La corrupción en la Ungrd: una vergüenza nacional
El escándalo que rodea a la exconsejera presidencial Sandra Ortiz es un retrato impúdico de cómo se manejan los recursos públicos en Colombia. En el centro de la tormenta está la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), institución que, en lugar de salvar vidas, parece haber sido el tablero de ajedrez de una descarada red de sobornos por $3.000 millones.
Ortiz se lava las manos: “Yo no fui, tengo las pruebas”
Con tono de víctima y una narrativa de complot digna de novela, Sandra Ortiz insiste en su inocencia. Afirma que su nombre fue manchado por una conspiración orquestada desde los pasillos del poder en la Casa de Nariño. ¿La razón? Tapar escándalos mayores. Pero, ¿quién puede creerle cuando las cifras millonarias y las conexiones políticas gritan lo contrario?
Sobornos en efectivo: el maletín de la vergüenza
El soborno de $3.000 millones en efectivo, transportado en un maletín, es el símbolo de cómo los corruptos negocian la dignidad de un país. Según las investigaciones, este dinero no era para mejorar las condiciones en La Guajira, sino para acelear reformas gubernamentales en el Congreso. Una burla descarada al sufrimiento de las comunidades más vulnerables.
De “compañera de silla” a sospechosa clave
Ortiz defiende su relación con el senador Iván Name como una simple amistad, pero la Fiscalía la señala como la intermediaria en la entrega de los sobornos. Según Ortiz, “discusiones siempre hubo, pero nunca nada turbio”. Sin embargo, las pruebas y testimonios pintan una historia muy distinta.
¿Culpables sin castigo? Los otros nombres tras el escándalo
Sandra Ortiz no está dispuesta a caer sola. Desde su trinchera mediática, amenaza con “delatar” a otros funcionarios que, según ella, también tienen las manos sucias. La gran pregunta es si estos nombres saldrán a la luz o si serán protegidos por la maquinaria de impunidad que parece inquebrantable en Colombia.