Los costeños se ven atrapados en un ciclo interminable de decepción, con la historia de Air-e que se repite como un maldito eco. Solo se ha cambiado el nombre de la empresa y de los responsables, pero el sufrimiento de los usuarios sigue igual, e incluso empeora. Unos 5 millones de personas soportan el abuso y el cobro excesivo por un servicio de energía que se degrada día a día. Mientras tanto, un agente interventor de la Superintendencia de Servicios Públicos parece tener más ganas de figurar que de solucionar la crisis.

Un negocio para unos pocos, un sufrimiento para muchos

El 28 de septiembre de 2020, el entonces presidente Iván Duque entregó “las llaves” del sector energético a las nuevas operadoras, Air-e y Afinia, tras la liquidación de Electricaribe, prometiendo un final a los sufrimientos de los costeños. Pero lo que ocurrió fue un empeoramiento del servicio, que no solo se volvió más deficiente, sino que también se encareció.

Apenas cuatro años después, el gobierno de Gustavo Petro ha intervenido Air-e por su oscuro manejo en el cobro de tarifas abusivas y las artimañas que han utilizado para sortear el mercado tarifario. Según el columnista Jorge Vergara Carbó, la venta de Electricaribe a estas empresas ha resultado en una pérdida monumental de 12 billones de pesos para el Estado.

“¡Hicimos el peor negocio del mundo! Perdimos US$3.422.7 millones, lo que podría haber servido para una Renta Básica de un mes y medio o dos meses a 10 millones de familias vulnerables”, sentenció.

La «bellaquería» de la opción tarifaria: un juego de trileros

En medio de la pandemia, se aprobó la resolución 012 que supuestamente suspendía las alzas tarifarias a los usuarios. Sin embargo, este “congelamiento” no era más que un aplazamiento disfrazado, y los usuarios terminaron con una deuda creciente, que superó los $5 billones de pesos.

La intervención del gobierno fue tardía, y Air-e, lejos de ser un salvador, se convirtió en el verdugo de los costeños. El presidente Gustavo Petro criticó a su antecesor por permitir este embrollo, señalando que las tarifas de energía son una “cascada” que perjudica a los usuarios. Sin embargo, Air-e no optó por seguir la recomendación de diferir la deuda en cuotas razonables, sino que impuso cobros exorbitantes en un solo año.

La hipocresía de la venta de energía: el autoengaño de Air-e

La empresa se ha beneficiado de un monopolio que le ha permitido explotar a los usuarios. Se reveló que Air-e ha realizado contratos a precios exorbitantes, comprando energía a sí misma a tarifas elevadas que, lejos de beneficiar a los usuarios, solo han servido para llenar sus propios bolsillos.

Se ha descubierto que en una subasta pública, Air-e compró energía a precios mucho más altos que el promedio del mercado, lo que ha llevado a especulaciones de un conflicto de interés y corrupción. “Todo se fue al mismo bolsillo”, comentaron fuentes anónimas, y los usuarios son los que sufren las consecuencias.

Cargando la culpa: Air-e y sus irresponsabilidades

Entre octubre de 2022 y abril de 2024, Air-e no pagó lo recaudado por el servicio de aseo a la empresa Interaseo SAS, acumulando una deuda que supera los 183 mil millones de pesos. Las excusas sobre “inconsistencias numéricas” suenan a un cuento viejo y cansado para los usuarios que ya no soportan más engaños.

La intervención del gobierno solo llegó cuando la crisis se tornó insostenible, pero las decisiones tomadas han dejado a los usuarios en un limbo de incertidumbre y desconfianza.

Conclusión: ¿Un nuevo capítulo o el mismo cuento?

La llegada de Air-e a la región ha traído más oscuridad que luz. Y si pensábamos que Electricaribe fue un karma, esta compañía ha resultado ser un castigo aún peor. Es urgente un cambio radical en la administración de los servicios públicos, donde la transparencia y el compromiso con los usuarios sean la norma, no la excepción.

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