“La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha“, Michel De Montaigne (1533-1592) Escritor y filósofo francés |
Por: Enrique Lequerica Otero, Oficial de Marina
A nadie le va mal durante mucho tiempo sin que él mismo no tenga la culpa; y en esta ocasión me refiero a que las constantes crisis que se viven con el río Magdalena no se pueden analizar sin tener de presente que suceden con una alta cuota de responsabilidad del Estado, en su elusivo método de administración de la cuenca del Magdalena.
No se acostumbra en los ejercicios de planificación trabajar sobre los errores conocidos y hacer un análisis inverso para concluir con una solución; es más usual iniciar con las necesidades a satisfacer, previstas por el Estado y desde allí proyectar las acciones pertinentes para llegar a los resultados esperados; trazar este camino no significa sólo establecer el punto al que se quiere llegar, implica también plantear cuáles serán los pasos para alcanzar esas metas.
Es precisamente esto, un ejercicio de la planeación estratégica, entendida como una herramienta para la organización estatal, lo que nunca se ha tenido, a pesar que la misma Constitución de 1991 en su Artículo 331 al crear CORMAGDALENA le define las actividades a ejecutar sin limitar sus metas:
1) encargada de la recuperación de la navegación, |
2) de la actividad portuaria, |
3) la adecuación y la conservación de tierras, |
4) la generación y distribución de energía |
5) el aprovechamiento y preservación del ambiente, los recursos ictiológicos y demás recursos naturales renovables. |
El sano propósito del constituyente en 1991, comienza a desdibujarse al aprobarse en el Congreso la Ley 161 de 1994 que organiza a CORMAGDALENA, en la cual prioriza el concepto del cauce de un río sobre el de su cuenca total y es así como segrega del Río Grande de la Magdalena casi la totalidad de las cuencas y cauces del río Cauca y del San Jorge, sus principales afluentes.
Ese río Magdalena que desemboca hoy por la reciente modificación en Bocas de Ceniza y en la Bahías de Barbacoas y Cartagena, es la sumatoria de los arroyos y escorrentías desde el gran macizo Colombiano y que corren por los valles del Magdalena y el Cauca, sumando 286.000 Km2 y que dispone de una línea deltaica de caso 210 Kms de litoral que va desde Bahía de Barbacoas – Bolívar/Sucre hasta Pueblo Viejo – Magdalena; la lógica indica que hay que mirarlo como un todo.
Al Gran Río de la Magdalena no se le puede seguir administrando por segmentos, como desmembrando su gran cuenca y creando planes y proyectos parciales, por ejemplo: para el río Cauca y sus afluentes, para el Canal del Dique o para los sistemas lacustres deltaicos, pues son todos juntos partes del mismo problema; mirar al río en contexto es el primer paso para la planeación estratégica.
De la misma Ley 161 de 1994 surgen diferentes interpretaciones sobre el texto constitucional y sus alcances, los cuales trataremos en los siguientes parágrafos. Hablar de 1) recuperación de la navegación en general, obliga a preguntarse, como mínimo, sí la navegación es fluvial o marítima, si es de carga o de pasajeros y establecer el límite de la jurisdicción asignada a CORMAGDALENA cuando entra en conflicto con otras leyes que abocan el mismo tema.
Recuperar la navegación no puede interpretarse como seguir concentrando todos los esfuerzos para que grandes convoyes naveguen sin interrupciones durante todo el año entre Barrancabermeja y Calamar, a cambio debe interpretarse a partir de los dos principales factores que afectan la navegabilidad del río son: 1) la sedimentación, y 2) la variación de los caudales, ambos temas donde es necesario trabajar como Estado.
La sedimentación debe ser atacada en la fuente y ser tratada como la primera necesidad a satisfacer. El incremento de la sedimentación se debe principalmente a los procesos de deforestación en las laderas en la cuenca y al creciente fenómeno de “proterización” sin planeación alguna; existen estudios juiciosos, pero nunca se han tomado acciones masivas al respecto. Se considera que ¾ partes de la cuenca están en riesgo de desertización y aquí se requiere una Política de Estado de largo plazo con los esfuerzos de una manera coordinada.
¿Qué hacer con los sedimentos? Debe existir un plan integral y comenzar a darle manejo a las aproximadas 30 millones de toneladas anuales de sedimentos de fondo; se requieren sedimentos para rellenar y subir niveles de terrenos inundables, para aprovechar comercialmente las arenas finas y gruesas recuperadas, y para reforzar orillas e islas del cauce. El tema de la variación de los caudales en la cuenca es particularmente delicado y aunque muchos lo intuyen, muy pocos se atreven a comentarlo.
Se hace necesario aclarar que el río Magdalena y sus afluentes son ríos pluviales sometidos al variable régimen hidrológico que controlan el Océano Pacifico y el mar Caribe, cambiantes año a año. Loa amortiguadores naturales para la variación de caudales son las lagunas y las ciénagas; los amortiguadores artificiales son los embalses. En el país existen más de 1.800 lagunas, la mayoría de ellas situadas por encima de los 2.500 m.s.n.m., en lo que se denomina alta montaña.
Las lagunas constituyen una red de amortiguación de caudales y sedimentos provenientes de las cuencas altas, constituyendo una importante reserva hídrica. En el país existen al menos 1.900 ciénagas, que ocupan más de 7.800 Km². En las bajas llanuras costeras del Caribe, los ríos se deslizan lentamente formando ciénagas; en general, son mucho más extensas que las lagunas. Los embalses son una acumulación de agua producida por la construcción de una represa sobre el lecho de un río o arroyo, la cual cierra parcial o totalmente su cauce.
Las funciones de los embalses: Regulación del caudal de un río, Generación de energía eléctrica, Riego de cultivos, Abastecimiento de agua potable para acueductos, Contener y atenuar los caudales extremos de las crecidas, Crear espacios de esparcimiento y deportes acuáticos. Colombia cuenta actualmente con 23 embalses ubicados en las regiones de Antioquia, Caribe, Centro, Oriente y Valle. Es importante anotar que CORMAGDALENA no tiene control alguno sobre las lagunas, ciénagas y menos sobre los embalses manejados por el sector eléctrico.
En la actualidad nos conformamos en conocer y medir que los caudales máximos y mínimos en Calamar son 15.300 y 1.500 m3/seg (una relación máx./min. = 10:1) pero poco nos hemos preocupados para buscar que dicha relación pudiese llegar a ser cercana a 12.500 y 2.500 m3/seg (relación 5:1) implementando la simple idea de almacenar en invierno y gastar en verano, pero manteniendo caudales mínimos de sustentación. Sobre 2) la actividad portuaria no está bien definida si esta obligación es sobre las concesiones fluviales para carga de cabotaje y estaciones de pasajeros sin incluir aquellas definidas como Infraestructuras de Transporte habilitadas para comercio exterior, como son las mayorías de concesiones portuarias en Barranquilla y en la bahía de Cartagena.
Esta pobre definición ha generalizado la idea en el Gobierno central, de considerar al Puerto de Barranquilla como un Puerto Fluvial a cargo de CORMAGDALENA, la cual no cuenta con equipos y capital humano para ello. Los Puertos Marítimos en la desembocaduras de los ríos, requieren de una estructura permanente para su desarrollo y mantenimiento, basada en un sólida planificación y clara normatividad.
Sobre 3) la adecuación y la conservación de tierras, no se pasa de un buen propósito siempre postergado; pequeños planes dispersos de reforestación sin mayores seguimientos. Está todo por hacerse con este ítem de la Constitución. Sobre 4) la generación y distribución de energía, es un propósito totalmente fallido y los avances nacionales quedaron a cargo del Ministerio de Minas y Energía con el sector privado sin mayor coordinación con los otros aprovechamientos posibles sobre los ríos en la cuenca. CORMAGDALENA ni siquiera cobra por el uso del agua ni interviene en la regulación de los caudales para generación. El caso de HidroItuango se muestra como una ambiciosa intervención cuyas afectaciones aún no se terminan de medir. Las presas de bajo nivel que permitan esclusas para la navegación nunca han sido consideradas.
El propósito 5) el aprovechamiento y preservación del ambiente, los recursos ictiológicos y demás recursos naturales renovables, requieren de análisis con lupa. Un río sin peces, es un río muerto y el nivel de pesca ha mermado dramáticamente debido a la pésima calidad de las aguas y por la desconexión de las ciénagas con el río. Hoy tenemos una atención de la demanda con pescado importado de Asia y de la Argentina, a lo mínimo, … vergonzoso!!
La historia del crecimiento del país, desde los albores del siglo XV, está ligada a la navegación y desarrollo de la cuenca del río, que alberga cerca de 36 millones de habitantes , quienes deberían entender al río como una fuente de vida, fuente principal de captación de agua potabilizable, de agua para riego y alimentación de semovientes, como fuente de proteína animal sana con un desarrollo masivo piscicultura, etc.; pero a cambio, tenemos la creencia que el Magdalena es un inagotable recurso natural, y nos hemos concentrado solo en la navegación mediante convoyes modelo Mississippi.
Hoy CORMAGDALENA no muestra resultados y precisando, La responsabilidad no debe recaer solo en los efímeros Directores Ejecutivos, pues debería incluir también a los 18 miembros de la Junta Directiva de CORMAGDALENA, la mayoría funcionarios del Gobierno Central, absolutamente sin mayor conocimiento de la complejidad de su Corporación. Esto es mi mitad de la palabra, la otra mitad la tiene quienes me leen