Por debajo de las columnas del Capitolio Nacional, entre pasillos de mármol que han sido testigos de innumerables promesas de cambio, se desarrolló una escena que resume perfectamente la crisis democrática que vive Colombia: un debate crucial sobre la reducción de peajes fue frustrado por la ausencia estratégica de congresistas que, aparentemente, tienen otros intereses que defender.

«Muy jodido lo que pasa aquí en el Congreso de Colombia«, fueron las palabras del senador Alex Flórez Hernández, cuya frustración resonó en un recinto prácticamente vacío. No era para menos. El proyecto que buscaba establecer una distancia mínima de 150 kilómetros entre peajes —una medida que aliviaría significativamente el bolsillo de millones de colombianos— ni siquiera pudo iniciar su debate.

El Arte de la Ausencia Estratégica

Lo que sucedió en el Congreso no fue un simple acto de ausentismo. Fue una demonstración magistral de cómo opera el «Sistema Silencioso» que mantiene el status quo en Colombia. Los congresistas de la derecha, en un movimiento calculado, desarmaron el quórum necesario para votar los impedimentos, efectivamente matando el debate antes de que pudiera comenzar.

Esta táctica, aparentemente inocua, revela un patrón más profundo y perturbador: un Congreso que ha perfeccionado el arte de no trabajar cuando los intereses de sus verdaderos patrocinadores están en juego.

Siguiendo el Rastro del Dinero

«Un congreso que jamás va a tomar ninguna decisión que vaya en contra de los intereses económicos de los que financian a esos congresistas«, señaló Flórez Hernández, poniendo el dedo en la llaga de un sistema diseñado para perpetuar privilegios.

Los números son reveladores. Actualmente, los colombianos pagan algunas de las tarifas de peaje más altas de América Latina, con distancias entre casetas que en ocasiones no superan los 30 kilómetros. Este sistema no solo afecta el bolsillo de los ciudadanos, sino que impacta directamente en el costo de vida, al incrementar los gastos de transporte de mercancías y servicios.

La Élite que Organiza el País a su Medida

El fracaso de este debate ilustra perfectamente cómo opera lo que el senador describe como «una lamentable élite que ha organizado el país para favorecerse a ellos, a costa de joder a la gente«. Es un sistema que se retroalimenta: los grandes concesionarios viales financian campañas políticas, los políticos electos protegen los intereses de sus financiadores, y los ciudadanos siguen pagando el precio de esta corrupta simbiosis.

Un Recinto Vacío de Compromiso

«Yo no entiendo para qué mantener abierto un recinto como este«, concluye el senador Flórez Hernández, en lo que suena más a una constatación que a una pregunta. Y tiene razón. ¿Cuál es el propósito de mantener una institución que sistemáticamente falla en su deber fundamental de representar los intereses del pueblo?

El Camino por Delante

A pesar del revés, el proyecto no está muerto. «Lo vamos a seguir intentando«, promete Flórez Hernández. Pero la pregunta que queda flotando en el aire es: ¿cuánto tiempo más permitirán los colombianos que sus supuestos representantes sigan representando intereses ajenos a los del pueblo?

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