Hay momentos en la historia de un país donde la máscara se cae y queda al descubierto la verdadera cara del poder. El escándalo de las ‘chuzadas’ del DAS no fue solo un caso de espionaje ilegal: fue la radiografía perfecta de cómo opera la Red Subterránea que sostiene la corrupción en Colombia, esa maquinaria invisible que conecta despachos presidenciales con operaciones clandestinas para mantener el control a cualquier precio.

El arquitecto y su cómplice: Cuando el Estado espía a sus propios ciudadanos

Entre 2007 y 2008, mientras los colombianos creían vivir en una democracia, María del Pilar Hurtado Afanador y Bernardo Moreno Villegas orquestaron desde las entrañas del Estado un sistema de espionaje que haría palidecer a cualquier dictadura. La directora del DAS y el todopoderoso secretario de la Presidencia no se conformaron con gobernar: necesitaban controlar, intimidar y destruir a quienes osaran cuestionar el poder.

¿Su método? Convertir una institución creada para proteger la seguridad nacional en una máquina de persecución política. Porque cuando el poder se siente amenazado, no duda en prostituir las instituciones que supuestamente debe proteger.

La Metodología del Horror: Cómo funciona la red subterránea

La Corte Suprema de Justicia, en su reciente ratificación de condenas, reveló con escalofriante precisión cómo operaba esta red:

  • Infiltración sistemática: El DAS no solo vigilaba desde afuera; infiltró empleados y personal de seguridad dentro de la misma Corte Suprema de Justicia
  • Grabaciones clandestinas: Instalaron dispositivos para grabar las sesiones de Sala Plena, violando la confidencialidad de las deliberaciones judiciales
  • Banco de datos ilegal: Crearon perfiles políticos de magistrados y auxiliares, convirtiendo información personal en munición política
  • Uso de gastos reservados: Utilizaron recursos públicos para pagar testigos que desprestigiaran a los «blancos» previamente seleccionados

Esta no era improvisación: era un Sistema Silencioso perfectamente engrasado, donde cada engranaje cumplía su función para mantener el control del poder.

Los Blancos: Cuando la Justicia se Convierte en Enemigo

¿A quién perseguían? A todos aquellos que representaban una amenaza real para el sistema: magistrados de las altas cortes, periodistas independientes, políticos de oposición y defensores de derechos humanos. En otras palabras, a quienes cumplían con su deber de controlar y fiscalizar el poder.

La perversidad del sistema radicaba en su lógica invertida: quienes investigaban vínculos de congresistas con grupos paramilitares se convirtieron en objetivos de persecución. Los cazadores se transformaron en presas, y los verdaderos criminales operaban desde los despachos más altos del Estado.

El Perfil del Poder Corrupto: Moreno Villegas, el Operador Total

Bernardo Moreno no era un funcionario más: era el prototipo perfecto del operador político corrupto. Su historial lee como un manual de cómo ejercer el poder sin escrúpulos:

  • 2008: Involucrado en el escándalo de Yidis Medina por compra de votos para la reelección de Uribe
  • 2009: Señalado por recibir información de inteligencia sobre magistrados
  • 2009: Implicado en el reparto de notarías como prebendas políticas
  • 2010: Destituido e inhabilitado por las chuzadas del DAS

Cada escándalo era una pieza más del rompecabezas, revelando cómo la Lógica Invisible de la corrupción permea todos los niveles del Estado cuando quienes lo dirigen confunden servicio público con botín personal.

La Fuga: Cuando los Poderosos Huyen de su Propia Justicia

María del Pilar Hurtado, tras conocer la orden de captura en su contra, hizo lo que hacen todos los corruptos cuando la justicia los alcanza: huir. Su exilio en Panamá entre 2010 y 2015 no fue casualidad, fue cálculo. Solo regresó cuando Interpol la buscaba internacionalmente, demostrando que para los poderosos, la justicia es opcional hasta que se vuelve inevitable.

Su condena a 14 años de prisión por concierto para delinquir, peculado, violación de comunicaciones, falsedad documental y abuso de autoridad es apenas el reflejo de una realidad más amplia: cuando el Estado se corrompe, no hay límites para el abuso.

El Impacto Oculto: Las consecuencias que nunca vemos

Mientras estos funcionarios jugaban con el poder como si fuera su propiedad privada, ¿qué pasaba con los ciudadanos? El Impacto Oculto de sus acciones se extendía como ondas en el agua:

  • Debilitamiento de la confianza en las instituciones
  • Intimidación sistemática de quienes ejercían control político
  • Normalización del espionaje como herramienta de gobierno
  • Erosión del Estado de derecho desde sus propias entrañas

La Persistencia del Sistema: 20 Condenados, 68 Identificados

Las cifras son reveladoras: entre 2010 y 2015, cerca de 20 personas fueron condenadas por las chuzadas, pero las autoridades identificaron cerca de 68 posibles responsables. Esto significa que la red era más amplia de lo que se pudo probar judicialmente, y que muchos de sus tentáculos quedaron sin cortar.

¿Cuántos otros «Morenos» y «Hurtados» siguen operando en las sombras del poder? ¿Cuántas otras redes subterráneas continúan funcionando con otros nombres y otras caras, pero con la misma lógica perversa?

El DAS: Muerte de una institución prostituida

La extinción del DAS fue inevitable: cuando una institución se corrompe hasta la médula, no hay reforma posible. Pero su desaparición plantea una pregunta más profunda: ¿se eliminó la institución corrupta o simplemente se trasladó la corrupción a otras instituciones?

La Verdad Oculta es que mientras los sistemas que permiten la corrupción permanezcan intactos, nuevas instituciones pueden convertirse en vehículos del mismo abuso de poder.

La Ratificación: Cuando la Justicia funciona contra viento y marea

La reciente ratificación de condenas por parte de la Corte Suprema no es solo una victoria judicial: es la demostración de que, ocasionalmente, el sistema puede funcionar. Pero también es un recordatorio de cuánto tiempo y esfuerzo requiere que la justicia llegue hasta los más poderosos.

Ocho años entre la condena inicial (2015) y la ratificación (2023) son una eternidad para las víctimas, pero apenas un parpadeo para quienes han construido fortunas y carreras políticas sobre la base de la impunidad.

Reflexión final: La Red que nunca duerme

Las chuzadas del DAS nos enseñaron algo fundamental sobre cómo opera el poder en Colombia: no es suficiente con ganar elecciones, hay que controlar todo el ecosistema político. Espiar, intimidar, comprar, chantajear: todas las herramientas son válidas cuando el objetivo es mantener el control absoluto.

La Conexión Perdida entre los ciudadanos y sus instituciones no es accidental: es el resultado de décadas de abuso sistemático del poder público. Cada escándalo revelado es apenas la punta del iceberg de una maquinaria más amplia y sofisticada.

Mientras celebramos estas condenas, debemos preguntarnos: ¿cuántas otras redes subterráneas operan hoy en las sombras del poder? ¿Cuántos otros funcionarios están en este momento convirtiendo instituciones públicas en herramientas de persecución política?

La historia de las chuzadas del DAS no es historia pasada: es el manual de operaciones de cómo funciona la corrupción cuando se viste de traje y corbata, cuando opera desde despachos elegantes y cuando se justifica con la bandera de la «seguridad nacional».

La verdad es que mientras no entendamos y desarticulemos los Mecanismos Invisibles que permiten estos abusos, estaremos condenados a repetir la historia con nuevos nombres y nuevas instituciones, pero con la misma lógica corrupta de siempre.


Publicidad ver mapa

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.