Cuatro audios de una reunión, aparentemente normal, de la directiva de ASPU (Asociación Sindical Profesores Universitarios) con el éticamente cuestionado rector Carlos Prasca devela los intríngulis de la corrupción y las causas del bajo nivel académico de la Universidad del Atlántico.
Es sencillamente terrible lo que muestran esos 4 audios grabados –no se sabe por quién- en una reunión del comité asesor de la restructuración académica y administrativa de la universidad, con los directivos de ASPU y el rector Prasca. El objeto central de la reunión era que ASPU le garantizará al Rector que no se opondrían a la restructuración administrativa y académica de la universidad, si este se comprometía en una serie de medidas tales como el nombramiento preferencial de ellos y el cierre paulatino del talento foráneo con excusas chovinistas.
Veamos quienes hablan en los audios. En el primero Martin Orozco, que le pide –ni que fuera deportista ni aficionado a las emociones profundas- al recto Prasca “mucha adrenalina” pues la rectora Stevenson no les había “jalado a sus pedidos”.
Después, en el segundo, aparece José Meza Galvis. Gabriel Vergara en el tercero y el seudopoeta Rubén Arroyo en el cuarto. El caso de este último amerita una investigación disciplinaria en la Universidad, por incitar a la administración –Prasca- a violar la ley, desconociendo el concurso abierto y publico de docentes, a uno cerrado y centrado solo en ellos mismos. La mediocridad salvaguardando su pellejo, en otras palabras.
Son curiosas las historias de Arroyito, tal como lo llaman en la universidad y Walberto Torres, otro directivo de ASPU. Ambos adujeron hace algunos años, y nadie pudo decir lo contrario nunca, que se encontraban amenazados de muerte y por tanto, por sus actividades sindicales tenían que irse, gastos pagos, de la ciudad. Así fue como Arroyito cayó en la bohemia bogotana durante algún tiempo hasta que un vicerrector de docencia les solicitó al Ministerio del Interior si era cierto que estos dos profesores se encontraban con amenazas y ello ameritaba protección especial, respondiendo el Ministerio con una rotunda negativa. Ni modo. Les tocó volver a la Universidad del Atlántico a su antiguo show de izquierdas negociantes y profesores de mentiras.
Pero como todos estos personajes no solo no son poetas, profesores y mucho menos intelectuales de valía; también carecen de la necesaria conciencia en lo que escriben y dicen y cada vez que ejecutan el ejercicio del pensamiento, meten irremediablemente las patas. Vamos por partes para explicar esta afirmación que podría resultar ofensiva, pero que es absoluta realidad. Ustedes al analizarla sacaran sus propias conjeturas.
Resulta que los cuatro audios mencionados comenzaron a circular soterradamente en los predios de la universidad con todo lo que ello representaba: unos directivos sindicales pactando con el rector prebendas, cosa que es absolutamente legitima en otros ámbitos de la actividad laboral, pero con las condicionantes presentadas es absolutamente vulgar, anticonocimiento y antiuniversitaria. Entonces, Gabriel Vergara, fiscal de ASPU, decide justificar públicamente estos acercamientos y acuerdos con un comunicado que transcribiremos en lo pertinente y enseguida acotaremos con una corta y singular reflexión:
ASPU: El acuerdo logrado no es corrupción, no es ilegal y mucho menos contrario a los intereses de los agremiados.
Si es corrupción pues corrompe la idea misma de pluralidad de la universidad y si es ilegal pues viola la ley.
ASPU: El señor rector Carlos Prasca que en buena hora regresó a la rectoría, desea que nosotros ASPU, no nos opongamos a la reestructuración administrativa y académica que de manera justa y transparente la administración actual va a ejecutar.
El tono laudatorio y encomiástico produce serias dudas sobre la ecuanimidad de los directivos de ASPU en estos procesos. ¿A qué viene tanta lambonería de un líder sindical con el nominador o empleador?
ASPU: En el próximo concurso docente se escojan solo los catedráticos y TCO Que NOSOTROS INDIQUEMOS, para acabar con los PH cachacos y externos que no aportan nada a la investigación y la docencia en la Universidad del Atlántico.
Esto sí que es grave, pues viola flagrantemente la Ley 30 y el Estatuto de la Universidad, pero además señala que todo el que entre; no será por méritos científicos, académicos o intelectuales, sino por las indicaciones de aprobación de ASPU, convirtiendo un concurso abierto y público en uno cerrado y endógeno, es decir, nutrido por la misma universidad con las consideraciones de mediocridad y baja calidad que ello presupone. Cerrados irremediablemente a otros tipos de pensamientos, enclaustrado –en el peor sentido del concepto- en una especie de castillete feudal del pensamiento que ha convertido a la Universidad del Atlántico –por si no lo sabe, sr. Gobernador Verano- en el hazmerreír de investigadores y catedráticos de otras universidades colombianas que no cargan este lastre.
La trampa chovinista de los cachacos es tonta. Quítele esa connotación regional y póngale un foráneo con comprobada investigación, publicaciones y premios. Digamos un premio Nobel. No podría entrar en la universidad, por no pertenecer ASPU ni gozar de las indicaciones respectivas y debería ser evaluado -por ASPU, una caverna de retrasados de los años 70- si el candidato aporta sí o no a la docencia y la investigación.
Lo último de la antológica carta de Vergara que desconoce, en su esencia fundamental, de que se trata una universidad, es de una ingenuidad rayana en la ternura:
Siempre he sido honesto, como me lo enseñaron los antepasados sabaneros. Gabriel Vergara, Fiscal ASPU
La honestidad, Gabriel, es un valor o cualidad que tiene estrecha relación con los principios de verdad, justicia y con la integridad moral. Así, una persona honesta, como la que dices ser, es aquella que procura siempre anteponer la verdad en sus pensamientos, expresiones y acciones. No es el caso de esta actuación de los directivos de ASPU pues anteponen los objetivos personales a los de la comunidad universitaria, incluso en su contra provocando violaciones y esguinces a la ley.
Eso no es verdad, no es justicia y mucho menos ético.