Edward Torres Ruidiaz

Columnista invitado

El Nobel de Economía que descubrió el círculo corrupto del Magdalena

Tres años después de su aclamado libro Por qué fracasan los países, el Nobel de Economía James Robinson lanzó un artículo demoledor sobre la corrupción en Colombia, señalando al Magdalena y al Atlántico como ejemplos perfectos de un “círculo de pobreza y poder” (https://revistas.uniandes.edu.co/index.php/dys/article/view/6678/6871 ). En La miseria en Colombia, Robinson detalla cómo las élites políticas de estas regiones, con figuras como los Cotes y los Name, han convertido la pobreza en un instrumento de control para desviar fondos y mantener el poder político.

La Vía de la Prosperidad: de proyecto a fracaso multimillonario

Uno de los casos más ilustrativos es el de la Vía de la Prosperidad, un proyecto que, en teoría, mejoraría la conectividad y economía del Magdalena, pero que, en la práctica, fue desviado para financiar campañas y asegurar votos. La obra, que inicialmente tenía 52 kilómetros, solo entregó 19 kilómetros y a un costo seis veces superior al promedio nacional por kilómetro. El exgobernador Caicedo, en vez de terminar el proyecto, devolvió el dinero al Ministerio, dejando al Magdalena sin carretera y sin presupuesto.

Los “intocables” y sus redes de poder

Robinson no escatima en nombres y explica cómo familias como los Name o los Cotes, con ayuda del entonces presidente Santos, fueron clave en la ejecución y, eventualmente, en el fracaso del proyecto. Santos, por un lado, apoyaba la oposición de la Ministra de Transporte a la adjudicación por “indicios serios de corrupción,” pero también exaltaba al clan Name, el principal promotor de la Vía de la Prosperidad. En esta dinámica, todos parecían tener una parte de la tajada.

¿Instituciones inclusivas o extractivas?

Robinson expone que las instituciones corruptas y extractivas como estas coexisten con algunas sanas, creando un sistema perverso donde ambas partes encuentran su beneficio. “Unos políticos necesitan dinero para alimentar la máquina y comprar votos,” explica Robinson. Esta relación simbiótica asegura la pobreza de la región y afianza el poder político de sus dirigentes, que cada cuatro años se perpetúan en el cargo y en el sistema.

¿Qué haría falta para romper el círculo?

Con estas instituciones corruptas afianzadas en el Magdalena, la pregunta de fondo es si la región alguna vez podrá escapar de este ciclo. Robinson sostiene que el cambio debe comenzar por desmontar estas instituciones extractivas y abrir paso a estructuras políticas y económicas inclusivas, un camino complejo y costoso en una región acostumbrada a la corrupción.

Cabe anotar que la nota de Robinson se hizo en 2015 y sólo sobre la cuestionada adjudicación del contrato. Si hubiese conocido el final de la historia, cuando de los 52 kms contratados de la via de la prosperidad apenas se hicieron 19 kms, que el km de vía costó casi $19 mil millones (seis veces más que el promedio) y que el Gobernador Caicedo en lugar de terminar la obra le devolvió la plata al Ministerio dejando al Magdalena sin la vía y sin la plata. O cómo las concesiones viales Barranquilla-Ciénaga-Santa Marta-La sierra siguen financiando las ostentosas campañas políticas a gobernación, congreso y ahora a presidencia, las de los colores políticos de antes y de los de más antes. Dicen que la última fue un probable “arreglo” millonario al bolsillo del gobernador de turno (https://www.elinformador.com.co/index.php/opinion/39-columnas-de-opinion/317654-app-ruta-magdalena-sierra-mar-del-mismo-cuero-salen-las-correas%20.).

Con todo eso Robinson podría ganarse otro nobel.

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