En el municipio de Soledad, Atlántico, coexisten dos realidades paralelas. En una, la alcaldesa Alcira Sandoval Ibáñez recibe lánguidos aplausos en París como «embajadora de ciudades sostenibles«. En la otra, más terrenal y menos fotogénica, su administración es multada con $1.516 millones de pesos por incumplir con las normas ambientales básicas que debería defender.

El contraste es tan absurdo como revelador: mientras Sandoval recibía galardones internacionales por su supuesto compromiso con la sostenibilidad, la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA) preparaba una sanción millonaria contra su municipio por no tener actualizados los Planes de Gestión Integral de Residuos Sólidos (PGIRS).

El precio de la negligencia

La resolución de la CRA es contundente: «DECLARAR RESPONSABLE al MUNICIPIO DE SOLEDAD por el CARGO SEGUNDO… IMPONER al MUNICIPIO DE SOLEDAD una MULTA de MIL QUINIENTOS DIECISÉIS MILLONES CUATROCIENTOS OCHO MIL CIENTO TREINTA Y CUATRO PESOS ($1.516.408.134)».

Lo que hace de esta sanción un caso de estudio en contradicciones es que llegó apenas tres meses después de que Sandoval fuera condecorada en el 8° Foro Global de Ciudades Sostenibles en París, donde según comunicados oficiales, «realizó una significativa gestión» presentando cinco proyectos para «transformar al municipio en un territorio sostenible«.

La fábrica de premios

El círculo de reconocimientos que rodea a la alcaldesa Sandoval genera más preguntas que respuestas. Galo Limón, el mismo personaje que la reconoció como «embajadora de ciudades sostenibles» en París, ya le había otorgado otra distinción en México por una estrategia llamada «PISANDO FIRME» que, según fuentes cercanas al municipio, ni siquiera había sido implementada cuando recibió el galardón.

El Instituto Mejores Gobernantes A.C. y la plataforma digital Red Gobierno.org, entidades que otorgaron a Sandoval el «PREMIO INTERNACIONAL TONANTZIN 2024«, mantienen un perfil bajo en el escenario internacional de premiaciones de peso.

Lo que esconden los premios

Mientras las oficinas de comunicación de la Alcaldía de Soledad se esmeran en difundir cada reconocimiento, la realidad local cuenta otra historia. Los PGIRS, instrumentos fundamentales para la gestión de residuos sólidos que deberían:

  • Mejorar el manejo de residuos
  • Optimizar el servicio de aseo
  • Reducir la generación de desechos
  • Aprovechar los residuos y proteger el ambiente
  • Mejorar la calidad de vida

…brillan por su ausencia en la administración premiada por sostenibilidad.

La aritmética del despilfarro

El detrimento patrimonial de $1.516 millones supera con creces cualquier beneficio tangible que estos premios internacionales hayan aportado al municipio. Para dimensionar la magnitud: con esa suma se podrían haber implementado programas efectivos de reciclaje, capacitación comunitaria en gestión de residuos, o incluso haber contratado el personal necesario para mantener actualizados los PGIRS.

Los contribuyentes de Soledad ahora enfrentan un interrogante: ¿Quién asumirá el costo de esta contradicción? ¿Es admisible que los viajes internacionales y las fotos con trofeos se traduzcan en multas millonarias que pagará el erario público?

La sostenibilidad como fachada

En los comunicados oficiales, Sandoval declaró que «mi administración trabaja para convertir a Soledad en un territorio de paz y oportunidades, pero sobre todo en un territorio autosostenible«. La multa de la CRA parece indicar que esta sostenibilidad existe más en los discursos y las placas conmemorativas que en la gestión real del municipio.

La alcaldesa presumía en París sobre «transformación energética a través del uso de paneles solares", mientras su administración no cumplía con la tarea básica de mantener actualizado el plan de gestión de basuras.

El verdadero costo para la comunidad

La pregunta que resuena entre los soledeños es simple pero punzante: ¿Quién pagará por este comportamiento negligente? La respuesta, aunque dolorosa, es evidente: los mismos ciudadanos que deberían beneficiarse de una gestión ambiental efectiva.

Mientras la administración municipal celebra premios de dudosa trascendencia, la comunidad de Soledad paga doblemente: primero con un ambiente degradado por la falta de planificación en la gestión de residuos, y ahora con una millonaria multa que saldrá de sus propios bolsillos.

La teatralidad del poder

El caso de Soledad ilustra una tendencia preocupante en la administración pública: la priorización de la imagen sobre la gestión efectiva. Los premios internacionales, especialmente aquellos otorgados por organismos de limitada trayectoria, se han convertido en una herramienta de legitimación para administraciones que fallan en sus responsabilidades fundamentales.

Este fenómeno no es exclusivo de Soledad. A lo largo del país, alcaldes y gobernadores coleccionan distinciones mientras sus municipios y departamentos sufren carencias básicas. La paradoja de recibir galardones por sostenibilidad mientras se incumplen normas ambientales elementales es solo un síntoma de un problema más profundo: la teatralización de la función pública.

La factura pendiente

La multa de $1.516 millones representa solo el costo financiero inmediato. El verdadero precio de esta contradicción lo pagará el municipio en términos de credibilidad institucional, confianza ciudadana y oportunidades perdidas para una genuina transformación ambiental.

Mientras la alcaldesa Sandoval no explique cómo concilia su papel de «embajadora de ciudades sostenibles» con el incumplimiento sancionado por la CRA, el caso de Soledad permanecerá como un ejemplo de lo que ocurre cuando los premios importan más que las responsabilidades.


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