El polaco Ryszard Kapuscinski, uno de los paradigmas de lo que debe ser el periodismo y quienes lo ejercen, tiene atribuida la frase de que cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante.
Y lo ratificó hace poco en su columna de El Espectador la periodista Yolanda Ruíz:
El análisis que hace Ruíz, tiene que ver con los hechos últimos relacionados con los enfrentamientos entre algunos medios de comunicación y periodistas con el Presidente de la República, Gustavo Petro.
¿Medios politizados?
Desde que comenzó su mandato, no fueron pocos los medios que de alguna manera tomaron posición frente a Petro, es decir, asumieron la vocería de sus opositores políticos, comenzaron a tomar partido, dejando de lado, no aquello de la objetividad, que en realidad es un dogma aspiracional envidiable, pero sí la imparcialidad, es decir, la defensa de sus visiones y principios, siempre basados en datos contrastados como medio para que su misión fiscalizadora sea legítima y evitando dar a entender que sus conclusiones y análisis son verdades objetivas.
Con el paso de los meses, tras su posesión, antes que amainar, la disputa ha ido creciendo, volviéndose cada vez más tensa la relación entre “varios” periodistas y el Presidente.
El caso más reciente se generó por una información del canal de televisión Caracol, en que según las fuentes consultadas, el narcotraficante Juan Carlos López, alias “sobrino”, había participado en la campaña presidencial en el departamento de Casanare, lo cual Petro negó y calificó de calumnioso el informe. Y ahí fue la de ‘troya’.
Petro utilizó su cuenta X (Twitter) para expresar su desacuerdo con la investigación realizada por Caracol, que sugirió que alias el Sobrino tuvo un rol significativo en la aspiración presidencial de Petro, respaldando su afirmación con pruebas audiovisuales y documentales.
“Ya van dos noticias completamente falsas. Las cinco maletas de Semana y esta de Caracol. No pensé que llegaran a tanta bajeza. De inmediato les exijo rectificar esa información falsa. Nunca hice manifestación en Yopal, nunca se recibió aportes de nadie del Casanare”, expresó Petro en su perfil de X.
Pero en vez de la rectificación, lo que sí llegó rápido, como en anteriores oportunidades, fue el pronunciamiento de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), que afirmó que en dichos trinos, Petro habría imputado al medio de propagar información inexacta y distorsionar los hechos para perjudicar la imagen de su campaña.
Según la FLIP, esta actitud afecta la capacidad de los medios para comunicar a su audiencia los sucesos relacionados con el Gobierno.
«Esto hace eco a su acusación de la presunta participación de los medios en lo que él ha denominado ‘un golpe blando’ en contra de su gobierno
», indicó inicialmente la FLIP, que rechaza la postura del presidente frente a este trabajo periodístico.
Según la FLIP, la difusión del informe periodístico tiene un fuerte componente de interés público, ya que aborda la financiación de campañas políticas. Desde el punto de vista de la fundación, este aspecto debería estar bajo el escrutinio de principios fundamentales de transparencia.
La entidad conminó a Petro a que en cumplimiento de sus obligaciones, consagradas en la Constitución, debe ser garante de la libertad de expresión y de información, la cual también está estipulada en la Carta Magna.
«Al anunciar acciones judiciales contra el medio, el presidente Petro se aleja de cumplir con esas garantías y promueve un ambiente intimidatorio
», resaltó la fundación en su pronunciamiento.
Y agregó: «Hacemos un llamado al presidente para que, así como ha asegurado que no interferirá en las investigaciones judiciales sobre la financiación de su campaña, también permita el libre flujo de información periodística
».
Y le exigió al jefe de Estado que como líder de su colectividad, el Pacto Histórico, rechace de manera pública, lo que consideró “estrategias coordinadas” de desprestigio en redes, contra medios y comunicadores, como la etiqueta #CaracolMiente.

No todos de acuerdo con la FLIP
Sin embargo, otros periodistas, en cambio, de una amplia trayectoria en periodismo investigativo y sin decir tácitamente que apoyan al mandatario, han dedicado sendas columnas a cuestionar a algunos medios, descalificando la forma en la que están haciendo su labor.
La reconocida periodista Cecilia Orozco Tascón, columnista de El Espectador y directora de Noticias 1, publicó el pasado 8 de agosto su columna en El Espectador, titulada: Fiscalía & Semana, una bomba de tiempo.
En el artículo, sin mencionar a la directora de Semana, Vicky Dávila, Orozco califica de peligroso, para el «Estado de derecho la asociación de beneficio mutuo entre la Fiscalía con Semana
», medio al que tildó de «brazo armado mediático, el amplificador de sus ondas destructivas, el operador político de Barbosa
».
Y razones no le faltan porque en el artículo, describió una a una las noticias e incendiarios titulares que desde antes de que Petro ganara la presidencia comenzaron a ventilar en Semana.
«Tuvo capítulos previos, el más notable, los autodenominados “petrovideos”, una temible portada del componente Semana, del 12 de junio del 2022, el domingo anterior a las votaciones de la segunda vuelta presidencial (19 de junio); el título era nocivo para la campaña aludida, aunque resultó que su contenido no revelaba ningún secreto del candidato. A comienzos de diciembre (edición 2114), ya elegido el mandatario actual, la sociedad Fiscalía & Semana calentaba para entrar en juego: portada con gran foto de Barbosa y anuncio impactante: “No voy a renunciar”. La entrevista “exclusiva” era medio rara. A nadie se le pasaba por la mente que un tipo tan vanidoso y banal fuera a soltar un poder con el que nunca soñó. Pero cumplía el fin de intentar ofender a quienes vigilamos su conducta (“El ‘portal’ de Noticias Uno y otro que está dedicado a ese tipo de cosas...”), hacer sugerencias malévolas sobre sus antecesores pese a que no tuvo las agallas de decir a quiénes se refería, y anticipar que el proceso Odebrecht “no ha muerto”. Un mes después, llegó otra portada útil del componente Semana para el componente Fiscalía (edición 2119): superfoto de Barbosa en primer plano, atrás el presidente, y el título “Freno a Petro”. Sin tregua, apretaron el paso. En la edición 2120, gran anuncio: “La trampa de los narcos”, un artículo en que se insinuaba que el nuevo gobierno negociaría perdones y garantías de no extradición con narcotraficantes a cambio de altas sumas de dinero. Las posteriores declaraciones de Barbosa en el mismo sentido indican cuál era la fuente: la Fiscalía
».
Los seguidores de Petro en redes sociales, militantes y políticos del Pacto Histórico también se han encargado de caldear el ambiente, poniendo en la mira, ya no solo a la directora de Semana, Vicky Dávila, sino a medios que aunque lo nieguen, evidentemente desde el proceso electoral presidencial, tomaron partido. Medios como Blu Radio, en cabeza de su director Néstor Morales (casado con María Paula Duque Samper, hermana por parte de padre del expresidente Iván Duque Márquez); o La FM bajo la dirección de Luis Carlos Vélez han sido foco de críticas por la forma sesgada en que terminan dando la información relacionada con el primer mandatario.
Pero la FLIP nunca se ha pronunciado sobre la aparente falta de rigurosidad, la corrupción y el facilismo en que caen periodistas, bien por la primicia, por el escándalo y de paso, vender más o generar un ambiente hostil hacia el primer mandatario.
El papel de la FLIP
Vale decir que la FLIP fue fundada en 1996, entre otros, por los entonces dueños del periódico El Tempo, Francisco Santos Caledrón y Enriqe Santos. Y hoy día su consejo directivo está conformado por reconocidos columnistas y periodistas, de grandes medios de comunicación.
En todo caso, se le olvida a la FLIP, que si bien los estados democráticos garantizan el derecho a la información, y la protección a la prensa, también, como lo recordó recientemente el ex magistrado de la Corte Constitucional, José Gregorio Hernández, está en la obligación de producir y entregar información veraz e imparcial como lo dice el artículo 20 de la Constitución Política de Colombia: “La información es un derecho fundamental (…) recibir información veraz e imparcial«.
Ahora bien, que según se lee en su página web, la FLIP se limita a: «brindar asesoría y acompañamiento a periodistas con el fin de que la libertad de expresión sea garantizada por el Estado y reconocida por la ciudadanía como un valor importante en la sociedad. Esto se desarrolla promoviendo el fortalecimiento del derecho fundamental a la libertad de expresión desde una perspectiva amplia en entornos análogos y digitales
».
En síntesis, entre sus funciones no está la de ser un garante de la clase de información que reciben las audiencias, simple y llanamente porque no son un Comité de Ética.
¿Hace falta un Código Deontológico para periodistas en Colombia?
En Colombia no existe un Código Deontológico para periodistas. Con algunas excepciones, como el periódico El Tiempo, los medios de comunicación no cuentan con un Código de Ética; y a nivel colegiado, solo han logrado aprobar los suyos organizaciones como el Círculo de Periodistas de Bogotá y el Colegio Nacional de Periodistas.
Pero, es claro que al menos en el segundo de los casos (CNP), no es más que un saludo a la bandera y letra muerta, pues ninguna de las premisas allí consignadas se cumplen.
Un ejemplo de este mecanismo de autocontrol de la profesión o el oficio del periodista, es el Código Europeo de Deontología del Periodismo, aprobado en julio de 1993 por todos los países europeos.
En sus artículos 2, 3 y 4 señala:
“El ejercicio del periodismo comprende derechos y deberes, libertad y responsabilidad.
“El principio básico de toda consideración ética del periodismo debe partir de la clara diferenciación, evitando toda confusión, entre noticias y opiniones. Las noticias son informaciones de hechos y datos, y las opiniones expresan pensamientos, ideas, creencias o juicios de valor por parte de los medios de comunicación, editores o periodistas.
“La emisión de noticias debe realizarse con veracidad, a través de las actividades verificadoras y comprobadoras oportunas y con imparcialidad en la exposición, descripción y narración de los mismos. Los rumores no deben confundirse con las noticias. Los titulares y enunciados de las noticias deben subrayar lo más fielmente posible el contenido de los hechos y datos”.
En América, países como República Dominicana, Argentina, o México, cuentan con un Código Deontológico para periodistas, en los que se reseñan los derechos, pero sobre todo, los deberes y obligaciones éticas de los periodistas.
Porfirio Barroso Asenjo, profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid, del Departamento de Periodismo, experto en análisis sobre Ética y Deontología. Profesional en observaciones fenomenológicas de la comunicación, señalaba en el 2009, que «Los códigos de ética o principios deontológicos se consideran un requisito esencial en la configuración de una profesión
».
Y agrega que son en todo caso, la fuente primaria de toda ética o deontología profesional. «En el caso concreto del periodista, el código ético supone una interpretación de los principios generales de la profesión periodística y de las actividades profesionales, es decir, supone una cristalización de los principios a seguir para obtener una conducta correcta y adecuada al buen hacer del periodista o profesional de la información y comunicación
»
Y recalca que «los códigos deontológicos de la profesión periodística, los podemos definir como un conjunto de “principios y normas de conducta profesional de los periodistas referentes a sus derechos, deberes y responsabilidades éticas
».
Tal vez sea este, entonces, el momento histórico en que periodistas y medios de comunicación en Colombia, se pongan de acuerdo para asumir con responsabilidad el deber que nos cabe ante las audiencias y el compromiso con la información veraz, libre de corrupción, de sensacionalismos, y de sesgos, sea por cuestiones políticas o económicas.