La navidad más costosa del Atlántico

La historia se repite, y esta vez tiene espíritu navideño: el alcalde de Puerto Colombia, Plinio Cedeño Gómez, contrató el pasado 14 de diciembre a la Fundación Construyendo Vidas para el Futuro (Funcovif) para llevar la Navidad a los barrios del municipio. Hasta ahí, todo suena festivo, pero cuando se leen los detalles, el gasto de $430 millones de pesos en 8 días de ejecución revela una historia digna de investigación.

¿Navidad o negocio personal?

El contrato, titulado con un toque poético “Navidad es cultura y bienestar social 2024”, compromete $330 millones del municipio y otros $100 millones supuestamente aportados por Funcovif. Sin embargo, en los documentos oficiales, el total asciende a $430 millones, todos provenientes de los recursos públicos.

Ahora, aquí lo curioso:

  1. No hay detalles concretos sobre cuántas personas se beneficiarán.
  2. No existe un desglose claro sobre en qué se invertirá la millonada.
  3. La ejecución será en apenas 8 días. ¿$430 millones para unos villancicos y unos buñuelos?

Funcovif, conocida por su estrecha relación con la administración municipal, no es una novata en esto de los contratos cuestionables. Ya ha sido favorecida en repetidas ocasiones para manejar actividades de adultos mayores, infancia y eventos sociales, contratos que han levantado sospechas por sobrecostos y falta de transparencia.

Violación de la neutralidad religiosa

Aparte del evidente cuestionamiento al gasto desmedido, el alcalde Cedeño parece haber olvidado un pequeño detalle legal: el Estado colombiano es laico, y destinar recursos públicos para actividades con connotaciones religiosas está prohibido.

La Corte Constitucional, en sentencias como la C-224 de 2016, ha sido clara:

“La autorización para destinar recursos públicos con miras al estímulo de un rito religioso vulnera la laicidad del Estado y su deber de neutralidad religiosa.”

En Pamplona, Norte de Santander, una polémica similar surgió cuando se pretendía usar recursos públicos para financiar la Semana Santa, un evento histórico y de gran tradición. ¿Cómo justificar, entonces, que una novena católica en Puerto Colombia, disfrazada de “evento cultural”, absorba semejante cantidad de recursos públicos?

¿Dónde están los filtros y la transparencia?

Al comparar lo que sucede en otras ciudades, las administraciones municipales manejan eventos similares de manera directa, garantizando actividades culturales y recreativas de verdad: conciertos, obras de teatro, intervenciones artísticas. Pero en Puerto Colombia, parece que la prioridad es otra: justificar gastos millonarios sin que nadie pregunte demasiado.

¿Por qué Funcovif recibe contratos repetidamente? ¿Por qué el alcalde sigue favoreciendo a esta fundación “consentida”? Estas son preguntas que la Contraloría y la Procuraduría deberían responder antes de que se convierta en otra historia de impunidad.

El patrón de las ONGs amigas

El modus operandi es claro:

  1. Seleccionar una ONG de confianza (o consentida).
  2. Redactar un contrato con justificaciones ambiguas y nula transparencia.
  3. Destinar millones del erario para proyectos que no tienen control ni seguimiento real.

En Puerto Colombia, como en muchos municipios del país, el problema no es la falta de recursos, sino quién se los embolsa.

Conclusión: los porteños y su aguinaldo costoso

La comunidad tiene derecho a saber cómo se invierten sus impuestos y por qué se adjudican contratos a entidades de dudosa calidad. Si en Bogotá la Orquesta Sinfónica y colectivos culturales iluminan la Navidad, ¿por qué en Puerto Colombia debemos conformarnos con un contrato cuestionado y sin explicaciones?


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