Edwin Geraldino es un quijote que se enfrentó solo a la corrupción y ahora  está amenazado de muerte. Responsabilizamos a la Policía y demás autoridades de lo que le pueda suceder a este comunicador independiente.

Veintiséis años después de estar mostrando al mundo la realidad de Barranquilla desde su periodismo y ahora en su página web “La Metronoticias”, ahora el periodista Edwin Geraldino, ve al mundo desde la estrechez de su cautiverio.

Habituado a trabajar con extraordinario dominio temático sobre las causas jurídicas y de crónica judicial  –en el oscuro mundo de la corrupción de Barranquilla- Geraldino no ha sido secuestrado, pero se siente acorralado por las continuas amenazas contra su vida y se halla confinado en su residencia como única alternativa para mantenerse con vida.

Desde La Metronoticia  y de manera silenciosa, sin mayores pretensiones que hacer periodismo serio, y casi con las uñas,  Edwin Geraldino, de 45 años de edad, se propuso crear un medio como alternativa de generar una fuente de trabajo independiente y –con el pasar de los días- terminó escudriñando los recovecos de la corrupción en procesos judiciales, anaqueles jurídicos y entre los procedimientos de fiscales, jueces y magistrados de Barranquilla.

Por eso ahora un fiscal  investiga la génesis de unas amenazas muy serias que mantienen a Geraldino separado de su esposa e hijas y oculto en una casa, donde su mundo se limita a cuatro paredes.

Las denuncias de Geraldino

–Tenemos tres casos de corrupción que yo denuncié y que mantienen a varias personas peligrosas tras las rejas. Precisamente las amenazas surgen con más insistencia desde que denuncié lo del “Cartel de la URI”.

Se trata de una mafia que se creó alrededor del servicio que presta la justicia a las personas capturadas  en Barranquilla, en donde se comerciaba con sobornos, permisos especiales para dejar salir a presos peligrosos los fines de semana, la ubicación de jueces y abogados corruptos para determinados procesos y la permanencia no justificada en las carceletas de detenidos que debían ser enviados a cárceles y, sin embargo, permanecen meses y hasta años en estas instalaciones construidas sólo para albergar detenidos de manera temporal- conoció su medio.

Geraldino se atrevió a denunciar en su página web esta noticia a la que ninguno de los medios de comunicación más poderosos del país le había querido “meter el diente”.

–Recuerde que aquí llegan detenidos poderosos. Dirigentes políticos, abogados, empresarios, sicarios, jefes de la mafia y todos ellos tenían a su disposición una red en la que se negociaban esos privilegios. Un abogado amigo me informó que estaban dejando salir a los presos a pasar fines de semana completos a sus casas y que –incluso- varios de esos presos salieron y no regresaron más. Es una mafia nauseabunda- denunció.

En este sentido el CTI indaga si uno de esos detenidos salió de las carceletas un fin de semana, asesinó a dos personas en las calles de  Barranquilla y luego regresó a las carceletas. Esa información está siendo investigada formalmente, según las denuncias.

La noticia sobre el Cartel de la URI en Barranquilla circuló por La Metronoticias con sorprendentes detalles de la permisividad de policías, abogados y funcionarios judiciales corruptos que se llenaron los bolsillos convirtiendo la estadía en las carceletas en “paseos vespertinos” para los encausados. Ninguno de los medios tradicionales hizo eco a la información hasta que el CTI se apersonó del tema e inició una investigación que tiempo record produjo la captura de Wilfran Barragán, Fabián Támara, Sergio Pacheco y el sub oficial de la Policía Edwin Pallares, todos ellos vinculados a las organizaciones que vigilan las carceletas.

–En un procedimiento de inspección de las carceletas por parte del CTI se notó que no estaba en las celdas el retenido Roger Hernández, quien debía estar allí mientras se hacia la judicialización por el crimen del comerciante de carros Antoni Rivero Cantillo. Pues, cuando los investigadores indagaban por su paradero el retenido llegó de la calle y se presentó ala URI- contó uno de los abogados denunciantes.

Las primeras amenazas por este caso surgieron del cuerpo de Policías vinculados a la seguridad externa de las carceletas:

–Esos policías  vieron cuando el abogado me mostró la denuncia que puso por la corrupción en el manejo de los permisos para los presos y de inmediato me llamaron, me tomaron fotos, me retuvieron el carnet y me amedrantaron. Yo sin embargo publiqué la noticia y comenzaron las amenazas a través de mensajes de textos, llamadas a mi celular y seguimientos a las diferentes fuentes de mi trabajo como periodista- reseñó.

Por recomendación de un fiscal amigo Geraldino se quejó en el comando de la Policía Metropolitana, la Fiscalía y la Fundación para la Libertad de Prensa. 

–Es muy poco lo que se ha hecho y mucho lo que han crecido las amenazas. Mis hijas tuvieron que salir de la ciudad y yo pasé diciembre y ahora carnavales solo. La Flip solicitó a la Policía que se me asignara un esquema de seguridad pero en todo este tiempo la Policía ha pasado por mi casa dos veces. Sin embargo personas extrañas a bordo de motos han estado varias veces tocando mi puerta. Tengo fotografías de esas personas, pero las denuncias no caminan- asegura.

Otra denuncia grave

Otro de los casos que apasionó al periodista Edwin Geraldino tiene que ver con el encarnizado litigio que mantienen –por el control de esta institución- los descendientes del ex fundador de la Universidad Metropolitana de Barranquilla.

Por su seriedad y dedicación Geraldino se  ganó la confianza de un personaje que está al tanto de las decisiones que toma la justicia frente a este caso.

–Me informan en tiempo record y con documentos. Eso me ha generado enemistades entre directivos de la universidad. Todo porque yo publico lo que ningún medio tradicional puede publicar. Hay periodistas que callan por dinero – dice

La universidad Metropolitana, que puede llegar a mantener circulando un capital de 75 mil millones de pesos por año ha sido escenario de demandas y contrademandas entre familiares del desaparecido rector fundador, que han vinculado por corrupción a  fiscales, jueces, magistrados y periodistas que ocupan paginas importantes en los expedientes. Los litigios por el poder en este estamento de educación superior ya afectaron los procesos académicos porque un rector tomó decisiones sobre el programa de medicina y otro rector que lo sucedió  en poco tiempo, desmontó esta orden. 

–Es muy posible que las amenazas lleguen por este caso, porque la investigación llegó a su última instancia y fue suspendido el magistrado de la sala Penal del Tribunal Superior de Barranquilla Jorge Mola Capera y seguro caerá otro Magistrado. Estos caballeros tienen mucho poder. Se trata de que el periodista que más cerca estuvo en este caso fui yo. Esto está en investigación – precisó.

Edwin Geraldino se siente solo. Dice que muy pocos periodistas han sido solidarios con su causa. 

–Soy independiente, no tengo el poder que tienen ciertos medios y mi caso de pronto no es importante para esos medios. Ellos se silenciaron ante la corrupción y yo no. Yo soy periodista y nunca he tolerado la corrupción. Por eso me quieren matar”, dice desde su refugio.

La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) informó que la buena prensa se convirtió en objetivo obligado de las grandes organizaciones de corrupción de Colombia y se multiplican las amenazas contra  esos periodistas.

Jonathan Bock, director encargado de la organización que propugna por la libertad de prensa en Colombia, dijo que las amenazas de los dos últimos años se mantienen en niveles intolerables para lo que puede considerarse una sociedad justa y equilibrada.

–En 2019 se confirma que hay un incremento de las amenazas. Van 199 periodistas amenazados, dos asesinados y dos exiliados por los casos de violencia y corrupción del Cauca y Valle del Cauca. Esto es delicado- dijo el dirigente.

Alexander Cárdenas y Eduardo Manzano, dos de los periodistas amenazados en los últimos meses, fueron sacados del país por gestiones de las poderosas empresas para las que trabajaban. Pero Edwin Geraldino va a completar tres meses en un refugio sin que su caso se ventile en los grandes escenarios de la lucha democrática del país. Está solo con su temor…solo con  su problema.

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