El Caso judicial de Aida Merlano, para que no se nos olvide, es de corrupción electoral soportada en el clan familiar político de los Gerlein a quien sirvió con verdadera devoción discipularia. Una trama digna de novelón mexicano o del famoso programa televisivo Caso Cerrado que ahora ha proseguido en manos de su astuta hija Aida Victoria que decidió aprovechar su cuarto de hora para convertirse en celebridad pública ofreciendo declaraciones en radios, televisoras y mostrando sus juveniles atributos sin ropas que ofendan la vista en la revista Soho.

Está en su derecho. De mostrarse, de hablar sobre política —o de lo que ella cree que es la política—, de fomentar versiones sobre las relaciones amorosas de su bella madre e incluso de aplicar la paternidad de Julio Gerlein sobre su rastro vital con el argumento que su otra mujer —es decir, su esposa— era solo un plante social, un matrimonio de papel de conveniencias que sobrevivía solo para las fotos sociales del Country Club, lo cual es una exageración evidente, habida cuenta que uno de los argumentos preferidos de los infieles es señalar que su otro matrimonio no funciona. El apotegma sustantivo para la reivindicación de las queridas. Siempre el cuento comienza o termina por allí.

Entonces, el problema central es sexo más corrupción electoral que equivale en términos pragmáticos, en mezclar la política con los contratos de obras públicas y los enredos de la entrepierna. Ante la salida en medios de comunicación de Aida Jr. en tono de venganza por la lapidación pública sufrida por su madre, arremetiendo contra la esposa de Julio, su padre putativo, algunos medios salieron en defensa de la agraviada señora de Gerlein indicando su talante digno y entereza de carácter ante el escarnio social que le había sido impuesta.

Comenzaron a mirar con suspicacias a la nena Merlano. A señalar su actitud farandulera. Su comportamiento desenfadado y falto de alcurnia. ¿Cómo es que una entrometida en problemas penales tiene tanto protagonismo? Era una de las requisitorias de la cruzada ética de las buenas costumbres emprendidas por recatadas señoras.

En redes sociales se movía el chocolate con una visión sacramental de escandalizadas monjas de clausura. ¿Quién es esa advenediza que se roba las luces de las cámaras en una ciudad en la que las únicas que pueden aceptar tales retos de protagonismo ciudadanos son ellas?

Una de las críticas más tenaces de Aida Merlano Jr. es la ex reina del carnaval Marcela García Caballero. No le perdona su protagonismo barato y superficial, su vulgaridad —de vulgo: pueblo— y que por sus dotes de habladora y farandulera hayan caído como anillo al dedo a la ciudad que se precia de su excelsa incultura. ¿Quién es ella, se preguntan, con un pasado tan deleznable para servir de comidilla a los medios de comunicación de Barranquilla que precisamente viven de estos chismes para evadir contar otras historias estas sí de excelsa gravedad?

A Marcela le regalaron una columna en El Heraldo para opinar más allá de los bailoteos y agites del carnaval. Perfecto. Ahora investida del don otorgado, de periodista convencida —y es verdad— que es muy fácil engañar a la ciudadanía barranquillera inculta —uno de los planes políticos de la cultura oficial es el privilegio de lo deleznable y tonto— e ingenua hasta los tuétanos en torno a sus posiciones sobre la decencia social, ha desatado en redes y en sus columnas una especie de ajuste de cuentas sobre la moralidad pública en torno a Aida Merlano y su hija, en la que ellas son las “malas” en un matrimonio de 60 años con hijos y nietos, exculpando machistamente las andanzas de bragueta de Julio Gerlein. Esto dice García en su columna:

Es triste ver que la búsqueda de ‘clicks’, ‘likes’ y ‘ratings’ haya hecho que lo que se ‘informe’ sea puro morbo. Morbo que ha olvidado que hay gente real en el medio, que hay un matrimonio de 60 años, que hay hijos, que hay nietos, y que poco de lo que se dice tiene que ver con el tema principal. En vez de hacer preguntas sobre el caso legal que tiene el empresario Julio Gerlein Echeverría abierto, en vez de hacer preguntas que ayuden a encontrar a la prófuga de la justicia (a quien han dibujado como víctima, al punto que a muchos se les olvida que fue encontrada comprando votos), en vez de hablar sobre lo que verdaderamente es relevante, hay periodistas que han decidido utilizar el espacio para ‘echar el chisme’ (que como todo chisme no ha sido corroborado y puede tener tintes de ficción), sobre lo que a nadie le tiene por qué importar y que lo único que ha hecho es lo que en Colombia somos expertos en hacer: volver famosa a quien tiene hambre de serlo.

https://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/marcela-garcia-caballero/la-noticia-y-el-chisme-679008

Pero la rabia personal, la inquina, los celos se encuentran en la última oración: “En Colombia somos expertos en hacer volver famosa a quien tiene hambre de serlo”. Se refiere a Aida Jr. que se ha convertido con sus dotes de parla y sensualidad en una figura atrayente para los medios de comunicación que fieles a la molienda diaria, le preguntan y la exhiben como trofeo de caza.

Después se pregunta alarmada sobre el derecho a la intimidad y que el periodismo serio —el suyo, por supuesto— se “le haya olvidado eso”. Y da cátedra en redes sociales, en la red Twitter:

Marcela García Caballero‏ @marcelagarciacp 10 nov.

Cuando una mujer insulta a otra es porque se quedó sin argumentos. Mi columna fue clara: que hablen del proceso legal abierto de Julio Gerlein, que hablen de la fuga de Aida Merlano y dejar lo personal a un lado. Porque eso es lo que le debe importar al país: la corrupción.

De acuerdo en que lo personal, los polvos indispuestos, deberían dejarse fuera de este proceso. Pero ¿cómo? Si precisamente Gerlein es el amante que financia la compra de votos (demostrado) y que en su desmedido afán de control político para sus contratos de infraestructura desecha la figura senatorial de su hermano Roberto y se enfrasca —él y nadie más que él— en un abierto desafío a su matrimonio de 60 años sin importarle los formalismos sociales y los rituales matrimoniales, imbuido desde la prepotencia de su fortuna.

Aida Merlano es apenas el instrumento de un mecanismo de enriquecimiento con los contratos del estado y sus virtudes personales, su cautivante belleza, son las de una astuta líder electoral que sabe cómo se hacen estas cosas.

Por eso no se puede dejar lo “personal” —Julio Gerlein— a un lado. Por ser él directamente responsable del montaje para el logro de sus fines, no propiamente de servicios a la nación o la ciudadanía sino a las causas de su empresa Valorcon.

Prosigue la ex reina del carnaval Marcela García Caballero en el remate del Twitter: “porque eso es lo que debe importarle al país, la corrupción”.

Estamos de acuerdo totalmente en ese punto, pero la asepsia, el catecismo moral empieza en casa y en Corrupción al Día hemos mostrado en varios documentados informes las relaciones de su padre Augusto García llegado a Cormagdalena para cumplirle compromisos a Julio Gerlein, socio de su empresa Navelena y la ultra corrupta empresa brasilera Odebretch. Sin entrar en detalles sobre las cuentas en la empresa Carnaval SA cuando su madre Mireya fue directora y que incluyó un sonado caso quebrantamientos a la ética gerencial cuando usaba la tarjeta de crédito de esa empresa para pagar los costos de afiliación y gastos de ella y su esposo en el Country Club. Por acá no hay alzheimer así que citemos algunos de los episodios de Augusto García al frente de Cormagdalena.

Revisemos algunos de estos episodios:

Ya hubo un primer pronunciamiento de la Procuraduría, la segunda semana de diciembre de 2018, al formularle pliego de cargos a al ex director de la Corporación Autónoma del Río Grande de la  Magdalena, Cormagdalena Augusto Noel García, por presuntas irregularidades en la celebración y ejecución de un contrato por más de $9.526 millones.

Se trata del convenio No. 1-0031 de 2011 por $9.526.786.272, que Noé García firmó con la Asociación Portuaria de Barranquilla, Asoportuaria, para gestionar la contratación del mantenimiento de la profundidad del canal navegable del río Magdalena, mediante el dragado en el Puerto de Barranquilla.

El Ministerio Público calificó la conducta de García como de faltas “gravísimas imputables a título de culpa gravísima y dolo”.

https://corrupcionaldia.com/la-procuraduria-tras-los-pasos-de-la-corrupcion-en-cormagdalena/

Seguimos con las trapisondas de corrupción de Augusto García en Cormagdalena:

Augusto Noé García Rodríguez, siendo director de Cormagdalena, fue el encargado de la celebración del contrato de APP 001 del 2013, para la navegabilidad del río Magdalena. García Rodríguez publicitó que este contrato había sido adjudicado al consorcio integrado por la empresa brasilera Odebrecht con el 87% de participación y por la firma colombiana Valores y Contratos SA Valorcon, con el 13% de participación.

Este contrato tenía un valor de $2.5 billones de pesos, por lo que García se prestó para manipular la información conveniente ante el público, queriendo mostrar que se trataba de un consorcio fuerte tanto financiera como legalmente y con capacidad de contratación (suficiencia financiera).

Pero la realidad objetiva era otra. Ahora, después de revisar la documentación legal de este contrato, vemos que García Rodríguez realmente firmó el contrato con Jorge Barragán, representante legal de la sociedad llamada Navelena S.A.S. Verhttps://corrupcionaldia.com/alfredo-varela-sigue-ocultando-la-verdad-en-el-caso-cormagdalena-navelena-primera-parte/.

Para mayor ilustración sobre todas las irregularidades en este contrato orquestadas por Augusto Noel García remitirse al artículo publicado en este portal https://corrupcionaldia.com/las-denuncias-que-no-se-atreve-hacer-alfredo-varela/.

La lista es larga y enjundiosa mostrando los nexos de García en favorecimiento de Navelena, empresa en la que era socio Julio Gerlein. Nada personal con el eminente y enamorado empresario que usando sus redes políticas —el poder ¿para qué?— logró influenciar los nombramientos de García y Alfredo Varela en Cormagdalena. A este último le financió; dicho por la misma Aida Merlano, la campaña a la gobernación y este después le retribuye firmando un contrato en donde devuelve casi un billón novecientos millones de pesos por el que se encuentra investigado —a igual que Valorcon, Gerlein y los brasileros— en un juicio fiscal de la Contraloría.

Usando Gerlein el poder político comprado con corrupción electoral también logró que el Banco Agrario le prestará a Navelena para intentar el cierre financiero. Dice la Unidad Investigativa del diario El Tiempo el 18 de septiembre de 2018:

La Superintendencia Financiera acaba de multar al Banco Agrario por haberle desembolsado más de 120 mil millones de pesos a Navelena, sin tener en cuenta el riesgo moral que estaba corriendo, debido a que Odebrecht era la principal accionista de ese consorcio. De acuerdo con la decisión de la Súper y tal como EL TIEMPO lo había revelado, al momento del desembolso ya eran públicos los escándalos de los sobornos de la brasileña y la crisis por la que atravesaba.

Corrupción total y en ese entramado Aida Merlano y su pizpireta hija son solo un engranaje al cual ahora esa misma élite de poder de Barranquilla quieren achacarle todos los males, hasta de su matrimonio mal avenido y lo tormentosos de sus polvos electorales.

Bien vista la cosa, teniendo en cuenta que para ser reina del carnaval se necesita swing, talento histriónico y unas ganas increíbles de farandulear, no le quedaría nada mal la distinción de soberana de las fiestas a la hija de Aida Merlano. En últimas pertenece a una casta de 5 reinas de carnaval pues su papá, ya lo dijo públicamente, es Julio Gerlein.

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