El nepotismo, esa vieja práctica de beneficiar a familiares o allegados con cargos públicos, no solo es una afrenta a la meritocracia, sino que también representa una forma de corrupción profundamente enraizada en la cultura política. En Colombia, los recientes escándalos de nepotismo que envuelven a figuras de tradición política nos recuerdan que el poder sigue siendo un negocio familiar para muchos.
¿Qué es el nepotismo y por qué es corrupción?
El nepotismo es el favoritismo hacia familiares en la asignación de puestos o contratos, muchas veces sin el cumplimiento de los requisitos de experiencia o mérito. Aunque no siempre se tipifica como delito, es una práctica que mina la confianza pública, distorsiona la administración del Estado y abre la puerta a conflictos de interés.
Una red de “famiempresas” en el gobierno
El caso de Daniel Briceño, concejal de Bogotá por el Centro Democrático, es un ejemplo paradigmático. Convirtió el Estado en su empresa familiar al ubicar a su esposa Zasha Medina y a su cuñada Pamela Medina en la Personería, mientras su primo David Briceño conseguía un cargo en la Secretaría de Educación. Un claro ejemplo de cómo la gestión pública se convierte en una extensión del círculo íntimo.
El Clan Gutiérrez: Poder y parentesco
Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín, también está en el centro de esta polémica. Su hermana Catalina María Gutiérrez Zuluaga consiguió empleo en ISA y UNE-EPM mientras él era alcalde. Además, su primo José Miguel Zuluaga trabajó en la unidad de apoyo del diputado Mateo Escobar Valencia, quien a su vez vio a su hermano Daniel Escobar nombrado subsecretario de Hacienda en la misma alcaldía. ¿Coincidencia o tráfico de influencias?
A esto se suma la cercanía entre Valeria Molina Gómez y Simón Molina Gómez, primos hermanos que ocuparon altos cargos en el gabinete de Gutiérrez. Su presencia refuerza la percepción de que los méritos profesionales fueron desplazados por las conexiones familiares.
“Intercambio de perfiles”: Maquillando el nepotismo
El caso de Natalia Gaviria, esposa de Simón Molina, nombrada en la Gobernación de Antioquia, es otro ejemplo de cómo se maquillan estas prácticas con aparentes “movimientos estratégicos”. Este patrón se repite con Carolina Gómez Jiménez, esposa del concejal Santiago Narváez, quien, sin experiencia relevante, fue designada como directora de Nóminas.
Natalia Gaviria y Simón Molina
Carolina Gómez Jiménez, esposa del concejal Santiago Narváez.
Otros nombres, el mismo patrón
Iván Garnica, familiar de la secretaria de Comunicaciones Adriana Garnica, acumuló contratos millonarios con el Área Metropolitana, dirigida por Federico Gutiérrez. Mientras tanto, Mariam Char Tinoco, cuñada de Luis Carlos Vélez, obtuvo un cargo en la ACI pese a no tener experiencia en el área.
Adriana Garnica
El gobernador Andrés Julián Rendón no se queda atrás. Nombró a la hermana de la senadora Paola Holguín como gerente del Ferrocarril de Antioquia, un proyecto clave en el departamento, a pesar de su falta de conocimientos técnicos.
¿Y los entes de control?
Los entes de control tienen la obligación de investigar estos casos. No se trata solo de identificar irregularidades, sino de garantizar que la administración pública esté al servicio de los ciudadanos y no de las élites políticas.
El llamado ciudadano
El nepotismo no es solo un problema ético; es una forma de corrupción que afecta directamente la transparencia y eficiencia del Estado. La ciudadanía debe exigir cambios estructurales y denunciar estas prácticas. Como señaló la Confederación Colombiana de Ciudadanos Contra la Corrupción, necesitamos plataformas que permitan a los ciudadanos vigilar y denunciar estas redes familiares que asfixian la democracia.