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Por: Jan Slodvak
La prensa barranquillera, siempre pendiente de la reproducción de los boletines oficiales, se encuentra “alborotada” con la noticia que el Invías confirmó que la probable inauguración del nuevo Puente Pumarejo sería en marzo del 2019. Estaba pactado en el cronograma inicial que fuese en mayo del 2018, lo que significa que hasta ese hipotético nuevo horizonte de entrega de obra hay un “pequeño” retraso de 11 meses, o sea un poco menos de un año.
Casi nada. Situación previsible y demostrada en dos reportajes para Corrupción al Día publicadas el 15 de diciembre del 2017 con el titulo ¿Sacyr también parará la construcción del nuevo Puente Pumarejo?, con el planteamiento central que la empresa constructora española tiene un largo historial de obras nacionales e internacionales incumplidas y que tras serle otorgado el contrato en licitación pública con cuestionamientos de las partes involucradas se exponía el Ministerio de Transporte e Invías, controlados por el partido político Cambio Radical, a retrasos, dilaciones y pleitos judiciales.
El siguiente reportaje, una semana después, fue publicado el 2 de enero del 2018 con una pregunta que aborda el tema de fondo: ¿Por qué Vargas Lleras metió la mano por la constructora Sacyr? La disquisición nada casual aborda los visibles retrasos de la obra, inocultables, ante el escaso tiempo de entrega de la misma en mayo del 2018 -5 meses- cuando apenas se levantan las columnas de apoyo, no se han construido los cajones en donde va la capa de rodamiento ni se han colocado los tirantes. Lo más curioso del caso es que el ex Vicepresidente Vargas Lleras, uno de los promotores de la obra, aprovecha que presenta su programa de infraestructura en Barranquilla para prevenir, sin ofrecer mayores razones al respecto, que para la terminación de la obra “hacen falta $150.000 millones”. De donde sacó esa cifra? Quién le dio los datos precisos de la necesidad de ese flujo financiero? Qué relación y que busca Sacyr en la entrega de esos datos?
Además, también se mencionó en ese reportaje de inicios de este años, las vigencias futuras cambiadas del puente Pumarejo; por ejemplo, para el puente de Honda, hecho aceptado sin chistar por la constructora, y la suspensión de obras en el 2016, hecho atribuible a Invías con todo lo que ello significa en materia de responsabilidad contractual a favor de la constructora. También se expusieron las declaraciones contradictorias del director de esa entidad y su superior jerárquico, el Ministro de Transporte. aduciendo públicamente que a la obras del puente Pumarejo no les faltaban recursos.
Por su parte Sacyr, muy cautelosamente, no pide ampliación de prorroga y solo emite un comunicado en donde señala, sin especificar detalles, que existen retrasos y que no son atribuibles a su responsabilidad. Una calma chicha que es rota con el anuncio, concertado con la constructora, del aplazo hasta marzo del 2019. Ello implica, en un reconocimiento de problemas en el cumplimiento del cronograma de trabajo, unas nuevas cargas económicas las cuales hasta este momento no han sido informadas y que dan sustento a la pretensión de los $150.000 millones planteadas por el ahora candidato presidencial Vargas Lleras.
Pero eso no es lo peor. Según cálculos hechos por diversas entidades relacionadas con el sector de la infraestructura, el aumento del tiempo de trabajo genera una serie de costos que probablemente rebasen los $150.000 mil milloncitos que de alguna parte deben salir para efectos de concluir la obra. No hay que llamarse a engaños al respecto. Si no se aprueba este nuevo presupuesto acorde con el nuevo cronograma, Sacyr, ya lo ha hecho, paraliza la obra.
Precisamente, a raíz de todas estas conjeturas e hipótesis en juego sobre las obras de construcción del puente, se habían planteado varios posibles escenarios. Los repetimos con nuevas acotaciones sobre hechos agregados en el transcurso del presente mes de enero 2018:
- Sacyr solicita reajustar el cronograma solicitando ampliación de entrega de la obra. Ya oficialmente se dijo que la obra estaba retrasada y se colocó una fecha posible de entrega.
- Sacyr aduce por diversas circunstancias presupuestales, un retraso en las obras y en consecuencia, un aumento de los costos del proyecto, que extrañamente, según Vargas Lleras, tienen un sobrecosto de 150 mil millones de pesos. Hasta este momento no se conocen las pretensiones financieras de Sacyr.
- Invías y Ministerio de Transporte aducen que se han girado los recursos oportunamente y que por tanto, el problema de retraso de obras es atribuible a Sacyr.
- Sacyr saca a relucir cambios en la destinación de vigencias futuras y carencia de flujo financiero en momentos puntuales, por ejemplo a finales del 2016, que en consecuencia paralizaron las obras.
- Invías amenaza con multas por el incumplimiento. Hasta este momento nadie ha explicado las condiciones y características de los retrasos ni las probables responsabilidades de las partes involucradas.
- Sacyr, ante la carencia de flujo financiero, paraliza las obras y lleva el caso a un tribunal de arbitramento y los estados judiciales. Eso hecho podría suceder entre los meses de mayo a agosto del presente año 2018).
- En este caso del punto 6, las obras se paralizan definitivamente hasta que tribunales y jueces fallen y por consiguiente, la fecha de entrega en marzo del 2019 es una mera especulación para calmar a la prensa y los interesados sobre el tema, pues esta culminación depende de cambios en los flujos financieros y apropiaciones presupuestales, los cuales no se encuentran definidos.
En definitiva, sobre las obras del puente Pumarejo y su retraso no se ha dicho la última palabra. Lo peor quizás este por venir. Prepárense!