La confesión más cínica del año: «Sabemos que es corrupción, Pero…»

Hay momentos en los que la desfachatez de las instituciones colombianas supera cualquier límite de decencia. Uno de esos momentos llegó el 24 de enero de 2025, cuando Mildreth Armenta Muegues, Gerente Departamental de la Contraloría del Magdalena, firmó la respuesta más cínica que se ha visto en años sobre corrupción institucional.

En una comunicación oficial con código 2025-337937-80474-IN, la Contraloría no solo reconoce que el acueducto del corregimiento de Fundación (Magadalena) Doña María es un elefante blanco que costó más de $4.400 millones de pesos y nunca funcionó, sino que inmediatamente procede a explicar por qué no pueden hacer nada al respecto. Es como si un médico te dijera: «Sí, tienes cáncer, pero no te podemos operar porque el quirófano está ocupado hasta el año 2050».

Radiografía Profunda: El arte de la Impunidad Institucional

Este documento de la Contraloría es una Radiografía Profunda perfecta de cómo funciona el sistema de protección a los corruptos en Colombia. No se trata de negar la realidad -eso sería muy evidente- sino de aceptarla y luego crear una muralla burocrática tan alta que sea imposible de escalar.

Radiografía Profunda nos permite descomponer cada capa de esta respuesta institucional y entender cómo los órganos de control se han convertido en los mejores aliados de la corrupción, no por complicidad directa, sino por diseño sistémico.

La respuesta que lo dice todo sin decir nada

La Contraloría reconoce textualmente que en el acueducto de Doña María «se invirtieron más de mil millones de pesos y que a la fecha no funciona«. Hasta aquí, todo claro. El problema no es que no sepan; el problema es que saben y no quieren actuar.

Los requisitos del absurdo

Para que el acueducto fantasma pueda ser incluido en la estrategia «Compromiso Colombia - Elefantes Blancos«, la Contraloría establece una serie de requisitos que son una obra maestra del cinismo burocrático:

Requisito A: Que la obra tenga al menos 70% de avance físico y financiero.

¿Entienden la perversidad de este requisito? Para que reconozcan oficialmente que una obra es un fracaso, primero necesitan que esté casi terminada. Es como pedirle a un cadáver que camine para confirmar que está muerto. Si la obra tiene 70% de avance físico, significa que ya se robaron el 70% del presupuesto. ¿Para qué investigar entonces?

Requisito D: Que la problemática no incluya procesos judiciales en curso.

Este es el más perverso de todos. Si hay investigación judicial, no investigan. Si no hay investigación judicial, tampoco investigan porque no hay «evidencias judiciales«. Es la perfecta trampa del 22: si te están investigando, no te investigamos; si no te están investigando, no hay razón para investigarte.

La Procuraduría: El Cementerio de expedientes

El documento revela algo aún más escalofriante: ya existe «un traslado a la Procuraduría General de la Nación» sobre este caso. Para quienes no conocen cómo funciona el sistema, esto es equivalente a decir que el expediente fue enviado al cementerio de elefantes de la justicia colombiana.

La Procuraduría es donde van a morir las investigaciones de corrupción. Es el lugar donde los expedientes se acumulan durante años, se vencen los términos, prescriben los delitos, y los responsables terminan jubilándose en Miami con las cuentas llenas.

El Sistema Silencioso en su máxima expresión

Esta respuesta de la Contraloría es un ejemplo perfecto de cómo opera el Sistema Silencioso de protección a los corruptos. No se niega la corrupción -eso sería muy evidente- sino que se la reconoce y inmediatamente se la encapsula en procedimientos burocráticos que garantizan la inacción.

Sistema Silencioso nos permite entender que la corrupción no se sostiene solo por los actos de los corruptos, sino por la complicidad pasiva de las instituciones que fingen combatirla mientras la protegen.

La Resolución 027 de 2019: El Manual de la inacción

La Contraloría menciona que todo debe hacerse conforme a la «Resolución 027 de 2019«. Esta resolución es el manual perfecto para no hacer nada de manera legal. Establece tantos requisitos, procedimientos y pasos previos que cualquier investigación se diluye en el camino.

Es como crear una receta para hacer un sancocho que requiera 847 ingredientes, 23 horas de cocción y la aprobación de un comité de degustadores certificados. Al final, nadie hace el sancocho, pero el procedimiento está perfectamente documentado.

Los anexos que nadie leerá

El documento menciona «Once (11) folios» de anexos. ¿Saben qué contienen esos anexos? Más procedimientos, más requisitos, más formas de no hacer nada de manera oficialmente correcta. Porque en Colombia hemos perfeccionado el arte de crear montañas de papel para enterrar montañas de corrupción.

El juego de las responsabilidades diluidas

Observen la genialidad del sistema:

  • La Contraloría del Magdalena encuentra las irregularidades y las traslada.
  • La Contraloría General dice que sí investiga, pero solo si cumplen 847 requisitos.
  • La Procuraduría recibe el caso y lo archiva en el limbo procesal.
  • Los responsables siguen libres porque cada institución espera que la otra haga su trabajo.

Es como un partido de fútbol donde cada jugador espera que otro patee el balón, mientras los corruptos se van caminando con la pelota hacia su casa.

Mildreth Armenta: La cara visible de un Sistema

Mildreth Armenta Muegues no es la villana de esta historia; es simplemente la funcionaria que puso su firma en un documento que revela la naturaleza perversa del sistema. Ella no creó estos procedimientos, pero los ejecuta con la eficiencia de quien sabe que así funcionan las cosas.

Y al final de su respuesta, tiene la audacia de agradecer «la participación ciudadana como fundamental en la lucha contra la corrupción«. Es como si un bombero te agradeciera por reportar un incendio mientras explica por qué no puede ir a apagarlo porque la manguera está siendo revisada por el departamento de calidad.

Los verdaderos ganadores

Mientras la Contraloría inventa requisitos imposibles, mientras la Procuraduría acumula expedientes, mientras los ciudadanos llenan formularios que nadie leerá, los verdaderos ganadores de este sistema siguen disfrutando de su impunidad:

  • Carlos Sierra Sánchez: El exalcalde que «inauguró» el acueducto fantasma.
  • Joaquín «Wafi» Vélez y Mallath Martínez: Los operadores políticos que manejaban la alcaldía.
  • Aura Angélica Claro Quimbayo: La asesora que firmaba contratos millonarios sin tener competencia legal.
  • Luis Alfonso Negrete y ARCA: Los ejecutores del contrato millonario.

Todos ellos pueden dormir tranquilos sabiendo que el sistema está diseñado para protegerlos, no para castigarlos.

La comunidad de Doña María: Los eternos perdedores

Mientras tanto, en el corregimiento más pobre de Fundación, las familias siguen cargando agua en baldes, siguen cocinando con agua contaminada, siguen viendo cómo sus niños se enferman por falta de agua potable.

Ellos son los únicos que realmente perdieron en esta historia. No solo perdieron los 4.400 millones que se gastaron en su nombre, sino que perdieron la esperanza de tener agua algún día. Porque ahora saben que cuando el Estado «invierte» en ellos, lo único que obtienen son tuberías vacías y funcionarios explicando por qué no pueden investigar a quienes se robaron su futuro.

La lección que debemos aprender

Esta respuesta de la Contraloría es una lección magistral sobre cómo funciona realmente la impunidad en Colombia. No es que no sepan que hay corrupción; es que han diseñado un sistema perfecto para reconocerla y no hacer nada al respecto.

Radiografía Profunda nos enseña que la corrupción no es solo el acto de robar dinero público. Es todo un ecosistema donde cada institución cumple su papel en la protección de los corruptos: unos investigan y trasladan, otros reciben y archivan, otros ponen requisitos imposibles, y al final, nadie es responsable de nada.

El Sistema Perfecto

Han creado el crimen perfecto: robar a plena luz del día, con todas las instituciones reconociendo el robo, pero con ninguna de ellas teniendo la «competencia» real para hacer justicia. Es como si hubieran inventado un tipo de cáncer que todos los médicos pueden diagnosticar pero ninguno puede tratar.

Reflexión final: La burla institucional

Lo más ofensivo de esta respuesta de la Contraloría no es que reconozcan la corrupción y no hagan nada. Lo más ofensivo es el tono condescendiente con el que explican por qué no pueden hacer su trabajo.

Es como si un policía te dijera: «Sí, vimos que te robaron la casa, pero para investigar necesitamos que el ladrón se presente voluntariamente, que traiga los objetos robados, que tenga al menos 70% de la casa desvalijada, y que no esté siendo investigado por otros robos. Mientras tanto, gracias por tu 'invaluable valor civil'«.

Los habitantes de Doña María siguen sin agua, los corruptos siguen libres, y las instituciones siguen perfeccionando el arte de hacer nada de manera oficialmente correcta.

Esa es la verdadera radiografía de la corrupción en Colombia: no es que no sepamos quiénes son los ladrones, es que hemos diseñado un sistema perfecto para protegerlos.

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