Si la Policía en conjunto con la Fiscalía no hubieran realizado el allanamiento en Barranquilla al comando electoral conocido como Casa Blanca, el domingo 11 de marzo de 2018, Aida Merlano estaría en estos días haciendo campaña para reelegirse como senadora bajo la misma estrategia delictiva de compra de votos en complicidad con megacongratistas, funcionarios públicos y otros políticos.
De todos modos, eso es lo que van a volver hacer la mayoría de nuestros políticos con pretensiones de llegar al senado o reelegirse, pues los delitos electorales son muy difíciles de probar por la sofisticación a que ha llegado esta industria del comercio de votos.
Pero, desafortunadamente para Aida Merlano, ella fue traicionada (hasta el momento no se sabe quién lo hizo). En Colombia es muy difícil probarle a los políticos corruptos sus abusos y actos delincuenciales para mantener el poder sobre los bienes públicos.
Ahora Merlano, condenada a 15 años y prófuga del Buen Pastor, quiere colaborar con la Corte Suprema de Justicia para terminar de resolver su caso. Todos sabemos que ella no actuó sola, menos la justicia colombiana que cuatro años después no ha relacionado a nadie más en esta empresa delictiva de compra de votos.
Lo que Aida Merlano le va a decir a la Corte Suprema es de suma importancia aunque no aporte pruebas (y si las aporta, mucho mejor), pues ella es un testigo de excepción. Ella, más que nadie, sabe cómo es el negocio y quiénes eran sus socios.
El aporte de Merlano confirmará, seguramente, lo que todos en el Caribe sabemos desde hace muchos años, pero no podemos comprobar ni nadie se atreve denunciar: quiénes son los políticos delincuentes que han llegado a altas esferas del poder comprando votos.
Si no lo hace, es una bellaca, mitómana, delincuente de baja ralea, que se burla de todos los colombianos, comenzando por la Corte Suprema de Justicia.