Adlai Stevenson Samper

@AdlaiSteven

El periodismo colombiano atraviesa una crisis de credibilidad profunda, en gran parte debido a la connivencia de ciertos comunicadores con el poder. Un caso emblemático es el de Vicky Dávila, cuyo ejercicio periodístico ha sido duramente cuestionado por su aparente falta de independencia y sus relaciones con figuras de la política y el empresariado.

La entrevista en la emisora La W a Vicky Dávila ex directora de la revista Semana convertida en flamante candidata presidencial; gracias a esa misma revista propiedad del grupo de inversión financiera Gilinski fue antecedida por encuestas pagas por ese mismo medio en dónde aparece; invariablemente, en primeros lugares.

El periodismo al servicio del poder

En una sociedad donde la corrupción es endémica, el periodismo debería funcionar como un contrapeso, denunciando sin concesiones a quienes abusan del poder. Sin embargo, el modelo que representa Dávila se aleja de este ideal y se acerca peligrosamente a un periodismo de conveniencia, donde las investigaciones no parecen responder a un compromiso con la verdad, sino a intereses personales y políticos.

Tanto la entrevista como el resultado de la encuesta parfecieran hermosas coincidencias que por supuesto; desde una ingenua perspectiva ideológica, desmentirían cualquier intención de manipulación sobre la llamada opinión pública, de los conceptos sobre ejercicio democrático y la consolidación de partidos políticos aunque la candidata; enfáticamente, negara que su pretensión “tenga un jefe”.

Fue una de las mentiras rampantes de su entrevista -según opinión de internautas, paga- aunque se encuentre la candidata y sus patrocinadores -que los tiene aunque los niegue- en el derecho de creer que los colombianos somos una masa de tontos y su opinión intente validar lo que es verdad rotunda sabida. Pero se encuentra, sin dudas, en su derecho de imaginarse lo que a bien tenga sobre los intríngulis de la campaña con sus financiadores.

Pero todo eso es una perfecta nimiedad cuando le plantearon el dilema de su falta de experiencia en asuntos públicos y de contera; para delimitarle el camino de una respuesta enfática, rotunda, que incluyó el alza del dedillo acusador, sobre sí tenía idea que era la corrupción y ella, con evidente enojo, planteada en su rotunda verdad, señaló que si alguno en el panel de la entrevista le conocían actividades de corrupción que las dijeran. Obviamente no hubo respuesta ante la requisitoria pues no se le conoce paso por el sector público así que habría que enfocarlas en el campo del ejercicio del periodismo.

La pregunta correcta es sí en el campo del periodismo Vicky Dávila ha impulsado y promovido actos de corrupción en contra del mismo oficio a partir de transgresiones de sus principios fundamentales y lineamientos éticos. Allí si se encuentran elementos para conformar un sólido argumento al respecto. Partiendo que su campaña política fue impulsada desde la dirección de la revista Semana en donde pagó una encuesta para mostrarse en primer lugar lo que sin dudas fue una aberración ética -hecho público comprobado que produjo un debate nacional- con la consecuente corrupción rampante sobre el manejo y uso de las encuestas de opinión.

Vicky Davila caricature AI

Casos emblemáticos y la doble moral

Dávila ha liderado investigaciones que han llevado a la caída de figuras públicas, pero su selección de temas y objetivos ha sido altamente cuestionada. Mientras persigue con vehemencia a ciertos personajes, guarda silencio ante escándalos que involucran a poderosos aliados o anunciantes de los medios que dirige. Esta doble moral mina la confianza del público y plantea dudas sobre la verdadera intención de sus investigaciones.

Pero la candidata Dávila; que vive en su propia dimensión del periodismo, cree que ese hecho y otros son perfectamente normales y válidos. Por ejemplo la conversión de una revista respetable como Semana en una cloaca emplazada para crear ataques contra enemigos políticos, sin objetividad, abusando de ‘fake news’ en titulares e investigaciones, sin contar que diversas versiones confiables la señalan como depositaria en difusión pública de las interceptaciones del software Pegasus. Nada menos.

Algunos de los principios básico como el respeto a la verdad, la objetividad, imparcialidad, responsabilidad social, la diferenciación entre información y opinión, el ajustarse a la legalidad para conseguir información; por citar unos cuantos, han sido trasgredidos por la candidata Dávila en sus funciones dentro del oficio periodístico.

El periodismo como herramienta de intimidación

Otro aspecto preocupante es la forma en que Dávila utiliza su tribuna para atacar a quienes osan cuestionarla. Con un estilo confrontacional, no solo desacredita a sus críticos, sino que también los expone al escarnio público. Esto no solo desvirtúa el ejercicio periodístico, sino que contribuye a una cultura de miedo en la que pocos se atreven a desafiar el status quo mediático.

Se puede señalar en beneficio de la experiodista Dávila -o todavía lo es?- que los medios de comunicación en Colombia están permeados de sus mismos males con corrupción a partir de pagos indirectos a los medios para torcer noticias, recibo de dineros de funcionarios públicos para que induzcan a diversas matrices mediáticas o para que las escondan, la conversión en plataformas de agresiones desde la perspectiva de sus propietarios o directores contra personas, entidades privadas o publicas determinadas, el cobro de coimas y porcentajes de extorsiones en torno a divulgar, atacar o callar, el camuflaje como información veraz y objetiva de publicidad y las trasgresiones en forma de calumnia e injuria en donde la retractación vía judicial se encuentra a la orden del día.

La cuestionada Fundación para la Libertad de Prensa pagó a la firma Cifras y Conceptos entre diciembre de 2022 y abril de 2023 una encuesta sobre libertad de expresión y acceso al periodismo. Se entrevistaron 585 personas entre directores, periodistas, columnistas, editores, directores, coeditores, jefes de redacción, jefes de emisión de noticias, comunicadores comunitarios e investigadores de medios de comunicación: prensa, radio, revistas de prensa, TV y medios digitales.  

Una de las conclusiones de la citada indagación sobre el estado del periodismo en Colombia fue sus altos niveles de corrupción lo que desmiente la falaz ‘inocencia’ de la candidata Dávila a partir de su paso por la dirección de la revista Semana y por otros medios, tales como su aparatosa salida de la dirección de la emisora La FM de RCN el 18 de febrero de 2016 después de divulgar un video íntimo de terceras personas relacionado en apariencias con un caso de corrupción de la policía.

La Fundación para la Libertad de Prensa sacó una filípica declaración exonerándola a partir que; según ellos, se trataba de una investigación periodística relevante, valida en el ejercicio del derecho a la información, de paso cuestionando a Juan Manuel Santos, entonces Presidente de la República y en la mira de la periodista Dávila, por supuestamente inhibir su trabajo radial.

Asumiendo que principios deontológicos del periodismo no constituyan elemento de importancia para Vicky Dávila y que minimice su impacto como generador de corrupción -mirada también cuestionable, pero respetable- no hay dudas que es infractora del artículo 20 de la Constitución Política que señala, de forma tajante y perentoria a las personas -plural de la sociedad en su conjunto- para “recibir información veraz e imparcial”, preceptos en lo que no hay lugar a error ni equivocación transgredidos de forma rampante por la candidata Dávila. En ese sentido su caso es una aberrante corrupción del oficio periodístico que muestra su posible talante como funcionaria pública.

La responsabilidad de los medios

El problema no es solo Dávila, sino el modelo de negocio de los grandes medios, donde la publicidad y los intereses económicos pesan más que el compromiso con la verdad. En este contexto, los periodistas que eligen la independencia enfrentan un camino cuesta arriba, mientras que aquellos que se alinean con los poderes fácticos son recompensados con visibilidad y recursos.

Un llamado a la verdadera investigación

El periodismo colombiano necesita recuperar su esencia: la búsqueda incansable de la verdad sin importar a quién incomode. Es hora de que la audiencia exija una información libre de intereses ocultos y de que los verdaderos periodistas levanten la voz contra la manipulación informativa. La credibilidad de la prensa está en juego, y con ella, la posibilidad de una sociedad más informada y menos vulnerable a los abusos del poder.  

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