La avalancha de informes publicitarios que maneja en su conjunto la Alcaldía de Barranquilla –incluida la Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo– presentan imágenes distorsionadas o sesgadas sobre el real estado de las actividades o funciones de su competencia.

Nadie se explica como una ciudad con una cifra de 1.239.518 habitantes, según las proyecciones del DANE, carezca del mínimo equipamiento cultural y que además no se haya emprendido ninguna acción concreta, especifica, para superar esta negativa contingencia. Como si no les importara o fuese un asunto deleznable y superfluo.

La Secretaría de Cultura ha centrado todo su discurso de ejecuciones en la promoción de las llamadas Casas Distritales de Cultura, en donde se imparte una pre formación artística, diseminadas por toda la ciudad; aunque en honor a la más estricta verdad no son casas en el sentido arquitectónico del concepto, se trata de salones de clases prestadas de los colegios públicos sin ninguna infraestructura de soporte en las áreas formativas que ofrecen a sus estudiantes.

Una verdadera casa de cultura debería contener, entre otros, un auditorio para 50 personas, una sala de exposiciones, biblioteca, sala de modelado, aula multimedia y estudios insonorizados para música, aparte de la correspondiente área de administración.  Así que es un soberano engaño a la ciudad afirmar que hay 135 casas de cultura. Lo que hay es 135 sedes escolares en donde se imparte formación artística y de oficios en la mayoría de los casos sin la infraestructura necesaria para el proceso educativo.

Esa falta de condiciones en los requerimientos técnicos a sabiendas que se produce una formación deficiente, es una falta de responsabilidad administrativa pues los entendidos en estos menesteres saben que sin determinadas condiciones espaciales y de infraestructura, es imposible lograr óptimos resultados.

La fábrica de la cultura en Barranquilla.

Formación precaria

Según la Secretaría de Cultura, los jóvenes en formación en estas casas, todavía incipientes, con precariedades teóricas y sobre todo filosóficas sobre el arte y la cultura, son los exponentes de mostrar en cuanto a realizaciones de la administración. Los presentan en redes sociales como un indudable logro, una hazaña cultural cuando en realidad se trata de puestas en escena propias de sesión solemne de colegio.

Esa es la cultura “primípara” que reivindica la administración de Juan Jaramillo, mientras, por otro lado, se echa displicentemente a un lado los creadores de toda la vida a los que no les conviene tratarlos pues intuye que puede ser controvertido y desenmascarado. El afán formativo –como que si para eso no existieran las escuelas de arte– lo constituye la Escuela Distrital de Artes (EDA), organismo al que todavía no se le ha hecho una minuciosa evaluación académica para comprobar sus posibles fortalezas y deficiencias.

El programa bandera en cuanto a realizaciones arquitectónicas de la administración Jaramillo en la Secretaría de Cultura es la construcción desde hace tres años de una sede para la escuela distrital llamada Fábrica de la Cultura en el barrio Abajo, al lado del edificio patrimonial de la antigua Compañía Colombiana de Tabaco.

Los recursos con que se financia este edificio en proceso de construcción son por un total de $23.709 millones de pesos suministrados por la OCAD Caribe, organismo en donde fue radicado este proyecto con el nombre de “Construcción de infraestructura cultural de Barranquilla”. Fíjense que sí sabe el señor secretario de las carencias de la ciudad en tal sentido y en vez de radicarlo con su verdadera función, una escuela de arte, le coloca un nombre genérico que alude a una necesidad general.

Ni siquiera, enfocado en su proyecto, hizo un listado de prioridades para invertir estos recursos otorgados. El OCAD (Organismo colegiado de administración) ya se ha explicado en Corrupción al Día, es un ente conformado por gobernadores, representantes de los ministros y alcaldes que evalúan los proyectos presentados a los que le aplican a un fondo constituido del sistema general de regalías.

Ello significa que la Fábrica de la Cultura no es un edificio financiado por la administración distrital ni su secretario de cultura y su puesta en marcha obedece a un plan macro de proyectos estratégicos aunque es menester precisar si no hubiese sido de mayor importancia la construcción, repetimos los de las prioridades, de un completo centro cultural –en donde tuviera cabida la EDA– con teatro y biblioteca, a este edificio que pese a la gruesa suma invertida lleva casi dos años en construcción y todavía se encuentra en obra negra. Aclarando, además, que los diseños fueron donados por el gobierno suizo con la colaboración de la facultad de arquitectura de la Universidad del Norte.  Cero pesitos.

Dentro de ese mismo OCAD Caribe, manejado durante dos periodos por el Gobernador de Bolívar Dumek Turbay con la secretaría técnica del Atlántico entregó también recursos para 7 sedes de formación por la suma de $6533 millones que sospechamos se tratan de los nuevos edificios del SENA, incluido el de industrias creativas en la carrera La María, al lado del Museo del Carnaval.

Juan Jaramillo, Secretario de Cultura del Distrito de Barranquilla.

Obligaciones legales de la Secretaría de Cultura

El marco general de las intervenciones de la Secretaría de Cultura de Barranquilla es la Constitución Política y la Ley 397 de Cultura. Veamos lo que señala la citada ley en su artículo 18 sobre estímulos:

El Estado, a través del Ministerio de Cultura y las entidades territoriales, establecerá estímulos especiales y promocionará la creación, la actividad artística y cultural, la investigación y el fortalecimiento de las expresiones culturales. Para tal efecto establecerá, entre otros programas, bolsas de trabajo, becas, premios anuales, concursos, festivales, talleres de formación artística, apoyo a personas y grupos dedicados a actividades culturales, ferias, exposiciones, unidades móviles de divulgación cultural, y otorgará incentivos y créditos especiales para artistas sobresalientes, así como para integrantes de las comunidades locales en el campo de la creación, la ejecución, la experimentación, la formación y la investigación a nivel individual y colectivo”.

La ley describe con absoluta claridad que se trata de programas que deben ser implementados por obligación: bolsas de trabajo (Fondo Mixto que no existe), becas, premios, ferias, portafolio de estímulos, concursos, incentivos y créditos para artistas sobresalientes. De todas estas exigencias solo se ha implementado el debatido portafolio de estímulos. Incentivos para artistas con trayectoria y créditos especiales para artistas sobresalientes ni en el mejor de los ensueños.

El artículo 12 de la citada ley es pertinente en las obligaciones de constituir bibliotecas públicas y señala que “Así mismo, las bibliotecas departamentales y regionales, y los archivos municipales, distritales y departamentales, podrán ser depositarios de su patrimonio bibliográfico, hemerográfico y documental”. En Barranquilla no existe una red de bibliotecas públicas, como las que funcionan en Bogotá, Medellín, Bucaramanga, Cali y otras ciudades de carácter distrital. Ya veremos cómo esta carencia es “solucionada” a través de la recreación en los espacios públicos mezclando, un poco con impudicia, recreación con los hábitos de lectura. La gran biblioteca pública distrital de Barranquilla es una obligación legal que no se cumple. La Ley 1379 de 2010 preceptúa en su artículo 15 sobre la creación de “bibliotecas por parte de los entes territoriales, bien sea como una dependencia de su organización, o asignándole las funciones relativas a la biblioteca, a una dependencia ya existente, mediante ordenanza de la asamblea departamental o acuerdo del concejo municipal, según corresponda”. La creación de bibliotecas del municipio o distrito es una expresa obligación y no puede reemplazarse con sucedáneos “lúdicos”.

Se pretende, para buscarle la comba a la ley, suplir estas deficiencias conformando brigadas de lectura en parques, que no son propiamente espacios aptos para leer por sus niveles de ruido, por la necesidad de concentración en el libro y por la oferta limitada en materia de producción editorial disponible despojando a los lectores de las delicias de prepararse su propio menú. A lo sumo libros infantiles y uno que otro clásico combinado, para que no digan nada, con la sazón de García Márquez. Se lee lo que tengan disponibles los improvisados “bibliotecarios” y más nada. Imposible confrontar autores, materias, temas y menos buscar información como fuente de análisis con este sistema apto para las primeras letras de los párvulos.

En abril de 2018 se realizó en la Universidad del Norte un Foro sobre Espacios Culturales en donde concurrieron la Secretaría de Cultura del Atlántico en cabeza de María Fernández; Juan Jaramillo por la Secretaría de Cultura del Distrito, Manuel Moreno, decano de Arquitectura de la Universidad,  Deyana Acosta Madiedo,  directora del centro cultural Cayena de la Uninorte, ex Secretaría de Cultura y ex Directora de la Cinemateca del Caribe, María Eugenia Castro, directora del Museo de Arte Moderno, Carmen Arevalo, ex directora del Parque Cultural del Caribe, entre otros. Podría decirse que allí estaba parte del establecimiento cultural “oficial” de la ciudad en labores de opinión, pero curiosamente todos omitieron señalar, como en el cuento infantil, que el rey se encontraba desnudo, o sea que de espacios culturales o infraestructura no había nada en absoluto. Nadie dijo que la administración de algunos de estos centros culturales privados que funcionan casi en un 90% con fondos públicos constituyen un desastre administrativo con cuentas descuadernadas, obras paralizadas y desidia general con negligencia extrema. Nadie lo mencionó.

Veamos porque algunos callan displicentemente en torno a estos procesos y retrocedamos la historia a la administración departamental de Rodolfo Espinosa Meola cuando presentó a la Asamblea una ordenanza y la aprobaron con la sola excepción del diputado Hermes Lara, la entrega del 90% del recaudo de la estampilla Procultura a la Corporación Luis Eduardo Nieto Arteta en un insólito caso pues el producido de un tributo se le daba destinación específica a un ente de derecho privado.  En los contratos del año 2019 de la Secretaría de Cultura del Departamento del Atlántico, bajo la modalidad de contrato directo se firmó “un convenio de asociación para la ejecución del proyecto díptico cultural del Atlántico, arte y valoración del patrimonio para fortalecer la identidad cultural en el Atlántico” por la suma de $400 millones de pesos. A esa misma Corporación Luis Eduardo Nieto Arteta que administra, entre otros recursos, el edificio de La Aduana arrendado en buen porcentaje a la Cámara de Comercio de Barranquilla-la única de su género en Colombia que carece de sedes propias- le dieron otro contrato bajo la modalidad directa consistente en “convenio de asociación para la ejecución del proyecto, preservación, conservación, sostenimiento y administración del patrimonio histórico documental del departamento del Atlántico”, por $878 millones. A la Fundación Museo de Arte Moderno de Barranquilla le dieron el contrato “aunar esfuerzos para el fortalecimiento del carnaval departamental del Atlántico: “Dónde todo comenzó”, por la suma de $1050 millones. Todavía deben una explicación convincente los directivos del Parque Cultural del Caribe en el manejo de los recursos de inversión en la construcción del paralizado edificio del museo de arte moderno en la confluencia de la carrera 50 con la Vía 40.

Sigamos con las intervenciones expuestas en el foro sobre espacios culturales en la Universidad del Norte. Ante una intervención puntual sobre infraestructura cultural y espacio público en la ciudad, el Secretario de Cultura Juan Jaramillo respondió que:

 “La Alcaldía ya viene trabajando desde hace un tiempo. En la ciudad hay 120 parques, construidos con apoyo de la comunidad y que todos ellos cuentan con espacios habilitados para las artes. La intención es aterrizar grandes producciones culturales en los parques. Se ha estado trabajando en la formación de público, por lo que se ha estado llevando cine, circos, lecturas, teatros y demás espectáculos a toda la ciudad. El distrito ha hecho una inversión con la Ley de Espectáculos Públicos ley que permite recibir recursos por cada boleta que supere los $99.000 pesos. De ahí se construyó la actual Concha acústica y en ese escenario se vienen desarrollando una serie de espectáculos para distintos públicos de la ciudad. Entre los objetivos de la Secretaría también está recuperar 7800 metros cuadrados para espacio público alrededor del Museo del Caribe y obtener aún más espacios habilitados para las artes. En el Gran Malecón cuenta con espacios de circulación para artistas y que habrá un anfiteatro con capacidad para 3000 personas y aun cuando muchos de estos espacios son privados, el Distrito acompaña todos sus procesos”.

Desglosemos las afirmaciones de Jaramillo en el sentido que los 120 parques tienen espacios habilitados para las artes. Falso, total mentira, pues tienen espacios para recreación, deportes, pero no para las artes con la notable excepción del Sagrado Corazón y el Parque Almendra Tropical.  Por cierto, la Concha Acústica del Sagrado Corazón, construida con los recaudos del impuesto a los espectáculos públicos en la alcaldía de Elsa Noguera, entró en un proceso de deterioro por falta de mantenimiento. Actualmente se encuentran paralizadas las obras de recuperación. En el mismo foro sobre espacios culturales –y es uno de los discursos bandera de Jaramillo- menciona las casas distritales de cultura:

“En el año 2008 Barranquilla contaba con 19 Casas Distritales de Cultura. En el año 2017, hay 135 sedes con más de 24.000 beneficiarios en formación cultural, de manera gratuita. En el año 2008 había una Escuela Distrital de Arte, donde se graduaban 30 personas. Hoy existen 6 sedes donde se gradúan 700 personas, también de forma gratuita. Es decir, se están formando público y artistas. Según él, a petición del alcalde, se tienen 8 sedes de Cultura para madres gestantes y niños de primeros meses para procesos de estimulación temprana. Expresa que la policía le entrego cifras que soportan la idea de que sí en un barrio hay una Casa Distrital de Cultura, los niveles de violencia y violencia intrafamiliar disminuyen. De igual modo, aclara que la intención de la administración es llevar escenarios culturales a parques y escuelas. Destaca que la Cultura en Barranquilla tendrá 13 escenarios nuevos, ya que los escenarios deportivos para los Juegos Centroamericanos, por temas de sostenibilidad fiscal, no pueden depender únicamente de actividades deportivas”.

Nuevamente hay que señalar que no es cierto lo afirmado por el Secretario de Cultura. No lo es pues si fuera cierto que existen las tales casas de cultura –aulas de colegios públicos cerradas fuera de los respectivos horarios de funcionamiento- tendría algún sentido la reducción de la criminalidad que menciona le dijo la policía sin señalar ningún estudio serio al respecto. Le dijeron; dice. Y lo repite sin ningún pudor público sin sospechar que estos temas han sido tratados por diversas corrientes de la criminología (interaccionista, de subcultura, sociológica, crítica, entre otros) ante los auditorios crédulos como si el tema de violencia, seguridad e inclusión social se resolviera por el milagro de una escuelita de artes y oficios. Equivocado nuevamente, pues estos proyectos funcionan cuando se plantean en el marco de una estrategia marco que incluya generación de empleo, inclusión social, entorno territorial “humanizado”, vivienda digna, recreación y por supuesto con centros culturales diseñados con todas las especificaciones arquitectónicas que impactan como nodo de desarrollo a la comunidad transformando el entorno psicosocial cultural.

La intención de llevar espectáculos culturales a parques; propósito loable siempre que tenga un carácter sistemático, se reduce al montaje de eventos aislados y el supuesto impacto de los escenarios deportivos dejados por los Juegos Centroamericanos (las declaraciones de Jaramillo las hizo en el 2018 antes de los juegos) no se han sentido ni siquiera en el sector deportivo y mucho menos cuajó el vaticinio del impacto de esta infraestructura en el sector cultural.

Los recursos para la infraestructura cultural

El artículo 38 de la Ley 397 crea la estampilla Procultura que en el caso de Barranquilla, según se encuentra en el presupuesto para 2020, asciende su recaudo a la suma de $52.052.243 millones. En el mismo presupuesto se le asigna al sector cultural $37.000 millones de pesos. Los recaudos de la estampilla tienen destinación específica según la Ley 666 de 2001. Dice:

Artículo 38-1. El producido de la estampilla a que se refiere el artículo anterior, se destinará para:

  1. Acciones dirigidas a estimular y promocionar la creación, la actividad artística y cultural, la investigación y el fortalecimiento de las expresiones culturales de que trata el artículo 18 de la Ley 397 de 1997.
  2. Estimular la creación, funcionamiento y mejoramiento de espacios públicos, aptos para la realización de actividades culturales, participar en la dotación de los diferentes centros y casas culturales y, en general propiciar la infraestructura que las expresiones culturales requieran.
  3. Fomentar la formación y capacitación técnica y cultural del creador y del gestor cultural.
  4. Un diez por ciento (10%) para seguridad social del creador y del gestor cultural.

Claramente determina que uno de los sectores a impulsar es la construcción de infraestructura, que tiene además otros probables fondos en el sistema general de regalías con el OCAD, que es el vehículo financiero con el cual se financió la fábrica de la cultura. Por su parte la Ley 60 de 1993, en su artículo 22, señala las reglas de asignación de las participaciones que da el gobierno central:

  1. En educación, el 30%. 2. En salud, el 25%. 3. En agua potable y saneamiento básico, el 20%, cuando no se haya cumplido la meta de cobertura de un 70% de la población con Agua Potable. Según concepto de la Oficina Departamental de Planeación o de quien haga sus veces se podrá disminuir este porcentaje, cuando se acredite el cumplimiento de metas mínimas y destinarlo a las demás actividades. 4. En educación física, recreación, deporte, cultura, y aprovechamiento del tiempo libre, el 5%

Un probable 5% de los ingresos del situado deben destinarse a cultura, recreación y deporte. Si el sistema general de participaciones da al Distrito de Barranquilla, según las proyecciones de su presupuesto es de $1.222.131.461.232., allí debería destinarse por los menos $60.000 mil hipotéticos legales millones para deportes, recreación y cultura. Haga el ejercicio y siga sumando.

Carencia de infraestructura

No se justifica que teniendo una serie de herramientas financieras y legales, el distrito de Barranquilla muestre tantas carencias en su infraestructura cultural. Se encuentra en el mismo nivel de un municipio de segunda o tercera categoría.  Un inventario grosso modo muestra que la infraestructura cultural actual existe la sede de la Secretaría en el antiguo edificio de la Intendencia Fluvial que ya muestra rastros de deterioro en sus instalaciones, las aulas de los colegios públicos en donde funcionan las “casas” distritales de cultura, la Escuela Distrital de Arte, la concha acústica del parque Sagrado Corazón y el auditorio en el malecón.  En la página web de la Alcaldía señalan que además de las casas de cultura –programa bandera de la administración- la infraestructura cultural de Barranquilla es la “plaza de San Nicolás, biblioteca Villas de San Pablo, biblioteca Urbanización Las Gardenias y Museo de Arte Moderno de Barranquilla (MAMB)”.  Una curiosa y risible mezcla de espacio público, bibliotecas barriales y una institución cultural de derecho privado para señalar, en síntesis, que se carece de todo: de Biblioteca Distrital, de Cinemateca Distrital, de Archivo Histórico Distrital, de Fototeca, fonoteca, teatro, orquesta filarmónica, sistema de bandas musicales, museo, Centro de Documentación Musical, Hemeroteca, Salas de nuevas tecnologías, de auditorios barriales, un espacio abierto para grandes conciertos  y un vasto etcétera por hacer.

Aunque los pragmáticos del comercio que en esta ciudad son una abrumadora mayoría minimicen estas carencias de infraestructura cultural, lo cierto es que con una oferta tan pobre en este sentido, se pierden posibilidades de competividad con otras ciudades, pues a la larga la banalización de la cultura, su farandulización, nos convierte cada más en aldeanos, encerrados en héroes de bolsillo y latón, frente a un mundo cada vez más globalizado. En otras palabras, después de ser Barranquilla el adalid del cosmopolitismo en los albores del siglo XX ahora retrocedemos, en la era digital, a la condición de aldeanos feudales. La  verdadera cultura hace falta.

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