Las cifras de contagios y muertes en Colombia, y con más precisión en las ciudades capitales, indicarían sin lugar a dudas un grado de letalidad del virus cercano al 10%, tres veces mayor que en los países del primer mundo, lo cual es de esperarse para un país sumamente injusto, con un sistema de salud precario.

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Una vez más, se pone de manifiesto la precariedad moral de nuestros gobernantes que ni siquiera se avergüenzan de la catástrofe superlativa a la que nos han conducido.

En cualquier parte del mundo donde la vida política tenga un ápice de decencia hubieran renunciado de sus cargos los gobernantes. Pero, por ejemplo, la alcaldesa de Bogotá que tiene aún pudor, sabiendo lo que ocurre y lo que debe hacer no lo hace y se ha limitado a una algarabía.

Provoca asco ver a los dirigentes de los gremios económicos reclamando por sus intereses con absoluta indiferencia ante este genocidio de pobres.

Día tras día caen familiares, vecinos, amigos y a pesar de que hay alternativas para salvar todas estas vidas, nuestros mediocres gobernantes y los médicos que batallan en los centros hospitalarios se niegan a abrir la mente y los ojos para ver lo que están haciendo otros médicos para superar al Covid-19 en pocas horas.

Terapias alternativas efectivas

En el escenario de la lucha contra el Covid-19 en el mundo, se presentan dos grandes grupos: uno que trabaja y busca con la mayor prontitud una vacuna contra el virus Sars Cov-2, y otro que busca tratamientos que resulten eficaces para sacar adelante a todos aquellos, hombres y mujeres, que han sido contagiados con esta enfermedad.

Pero hay un tercer grupo, y del cual se especula mucho, que está trabajando con terapias alternativas que están ayudando a salir adelante a muchos pacientes, en los diferentes estadios de la enfermedad, hasta sanarlos completamente.

Para muchos científicos como la investigadora mexicana Karina Alethya Acevedo Whitehouse, doctora en Ecología Molecular (Universidad de Cambridge, Reino Unido), cuando en el mundo la cifra de contagiados sobrepasa los 11 millones, el virus Sars Cov2 muestra una letalidad baja. Pero para la doctora Acevedo, aunque sea bajo ese porcentaje, se trata de personas que mueren, de familias enteras que sucumben, y por lo tanto hay que buscar una solución muy pronto,

La doctora Acevedo Whitehouse, –que además trabaja en líneas de investigación   como Epidemiología molecular, enfermedades y cambios ambientales, plasticidad inmune–, en una entrevista para la televisión mexicana, indicó que a la fecha no existe un tratamiento eficaz en un 100%. “Existen algunos tratamientos, avalados por la OMS que pueden reducir los tiempos para quien está en un hospital con signos fuertes, o tratamientos para personas que tienen sintomatologías graves, que pueden reducir la mortalidad, como la dexametasona que la reduce en un 27%, pero la verdad es que no hay un tratamiento comprobado que funcione con una efectividad altísima”, explicó.

 

El cuadro anterior muestra las diferentes terapias y medicamentos que se están usando para enfrentar al Covid-19. Entre los antivirales el Rendesivir es el más usado y está aprobado por la FDA y con el que están tratando los casos severos de covid-19. Los otros se están probando porque tienen un efecto antiviral y actúan contra la replicación del virus.

Explica la doctora Acevedo que también están los tratamientos basados en disminuir la inflamación, pues mucha de la mortalidad se da porque se genera una inflamación desmedida, lo que llaman la tormenta de citoquinas, que hace que las personas tengan fallas sistémicas. Entre estos medicamentos tenemos la Ivermectina que ha ayudado a mucha gente.

Está también la terapia de plasma que consiste en quitarle este elemento a personas convalecientes que ya generaron anticuerpos y pasárselos a una persona que se encuentra enferma.

Y llegamos al dióxido de cloro. Es un tema contencioso y hay que tener una mente abierta para abordarlo. El dióxido de cloro está siendo usado abiertamente en países como Bolivia, donde fue aprobado su uso a través de una ley. En Ecuador han tenido resultados estupendos y muchos médicos y clínicas particulares han parado la cadena de muertes por covid-19 usando el dióxido de cloro. Pero en este último país la controversia legal sigue.

Paralelamente a estos dos países se ha fortalecido una organización que promueve la investigación y el uso del dióxido de cloro en toda Latinoamérica. Se trata de Comusav, Comunidad Mundial por la Salud y la Vida, que asocia más de 10 mil médicos trabajando con terapias alternativas en temas tan urgentes como la pandemia generada por el Sars Cov-2.

El dióxido de cloro está siendo propuesto como una alternativa muy eficiente, y para su comprensión debemos explicar primero los tres escenarios en que se da esta discusión:

    1. El escenario de las personas que nunca oyeron hablar de esta sustancia, y menos aún de su acción y eficacia contra un virus como el Sars Cov 2.
    2. El escenario de los que la conocen muy bien y dicen que funciona y cura todo.
    3. El escenario de aquellos que dicen que no funciona y que no hay nada publicado.

Para la investigadora mexicana, la actitud de los dos últimos bandos no es correcta para la comunidad científica. “Los científicos debemos cuestionarnos constantemente, tratar de ver si existe la evidencia que pueda servir para desechar o validar una hipótesis”, explica la doctora Acevedo Whitehouse.

El dióxido de cloro es un gas, soluble en agua, que se ha utilizado por muchos años como desinfectante en términos industriales, en desinfección de alimentos, material quirúrgico y potabilización del agua. Todo esto está bien documentado y además tiene una acción muy marcada contra los virus, bacterias y hongos. Es algo que ya se sabe y no es contencioso.

En este aspecto es donde la gente se confunde, pues al ubicarlo como un desinfectante en los términos anteriormente expuestos, la gente lo confunde con el hipoclorito, y los detractores también aprovechan para confundir a la gente, sobre todo a nivel gubernamental.

Pero para sorpresa de los detractores, sí existe evidencia publicada sobre el uso del dióxido de cloro de manera segura para poder contrarrestar diversas enfermedades causadas por virus. La doctora Acevedo confiesa que ella tampoco sabía de estas publicaciones:

Desde los años 80 se han venido realizando estudios clínicos y evaluaciones clínicas controladas del uso de las distintas variantes del cloro, entre ellas el dióxido de cloro, en el ser humano. En ellas determinaron cuales son las dosis letales y recomendadas para su uso terapéutico. Están publicados en internet, y han sido desarrollados por entidades serias y reconocidas, además, dirigidas por personal altamente calificado e investigadores con estándares y reconocimiento innegable.

En 2007 se retomó otro estudio para evaluar la eficacia y seguridad de este producto en los seres humanos.

“O sea, que sí hay publicaciones científicas entonces, he aquí un ejemplo de un estudio científico sobre el efecto virucida del dióxido de cloro, cómo es que destruye a las proteínas que forman las cápsides del virus de la hepatitis A, polio, virus respiratorio, etc”, enfatiza.

“No se ha probado en término de publicaciones para el virus del Covid-19, pero sí se ha probado de manera no controlada en escenarios hospitalarios, clínicas”.

¿Cómo funcional del dióxido de cloro?

La doctora Acevedo Whitehouse quedó sorprendida cuando realizó inmersión en todos estos estudios e investigaciones clínicas y descubrió cómo funciona esta sustancia.   “El dióxido de cloro lo que hace es reaccionar con pedacitos de proteínas, específicamente, reacciona rapidísimo y modifica a tres aminoácidos (aunque son seis), la cisteína, el triptófano y la tirosina. Al momento que el dióxido de cloro entra en contacto con esos aminoácidos los modifica de inmediato, ocurre entonces un proceso que se llama desnaturalización de proteínas”.

Los virus, en particular el Sars Cov 2, tiene 40 residuos de cisteína, 54 de tirosina y 14 de triptófano. Al ser modificados por el dióxido de cloro, el virus no puede entrar en la célula.

La pregunta obligada es: ¿Cómo es que no afecta al organismo humano?

La doctora Acevedo Whitehouse explica que no afecta porque se ha calculado ya una dosis adecuada. Es decir, que el tamaño importa muchísimo, y eso es cierto para todos los medicamentos.   “Pensemos por ejemplo en nitroglicerina, se usa para explosivos –de acuerdo– , pero también a dosis muy pequeñas lo puedes utilizar para tratar padecimientos cardiacos”, subrayó.

“En segundo lugar, nosotros tenemos en las células y alrededor de ellas, acumulado en tejidos, glutatión que reacciona todavía más rápido que la cisteína con el dióxido de cloro neutralizándolo por ser un poderoso antioxidante”.

O sea que solo se mete con los virus inactivándolos, en cuestión de horas pues acabar con la afección viral. Es un mecanismo que ya está estudiado y está publicado.

El Rendesivir que ya está aprobado por la FDA para el Covid-19 cuesta para países en vías de desarrollo $2.346 dólares por tratamiento. ¿Qué gobierno de Latinoamérica está dispuesto a pagar esta cantidad para sus ciudadanos?

“Debemos recordar que muchos de los descubrimientos en medicina se deben al acervo y conocimiento de la gente, que no ha hecho estudios científicos, pero que con la práctica y la observación han llegado a conclusiones sobre medicamentos de uso comunitario que han ayudado a combatir enfermedades. Luego la ciencia entra, recoge esa observación y conocimiento y los somete a la comprobación científica”, concluyó.

Por lo tanto, vale la pena realizar los protocolos y comprobar bajo todos los estándares de la ciencia su efectividad.

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