La ecuación de la atención en salud pública debería ser sencilla: el Estado paga a las EPS, las EPS financian a las clínicas y hospitales, y los ciudadanos reciben atención. Pero en Colombia, esa ecuación no solo falla, se convierte en un cálculo perfecto para la corrupción. Las Entidades Promotoras de Salud (EPS), que deberían ser el motor del sistema, se han transformado en una máquina de deudas y escándalos.

Un sistema de salud bajo agua: las cifras que asfixian

Según la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas (ACHC), las EPS deben $16,8 billones de pesos al sector hospitalario. Este agujero negro creció en $705 mil millones entre junio y diciembre de 2023, con un 54% de la deuda en mora. ¿El resultado? Clínicas sin recursos, médicos sin pagos y pacientes abandonados.

  • EPS del régimen contributivo: Concentraron 8,4 billones de pesos en deudas, con Nueva EPS liderando el podio de las morosas: 2,8 billones de pesos y un 44,7% en mora. ¿La ironía? Fue intervenida por la Supersalud este año, igual que Sanitas, con 985,9 mil millones de pesos en deuda.
  • EPS del régimen subsidiado: Acumulan 3,8 billones en deudas. La campeona de la negligencia es Savia Salud, con 561,5 mil millones y una mora del 38,9%.

¿Y las EPS liquidadas? Han dejado un rastro de 2,7 billones de pesos impagos, con nombres como Medimás (573,7 mil millones) y Coomeva (457,2 mil millones) encabezando la lista de los más corruptos.

La ecuación rota: ¿quién está extraviando los recursos?

El modelo está diseñado para que las EPS sean administradoras responsables del dinero público, pero la realidad es otra. Mientras los hospitales suplican por pagos, las EPS manejan estos recursos con negligencia y, en muchos casos, corrupción. Nueva EPS, por ejemplo, no solo lidera la lista de deudas, también opera en ambos regímenes, acumulando 3,1 billones de pesos en mora.

Las intervenciones de la Supersalud, aunque necesarias, son reactivas. Mientras tanto, los recursos públicos destinados a salvar vidas terminan en cuentas bancarias que nadie parece auditar.

Deudas del Estado: el otro actor que no paga

El propio Estado tampoco queda limpio en esta ecuación. Las entidades territoriales deben 1,47 billones de pesos, con una mora de 991 mil millones. Destacan casos como Norte de Santander, con 151 mil millones impagos, seguido por Bogotá y Valle del Cauca. Cuando el Estado falla en pagar, no solo contribuye al colapso del sistema, también da un mal ejemplo a las EPS que administran estos recursos.

El impacto real: vidas en espera

Cada cifra aquí representa camas vacías, tratamientos aplazados y muertes evitables. Este modelo, donde la corrupción y la negligencia son la norma, no solo amenaza al sistema de salud; destruye vidas.

¿Cómo salimos de este caos?

La solución requiere más que intervenciones. Necesitamos una auditoría constante, sanciones ejemplares y transparencia en cada peso que pasa por las manos de las EPS. Si el Estado no cumple su papel de supervisor, la corrupción seguirá siendo el mayor beneficiario del sistema.


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