaba con 320 habitaciones y 22 salas de cirugía. Un portento para atender a los trabajadores y sus familias que muy pronto se convirtió en fuente de corrupción en todos sus procesos tras su entrega, como botín, para los grupos burocráticos políticos locales.
En el año 2006, ante su larga crisis, el centro hospitalario cerraría sus puertas convirtiéndose en la clínica José Prudencio Padilla. En el 2007, el entonces Presidente de la república Álvaro Uribe Vélez liquida, dentro de sus políticas neo liberales de achicar los servicios del estado, al Instituto de Seguros Sociales con el fin de optimizar la prestación de los servicios de salud, dándolos en concesión al sector privado que desarrolló su propuesta de medir estos servicios con parámetros de ganancia en la inversión. De allí nacen las actuales faltas de atención oportuna, la negativa de asumir enfermedades y las tutelas al respecto, la dilación en la entrega de medicamentos y el nefasto paseo de la muerte.
El hospital Universitario se crea para que preste servicios a la única escuela de medicina que tuvo la ciudad desde finales de los 50: la de la Universidad Libre seccional Barranquilla. Precisamente esta institución, ejercía por si misma o a través de comodines en la junta directiva del centro hospitalario, su control. Un claro ejemplo de lo anterior fue su alianza con el sector político del senador liberal José Name Terán, concretada en extraños casos de dobleces administrativas, pues entre el 87 e inicios de los noventa, tuvo como director del hospital al médico Fermin Zulbaran y gerente a Álvaro Ashton, que a su vez eran en la Universidad Libre Presidente de la seccional y sindico, respectivamente.
Las sesiones del Consejo Directivo eran batallas campales entre los sectores liberales de Pedro Martin Leyes y José Name Terán. Fue la época en que se le otorgó el Honoris Causa en Derecho y Ciencias Política a David Name y se le otorgó a su empresa la construcción del edificio de posgrados construido en la mitad de una calle –la 50- que la Universidad Libre no ha devuelto pese a su carácter de bien imprescriptible y de sentencia judicial.
Estaba cantada la crisis del hospital Universitario. Se le inyectaron recursos en la fachada con un mural del pintor Alean. Dentro se compraron equipos que después se dañaban y tomaban otros rumbos, mientras el estado general interno del edificio caía en el deterioro. Tres pisos –los superiores del edificio- fueron abandonados y tomados como bodega de mobiliario inservible.
Durante la administración del Gobernador Carlos Rodado Noriega, ante las perspectivas negativas del Hospital Universitario, se toma la decisión de liquidarlo. Había llegado al mismo punto en donde se encuentra hoy, en el año 2018, por lo que estamos ante una eclosión cíclica del modelo propuesto de administración con múltiples causas, entre ellas y quizás la más importante, el modelo de burocratización no científica, el sistema legal y financiero del la salud pública y del reparto de cuotas políticas que fiel a su naturaleza, actúan en forma depredadora tras el botín financiero.
NACE EL CARI
Aquí es donde aparece la figura jurídica del CARI. Desde los años sesenta existían en Barranquilla dos centros asistenciales publicos dedicados a la salud mental. Eran el Hospital Psiquiátrico San Rafael y el hospital Mental Departamental. Un estudio determinó que la mejor solución para atender esta problemática sanitaria en el Atlántico era la unión de estos esfuerzos, concluyéndose en la necesidad de una sola institución. Así, en 1994 se crea el Centro de Atención y Rehabilitación Integral en Salud CARI.
El CARI funcionaba con mayor eficiencia científica y financiera por lo que sus resultados generales no eran tan dramáticamente complejos como los del Hospital Universitario. Ante la liquidación del Universitario, era necesario crearle una estructura jurídica administrativa, por lo que se apeló al CARI, que pasó a administrar el antiguo Hospital Mental y el Universitario.
El nuevo esquema inaugurado con campanillas en 2006 por el Gobernador Rodado Noriega era una maravilla, con pisos relucientes –tipo hotel 5 estrellas, diría un reportaje de esos tiempos- medicina de alta complejidad, un proceso exitoso que logró recuperar la confianza de miles de usuarios de toda la región Caribe que llegaban al centro de salud en procura de una atención de salud de primera calidad.
La crisis del modelo y otra vez las mismas propuestas
Hoy, otra vez, el Hospital Universitario Cari E.S.E de Alta Complejidad se encuentra en cuidados intensivos. Las huellas del desastre, un petardo que le estalló en la cara impávida del Gobernador Eduardo Verano, fue el cierre de los quirófanos ordenado por la Secretaría de Salud Distrital. Nada menos que humedad en el edificio por la falta de mantenimiento con el correspondiente desprendimiento de pintura que coloca en grave riesgo las intervenciones quirúrgicas pues se encuentra proclive a la aparición de hongos y bacterias.
¿Qué se hizo la excelente dotación que dejó en el 2006 el Gobernador Rodado Noriega en su intervención? Nadie sabe, nadie responde, pues la misma inspección al interior del hospital encontró que carecía de dotación para un centro de “alta complejidad”.
Desde hace tres meses en el CARI no se hace ninguna operación por los problemas de los quirófanos que necesitan, con urgencia, $400 millones de pesos para que queden en condiciones de operación, asunto casi imposible pues los ingresos mensuales del CARI son de $90 millones y sus gastos mensuales son $900 millones. Los pisos superiores abandonados crecen pues la ocupación promedio es del 26% de sus camas con pacientes trasladados a otros centros asistenciales.
Las reuniones del Gobernador Verano con el Ministro de Salud Juan Pablo Uribe buscan una solución al problema del desfinanciamiento del CARI, producidas, según el Gobernador, por la caída de la estampilla Pro Hospital Universitario Cari, por la cual, ha dejado de recibir $125 mil millones en los últimos cinco años. A ello se suma, dice Verano, la quiebra de algunas EPS deudoras del hospital que incumplieron con el pago de sus compromisos, entre ellas, Caprecom, agregando la cereza final del postre en el sentido que “una de las salidas podría ser la de concesionar la entidad a un privado para que tenga a su cargo el direccionamiento del hospital de Alta Complejidad. Hay que decidir asuntos tan determinantes como la dirección del Cari. En este momento la gerente se defiende jurídicamente de algunos señalamientos y le hemos solicitado al ministro de Salud que nos ayude para poder avanzar porque la decisión de si se queda o no es una tarea que le compete a la Superintendencia de Salud”. En otras palabras, una de las opciones propuestas por el Gobernador Verano es que el CARI se convierta en privado, es decir, que se convierta en negocio con los terribles antecedentes de estos modelos a nivel nacional.
Otra curiosa fórmula pretende, no atacar el problema de salud, sino recoger recursos para los pagos que se acumulan como un inexorable taxímetro. Por ejemplo, el Presidente de Anthoc, Heriberto Tovar, propone la opción de utilizar los terrenos del Hospital San Rafael en Rebolo, para la expansión del CARI Mental, que cosa curiosa entre un sindicalista y su empleador, le ha parecido a Verano de buen recibo, según presentan noticias de prensa: “Tenemos tres alternativas y hoy se ha presentado una cuarta que es hacer una expansión en los terrenos del Hospital San Rafael en Rebolo. Vamos a tomar una decisión rápidamente porque queremos terminar lo más rápido posible”. Todo rápido.
La pregunta del millón es para qué se necesita esta aparente solución de “expansión” cuando lo que exigen las respuestas son soluciones de fondo financieras, políticas y científicas. Nada menos porque hay una propuesta por parte de una entidad privada que pretende construir un conjunto habitacional urbanístico en el terreno del CARI. Sí, así como lo leen, a lo cual responde el Gobernador Verano que “para que dicha alternativa se lleve a cabo se requiere unas condiciones óptimas para poder tener la infraestructura que está dentro del plan de desarrollo de la Gobernación”.
La verdad es que la misteriosa frase del Gobernador Verano merece un detallado análisis para percibir a qué clase de condiciones óptimas se refiere y exactamente qué se encuentra dentro del plan de desarrollo de la Gobernación: si la venta parcial de la infraestructura del CARI o su rehabilitación integral.
Lo cierto es que a ese sector territorial desmantelado de la antigua Ciudadela de la Salud, le surgió un conjunto habitacional construido hace 5 años. Por su parte la constructora Espacios Urbanos tiene el proyecto del centro comercial Río Grande en el edificio abandonado del Seguro Social el cual tendrá 170 locales comerciales, 6 salas de cine y 600 parqueaderos. Por supuesto que estos constructores conocen perfectamente la importancia estratégica del lote en donde se encuentra ubicado el CARI, según información sobre las coordenadas del futuro “mall”: “El proyecto se encuentra ubicado en el barrio Los Andes, en la calle 57 entre carreras 24 y 25, junto al Hospital Universitario ESE CARI”.
La idea, pésima por cierto, es vender el antiguo Hospital Mental para pasar sus servicios al Hospital San Rafael en el barrio Rebolo, para que una empresa constructora en ese extenso lote desarrolle conjuntos habitacionales “enganchados” al ancla del centro comercial Río Grande. Un negocio a la vista en detrimento de los activos de la salud pública para la promoción privada inmobiliaria en instalaciones vendidas sin mayores estudios, bajo la urgencia de la necesidad de recursos para salvar el CARI.
Mientras tanto el CARI agoniza lentamente esperando la intervención de fondo que lo saque de los cuidados intensivos.
Próxima entrega: La forma en que se desangró al CARI (II)