Reforma a la salud: el combate a la corrupción que algunos prefieren confundir
La reforma a la salud presentada por el gobierno actual promete atacar frontalmente uno de los mayores problemas del sistema sanitario en Colombia: la corrupción. Sin embargo, para la representante a la Cámara Cathy Juvinao, esta reforma no es más que una puerta abierta a una mayor descomposición. ¿Tiene razón o simplemente está tergiversando? Analicemos sus argumentos con lupa.

1. El mito del 85% sin control
Juvinao sostiene que los recursos se girarán directamente a las clínicas y hospitales sin auditorías previas, lo que incentivará la sobrefacturación. Pero aquí está el truco: esto es falso.
- Realidad: Se girará el 85% de la factura tras una validación inicial, pero el 100% será auditado posteriormente. Si se detectan irregularidades, el ajuste se aplicará en facturas futuras.
- Dato actual: Hoy, el 88.3% de los contratos de las EPS ya son por evento, según el archivo ST010 de la Supersalud. Entonces, ¿de qué cambio aberrante estamos hablando?
El giro directo asegura que los prestadores reciban su dinero de forma inmediata, evitando los retrasos que han llevado al colapso de hospitales y la acumulación de deudas millonarias.
2. Contratación privada: ¿atajo o solución?
Otro de los puntos polémicos es la construcción de hospitales bajo derecho privado. Juvinao teme que esto facilite contratos a dedo. Sin embargo, hay que entender el contexto:
- Actualidad: Los procesos de contratación pública son tan engorrosos y corruptos como la misma problemática que denuncian. Usar mecanismos privados con regulación estricta puede ser una vía para agilizar procesos sin caer en la trampa de los intermediarios.
- Pregunta clave: Si el sistema actual ha fallado tanto, ¿no es hora de intentar algo diferente?
3. Los gerentes politiqueros: un mal que persiste
Aquí, Juvinao acierta parcialmente. El método actual de selección de gerentes hospitalarios es uno de los principales agujeros del sistema. Pero, ¿qué propone ella? Su crítica no ofrece alternativas ni soluciones viables.
4. Las ‘Unidades Zonales de Planeación’: ¿burocracia o eficiencia?
Juvinao ridiculiza la creación de estas unidades, calificándolas de “engendro burocrático”. Sin embargo, estas instancias están diseñadas para descentralizar y acercar la planeación a las necesidades reales de las regiones.
- El problema real: El uso indebido de estas unidades dependerá de la vigilancia ciudadana y los controles efectivos. Más que eliminarlas, ¿no deberíamos exigir claridad en su funcionamiento?
5. Redes de prestadores: el regreso de los favores políticos
Juvinao afirma que devolver a alcaldes y gobernadores la potestad de conformar redes de salud revivirá prácticas corruptas del pasado. Pero aquí omite algo crucial: el fortalecimiento de la supervisión.
- Si las redes locales se gestionan con transparencia, podrían ser más eficientes que un sistema centralizado que, a menudo, ignora las necesidades específicas de cada territorio.
6. ADRES: ¿riesgo o salvación?
Centralizar la contratación en la ADRES podría ser riesgoso si no se fortalecen sus capacidades. Pero este punto es clave para erradicar a los intermediarios que hoy deciden discrecionalmente a quién se le paga y cuándo.
- Ventaja: Pagos justos, sin favoritismos ni integraciones verticales que beneficien a unos pocos.
- El desafío: Asegurar que la ADRES cuente con los recursos y la autonomía para gestionar este nuevo rol.
La desinformación como herramienta política
La reforma no es perfecta, pero simplificarla como una “maraña pro-corrupción” es un argumento vacío que ignora sus avances. Las críticas de Juvinao no solo carecen de sustento en varios puntos, sino que también fallan en proponer alternativas viables.
Conclusión: ¿una reforma perfectible o una oportunidad perdida?
El sistema de salud actual está colapsado, en gran parte, por la corrupción que Juvinao menciona. Pero criticar sin ofrecer soluciones solo perpetúa el statu quo. Los colombianos necesitan un debate serio, basado en hechos y no en narrativas sesgadas.