El 28 de enero se reúne la nueva Junta Directiva del canal regional de televisión del Caribe –Telecaribe- con el propósito de elegir gerente y formular planes en cuanto a su desarrollo integral desde la perspectiva de sus primigenios objetivos misionales los cuales se encuentran en la actualidad perdidos, difuminados, esfumados gracias a un modelo obsoleto de concesión de espacios (arriendo), el abandono gradual de “enchufarse” con los cambios generacionales de la región Caribe, al abuso de promover una tradición mal entendida, la banalidad de contenidos y en la implementación de políticas equivocadas de producción por parte de su actual gerente Juan Manuel Buelvas.

Juan Manuel Buelvas, cuestionado gerente de Telecaribe

Siete años lleva en la dirección del canal Buelvas consolidando un proyecto de canal privado que difiere de los conceptos originales de consolidación cultural de la región Caribe a través de un medio audiovisual que los representará. Lo que muestra el gerente es una engañifa híbrida: realities, programas cómicos sin comicidad, entrevistas de busto parlante, talk shows, realización de proyectos de ficción basados en personajes musicales del Caribe –algo que tampoco es invento suyo, pues tal idea es calcada al milímetro de los canales privados capitalinos- y, para complacer a los gobernadores, la transmisión en directo –diferido muchas veces de mentiras– de festivales en algunas ciudades con un esquema que de tanto repetirse da auténtica hartera verlos.

De hecho, en los estudios generales de medios (EGM) no “marca” y tal como señala una carta de Marco Cepeda, presidente de Sintratelecaribe fechada en enero 23 de 2020 dirigida a Pablo Vera Salazar, Rector de la Universidad del Magdalena, Presidente de la Junta Administradora del Canal Regional:

“Telecaribe está ejecutando millonarios proyectos, a través del Fondo para el Desarrollo de la Televisión Pública, actualmente Comisión de Regulación de las Comunicaciones (CRC), que no se ven reflejados en los estudios de medición de audiencias. En lugar de eso se han reemplazado los indicadores de empresas confiables certificadas de medición de televisión, por likes y seguimientos en cuentas de Twitter, Facebook, Instagram y otras redes sociales. Como todos sabemos, es muy fácil comprar seguidores y likes en las redes sociales por lo que lo consideramos inválido como estadística confiable”.

Se aprecia en el encabezado de la comunicación otra incongruencia monumental de Telecaribe en su actual modelo, pues es inconcebible que siendo un canal presidido por el Rector de una universidad pública (Magdalena) a la cual se agrega la de Cartagena, institutos de cultura, distritos y gobernaciones –todos estatales– apoyen y den soporte financiero, administrativo a proyectos de televisión no pública y que por sus características deberían ser potestativos de producciones y canales privados.

Todo esto sin entrar en consideraciones sobre la indudable vulgaridad promovidas en algunos segmentos de la parrilla de programación, pésima calidad y desubicación general de algunos de sus contenidos en abierta contradicción con los procesos misionales científicos, didácticos y culturales propios de las universidades.

Las universidades públicas –y privadas– no tienen dentro de sus objetivos la realización de este tipo de contenidos propios de las producciones privadas en que priman otra serie de características para “capturar” audiencias a cualquier costo.

No puede pretenderse; además, que Telecaribe, basado en criterios de evaluación propios de la televisión comercial privada, entre en competencia con ellos con el agravante que se encuentra en franca desventaja dada la feroz competencia de más de 100 canales nacionales e internacionales en la televisión por cable y en la creciente competencia de plataformas tipo Netflix. Carece de sindéresis entrar en disputa de asimilación de estos modelos por la sencilla razón, siguiendo los versos de Sergio Stepansky, de León de Greiff: “de todos modos la llevo perdida”.

Nada que hacer en torno a la pretensión de diluirse en contenidos miméticos que dilapidan recursos y en general la eficacia cultural del canal. Una revisión de los presupuestos mostraría que los recursos de Telecaribe se encuentran soportados en aportes de entidades culturales, educativas, de comunicación y territoriales del estado colombiano así que las obsesiones de resultados de eficacia deben medirse con raseros amplios, desbordados de los conceptos de televisión privada.

Por eso, reiteramos, señores Junta Administradora del canal Telecaribe, debe retirarse al actual gerente Buelvas por tiempo vencido y por evidente ineptitud en plantear un modelo de televisión regional cultural y que es dado además, a enmascarar procesos de producción dilapidando recursos necesarios en la actualización de los contenidos con las verdaderas necesidades en tal sentido de la región Caribe con una ampliación real de la cobertura regional.

Esos son parte de los síntomas de un canal que ha perdido en vericuetos históricos de corrupción y malas administraciones sus objetivos y que se empeña, de mano de personajes anodinos, tipo Buelvas, en desviarse cada vez más de los diseños institucionales fabricando un febril mascarón de proa para descrestar incautos y negociando con políticos sin visión de región administrativa planificadora territorial con su amplia y diversa cultura.

Pero no solo es enunciar todo este “desviacionismo” histórico cultural del canal regional de televisión del Caribe colombiano en su trayectoria aunado –palabra de moda en la contratación pública– por la politiquería y la gestión inconsecuente de gran parte de sus gerentes rotados, no en torno a proyectos verificables en armonía con los propósitos misionales, sino en una lotería regional cuyos desastrosos resultados son conocidos y que llevaron a una situación financiera insostenible a TeleCaribe.

Hay que plantear soluciones urgentes para adecuarse a estos nuevos tiempos que reafirmen los objetivos de cohesión regional en torno a la cultura, la ciencia y la educación como pilares esenciales de su contenido.

Nuestra Propuesta

Para ello hay que desmontar progresivamente el sistema obsoleto de concesión o arriendo de espacios para pasar a un nuevo esquema de programación en donde tengan cabida instituciones culturales, educativas, científicas, sociales soportadas con los presupuestos aportados por los entes estatales. Valga señalar, a manera de ejemplo, que muchos proyectos audiovisuales premiados en concursos hechos por realizadores de la región Caribe son ignorados en TeleCaribe.

Un buen modelo, casi híbrido, es el de los canales Señal Colombia e Institucional. Por supuesto que la descentralización de programación implica un cambio de paradigmas y en ese sentido puede plantearse una programación central para toda la región y a en horarios previamente determinados pasar a la emisión de programas locales, tal como se hace ahora con los noticieros de las 6 y 30 de la tarde.

Otro aspecto importante en los cambios de este canal es su modelo de administración en el que es necesario reducir a sus niveles ejecutivos los salarios a justas proporciones y en otros aumentarlos para lograr equilibrios salariales colectivos, descartando la actual pugnacidad entre el terco gerente con las aspiraciones legales legítimas del Sindicato. Esa paz laboral es fundamental en las proyecciones de un canal robusto y sintonizado con su audiencia territorial.

Para inventarse una nueva programación bien puede promoverse una “brainstorming” (lluvia de ideas) entre conocedores. Todavía falta mucho por hacer, así que en vez de inventar series de ficción sobre personajes vinculados a la cultura musical, es pertinente explorar el interior de las ciudades, pueblos y el cambiante panorama campesino. Allí se encuentran toda una veta por descubrir y mostrar.

El canal de televisión del Caribe debe ser el vehículo comunicacional de la región de planificación territorial y dejar a un lado los delirios de proseguir imitando el modelo privado de gestión. Hay que revisar y adecuarlo a su misión actual y para ello debe proveerse de cambios fundamentales para su debida supervivencia. Otro esquema, como el actual, lo convierte irremediablemente, en un ente con respirador artificial.

Señores de la Junta Directiva: Tienen la palabra y no argumenten después, escondiéndose en la dilución de la responsabilidad que les compete, que no se les advirtió de forma debida.

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