El Comité del Premio en Ciencias Económicas anunció el lunes 14 de octubre que el Nobel de Economía 2024 ha sido otorgado a los economistas Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson. Los tres investigadores fueron reconocidos por su trabajo en el estudio de la creación de instituciones y su impacto en la riqueza de las naciones. Según el Comité, «su investigación proporciona una comprensión más profunda de por qué los países fracasan o tienen éxito».

Estos académicos, residentes en Estados Unidos, centraron sus investigaciones en las consecuencias de la colonización y la relación entre instituciones débiles, desigualdad y corrupción en países como Colombia.

El impacto de la colonización en la desigualdad

La investigación de Acemoglu, Johnson y Robinson mostró cómo la colonización europea tuvo efectos divergentes en las regiones colonizadas, dependiendo de si los colonizadores se enfocaban en la extracción de recursos o en la creación de instituciones a largo plazo. Este análisis explica por qué algunas excolonias que antes eran ricas hoy son pobres, mientras que otras naciones que se enfocaron en el desarrollo institucional lograron aumentar su prosperidad general.

Colombia bajo el lente de James Robinson

James Robinson, uno de los galardonados, es un experto en la historia y la sociedad colombiana. Durante su visita a Colombia en 2017, Robinson participó en el Seminario Internacional de Ciencias Sociales y Estudios Políticos, donde abordó los problemas de corrupción, clientelismo y debilidad institucional en el país. En su opinión, estos factores son los tres grandes males que impiden el desarrollo de Colombia.

James Robinson

Cuando fue cuestionado sobre si todos los colombianos son corruptos, Robinson respondió que no lo cree. Para él, la corrupción es parte de un contexto más amplio de instituciones políticas mal estructuradas y falta de responsabilidad.

La falta de responsabilidad en Colombia

Robinson subrayó que la corrupción en Colombia no es un mal aislado, sino una consecuencia del mal funcionamiento de las instituciones. Puso como ejemplo el caso del expresidente Ernesto Samper, quien asistió a la ceremonia del Nobel de Paz de Juan Manuel Santos, a pesar de su historial de corrupción. Robinson destacó que la falta de consecuencias para los actos corruptos refleja un problema estructural de responsabilidad en el país.

Además, afirmó que, en su opinión, en Colombia no existen instituciones capaces de resolver los conflictos, ya sean agrarios o de otro tipo. La falta de presencia del Estado en áreas rurales solo agrava estos problemas, haciendo que los conflictos por tierras escalen a niveles violentos.

Corrupción, clientelismo y desigualdad

Robinson también se refirió al escándalo de Odebrecht, señalando que en toda América Latina se ven estados débiles y clientelistas. Para él, en Colombia la corrupción es un síntoma de un problema institucional más profundo, donde las personas no perciben que ser clientelista o evadir impuestos sea algo malo.

Finalmente, Robinson lamentó la falta de voluntad política para hacer cambios significativos. Según él, la gente poderosa en Colombia no tiene ningún incentivo para cambiar el sistema porque saben cómo manipularlo a su favor.

La educación como vía para el cambio

Para Robinson, una transformación real en Colombia solo será posible a largo plazo, y debe estar basada en la educación. Sin instituciones fuertes y responsables, la corrupción seguirá creciendo, paralelamente con la desigualdad y la violencia.

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