Por un lado, las encuestas siguen colocando a Alejandro Char, alcalde de Barranquilla, como el mejor del país, el de mayor valoración en su gestión. No obstante, es difícil encontrar en la capital del Atlántico a una persona que haya sido encuestada sobre este particular. Por otro lado, el alcalde Char se ha convertido en un referente para los demás gobernantes de la región por los proyectos que ha impulsado y desarrollado en Barranquilla, transformándola en una urbe de valor comercial, industrial y turístico. No obstante, también, la enorme deuda fiscal que empobrece cada día más a los barranquilleros.
Por ello, queremos detenernos hoy en ese lado oscuro y mediocre que pesa en la gestión de un funcionario como Alejandro Char que gasta miles de millones de pesos para publicitar con pitos y trompetas cada metro cuadrado de cemento que inaugura. El mismo Char ha dicho que el distrito está quebrado, pero nada lo detendrá en su objetivo de llevar a Barranquilla “a otro nivel”.
Aunque el enunciado “otro nivel” podría tener una interpretación negativa, aceptamos que la intención del alcalde Char es positiva, lo que indica que el objetivo de su gestión es entregarle a los barranquilleros una ciudad en un nivel que ha superado los problemas que le suman a una mala calidad de vida. Pero observemos estos videos:
Les presento el otro Malecón de #Barranquilla, ubicado en el mercado de Barranquillita. @NoticiasCaracol @BluRadioCo@rcnradio @RevistaSemana, los invitamos para que vean la verdadera transformación de esta ciudad, que hasta la misma capital de La Florida, Miami, nos envidia. pic.twitter.com/xgbEpqrxEv
— Javier Manjarrés R. (@JManjarresR) October 24, 2024
La millonaria fachada de progreso
En cada esquina de Barranquilla, un metro cuadrado de cemento parece venir acompañado de una ola de publicidad desmedida, alabando a Alejandro Char como el arquitecto de una ciudad “a otro nivel.” Sin embargo, detrás de cada campaña publicitaria multimillonaria y de cada obra inaugurada con trompetas, Barranquilla se desmorona bajo el peso de una deuda insostenible. Las calles pueden tener nuevo asfalto, pero el futuro financiero de los barranquilleros parece haberse hipotecado sin retorno.
Una ciudad embellecida, pero empobrecida
Los proyectos de Char, promocionados como símbolo de una “ciudad modelo,” no han sido suficientes para elevar el nivel de vida de los barranquilleros. La creciente deuda del distrito representa una carga financiera que se traducirá en recortes y limitaciones para proyectos esenciales de salud, educación e infraestructura. Las cifras indican que mientras Char avanza con grandes obras, el déficit crece y Barranquilla se convierte en un emblema de desigualdad en la región.
Obras en video: ¿progreso o espejismo?
Los videos adjuntos son elocuentes: uno muestra la emblemática avenida Circunvalar bajo problemas de infraestructura que han desencadenado inundaciones y caídas de muros que ni la millonaria inversión ha logrado subsanar. Otro video capta el mercado público encharcado, un claro recordatorio de que, a pesar de los discursos de progreso, las zonas populares siguen padeciendo las mismas dificultades de hace décadas. Estos ejemplos son prueba de que muchas de las obras públicas de Char, lejos de resolver los problemas de fondo, los ocultan detrás de una capa de concreto y una estrategia de marketing.
¿Quién paga la deuda? La factura millonaria que le queda al pueblo
La deuda pública de Barranquilla es un tema de preocupación para los ciudadanos. Alejandro Char, mientras se proyecta como el “mejor alcalde,” ha declarado públicamente que el distrito está “quebrado.” No obstante, los compromisos financieros siguen aumentando, mientras el alcalde prioriza el cemento y la publicidad. ¿El resultado? Barranquilleros ahogados por una deuda que se incrementa a medida que el alcalde invierte en mostrar una ciudad modernizada que, en realidad, empobrece a sus habitantes cada día más.
Conclusión: Char, la imagen del “progreso” que no mejora la vida de los barranquilleros
Alejandro Char representa el modelo de alcalde que invierte más en imagen que en soluciones de fondo. Mientras sus proyectos y su publicidad venden una ciudad “a otro nivel,” los barranquilleros ven con recelo una realidad donde las obras son incompletas, el gasto es desmedido y la deuda crece sin control. La pregunta es: ¿cuánto tiempo pasará hasta que la “quiebra” financiera y moral que deja su gestión explote? Barranquilla merece un futuro mejor, lejos de promesas huecas y deudas impagables.