Elsa Noguera y Eduardo Verano: el dúo perfecto para enterrar la salud pública en el Atlántico
Cinco meses sin salarios. Trabajadores que llegan cada día a hospitales que cierran servicios como quien apaga las luces de una casa abandonada. Una deuda de $200 mil millones de pesos que crece como un tumor maligno. Esta no es la historia de un fracaso administrativo: es el manual perfecto de cómo se diseña la destrucción de lo público para alimentar la voracidad de lo privado.
La ESE Universitaria del Atlántico (UNA) no colapsó por casualidad. Colapsó porque así estaba programado desde que Elsa Noguera vendió la ilusión de un «modelo exitoso» que copiaría a MiRed Barranquilla, mientras Eduardo Verano de la Rosa permitía que el clan Char terminara de devorar lo que quedaba del sistema hospitalario departamental.
La Mentira Fundacional
Cuando Noguera propuso la ESE UNA, lo hizo con la seductora narrativa del «éxito de MiRed». Pero había un detalle que omitió mencionar: MiRed funciona porque es un sistema mixto donde el distrito de Barranquilla mantiene el 65% de las acciones y los privados apenas el 35%. En el Atlántico, el modelo se invirtió perversamente.

MiRed Barranquilla logró coberturas del 99% y redujo la mortalidad materna en 16.8% porque opera bajo una lógica de complementariedad público-privada en el primer nivel de atención en salud en el distrito de Barranquilla. En el Atlántico, se creó una estructura para que los privados obtuvieran entre el 70% y 80% de las ganancias, mientras los hospitales públicos quedaran con las migajas.
«El nuevo modelo se hizo a pérdida, mal concebido, solo para que privados ganen dinero a costa de que la gobernación pierda«, denunció el diputado Alfredo Varela, quien se ha dedicado a sacarle partido a los desaciertos y pobreza gerencial del gobierno de Eduardo Verano.
Aunque el modelo arrancaba con una deuda que venía de todas la liquidaciones de administraciones anteriores, la Asamblea aprobó el aporte de un capital necesario para el funcionamiento de la red, mediante giros anuales que debía hacer la gobernación del Atlántico durante varios años. No obstante, el peso del éxito de este nuevo modelo estaba en el manejo de tres factores claves.
- Una administración eficiente y eficaz, que priorizara la venta de excelentes servicios.
- El mercado, el cual, en el momento de este nuevo inicio, se mostraba favorable.
- El giro oportuno del capital comprometido por la gobernación para amortiguar pagos que garantizaban el funcionamiento de la red.
Los dos años de Elsa Noguera
Aunque el nuevo modelo de salud pública en el Atlántico arrancó en el 2021, en plena pandemia, la sincronización y puesta en marcha de todos los engranajes fue en el año 2022. Se inició la Etapa 1 del nuevo modelo, cuya meta era tener en operación el 30% de la capacidad instalada, al final de este primer año.
La Etapa 2 iniciaría el segundo año de operaciones (2023) y se debía tener en operación el 60% de la capacidad instalada. Y en el 2024, en la Etapa 3, la meta era alcanzar un 80%, para finalizar en un 100% en 2025 con la Etapa 5.
El primer gerente en propiedad, un médico experto en administración en Salud, muy a pesar de la presión política en la contratación, tuvo a su favor un mercado que ayudó a la implementación de nuevos servicios, apertura de salas de atención, nuevos pisos con camas e infraestructura digna.
El giro del capital semilla para esta nueva empresa estatal por parte de la gobernación, llegó a tiempo en esta Etapa 1, de tal manera que se superó la meta del 30% en la operación de la capacidad instalada.
El mercado era favorable porque las EPS gozaban de excelentes relaciones con el gobierno nacional (Iván Duque, en ese momento), y de acuerdo a datos confidenciales, el pago efectivo de las facturas a la ESE UNA Atlántico por parte de las EPSs, llegó alcanzar el 80%, es decir que por cada $100 pesos que se le facturaba a las empresas administradoras de salud, éstas pagaban $80. El 20% restante quedaba como deuda incierta que mes a mes se iba acumulando.
Aún así, en el negocio de la salud, ese panorama del mercado era favorable, pues se habían vivido momentos, largos períodos, en que las EPSs solo cancelaban el 60 o 65% máximo de las facturas recibidas.
En la Etapa 2, la gobernadora Elsa Noguera se desentendió de su compromiso para girar el capital semilla aprobado por la Asamblea. A pesar de no haber entrado ese rubro necesario para el funcionamiento de esta empresa, los engranajes del nuevo modelo de salud en el Atlántico funcionaban de tal manera que su administración logró tener en operación un 60% de la capacidad instalada, gracias a una buena gestión administrativa en la venta de servicios.
El hueco por la falta de capital semilla y la deuda incierta que seguía acumulándose por las políticas de pago de las EPSs, comenzó a hacer mella en la Etapa 3 (2023), pues el mercado se tornó negativo con la propuesta del gobierno de Gustavo Petro para reformar el sistema de salud en Colombia. Las tensiones entre las EPSs y el gobierno afectaron negativamente el mercado. Por ello, las EPSs volvieron solo a cancelar solo el 60% del monto de las facturas que enviaban los hospitales y clínicas que no eran de su propiedad o asociados.
El mercado se volvió «hostil» y las EPS redujeron sus pagos. Pero esto era predecible para cualquier experto en el sector. Lo que no era predecible era que tanto Noguera como Verano incumplieran deliberadamente sus compromisos con el capital semilla.
Además, el nuevo gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa, quien en gobiernos anteriores tenía otros planes en el tema de la salud pública en este departamento, también desestimó el pago del capital semilla con el que la gobernación se había comprometido.
A esto se le suma el hecho de que al gobernador Verano le tocó entregar, por acuerdos polítiqueros corruptos, todo lo relacionado con la salud en el departamento del Atlántico al clan político Char, que lo apoyó para su tercera elección como gobernador.

Los Arquitectos del Saqueo
Los números no mienten, aunque los políticos sí. La Superintendencia de Salud reveló contratos que suman un billón de pesos, extendidos hasta 2037, como si hubieran hipotecado el futuro de la salud atlanticense:
- UCI: $354 mil millones para la UT UCI Pediátrica y Neonatal
- Servicios Farmacéuticos: $241 mil millones para UT Servicios Farmacéuticos del S&D
- Imágenes Diagnósticas: $303 mil millones para Sociedades Ayudas Diagnósticas del Atlántico
- Alimentación: $173 mil millones para Servicios de Alimentos N.P.
- Laboratorio Clínico: $85.563 millones para UT ESE UNA
Detrás de estas siglas y uniones temporales se esconde la misma red de siempre: los hermanos Bruno y René Pérez Campanella, socios privados de MiRed y dueños de la Clínica Centro, quienes lograron penetrar el sistema departamental cuando Alejandro Char le cobró favores políticos a Eduardo Verano.
La Traición de los Garantes
La Asamblea Departamental había aprobado aportes anuales para garantizar el funcionamiento de la red. Noguera los suspendió en plena Etapa 2, cuando el modelo más los necesitaba. Verano hizo lo mismo, pero con un agravante: había firmado un pacto político que entregaba el manejo de la salud departamental a los Char como precio de su respaldo electoral.
«Los hermanos Pérez colocaron a un hombre de confianza, a Luis Carlos Fajardo, subgerente del componente primario de MiRed IPS» en la secretaría de salud departamental, reportó Corrupción al Día. Era la señal inequívoca de que el apetito privado había devorado la voluntad pública.
El Títere que Renunció
Pablo Alberto de la Cruz llegó a la gerencia de la ESE UNA directamente desde la Clínica Centro de los hermanos Pérez Campanella. Su designación coincidió con una medida cautelar de la Superintendencia de Salud contra esa misma clínica por fallas graves en la atención de urgencias: usuarios esperando hasta dos horas y problemas de asepsia en cirugías.
Un gerente que no podía manejar una clínica privada de 100 camas pretendía administrar una red de seis hospitales y más de 30 centros de salud. El resultado era tan predecible como el de poner a un pirómano a cuidar una gasolinera. De la Cruz renunció en abril, «consciente de su mediocre gestión», pero el daño ya estaba hecho.
El Costo Real del Sistema Silencioso
Mientras escribimlos estas líneas, más de 460 camas han dejado de funcionar en la red hospitalaria del Atlántico. Los pediatras advierten la suspensión del servicio por deudas salariales que superan los cinco meses.
Pero el costo real no son los $200 mil millones envolatados. El costo real es que cada atlanticense que muere esperando una cirugía, cada niño que no puede acceder a cuidados intensivos, cada madre que no recibe atención prenatal oportuna, es víctima de un sistema diseñado para fracasar.
La Complicidad de los Silencios
«Una sociedad que aplaude al corrupto merece sus cadenas«. Los atlanticenses han visto cómo Noguera es tratada como heroína de la infraestructura, mientras Verano prepara su cuarta postulación sin que nadie le exija cuentas por el pacto fáustico que firmó con los Char.
La corrupción no necesita pistolas ni amenazas cuando cuenta con la indiferencia ciudadana como cómplice. Cada vez que justificamos al «político que roba pero hace«, cada vez que votamos por quien nos promete migajas mientras entrega el tesoro, estamos alimentando este sistema silencioso que devora lo público desde adentro.
Las Preguntas que Nadie Hace
¿Cuántos contratos más tienen los Pérez Campanella en la administración departamental? ¿Qué otros servicios públicos están siendo preparados para el mismo modelo de «privatización exitosa»? ¿Cuánto y quiénes le deben a la ESE UNA del Atlántico? ¿Quién va a asumir la responsabilidad de sacar la red de ese pantano? ¿Qué quiere hacer el gobernador Verano? ¿Qué quiere hacer el clan Char?
Y la pregunta más incómoda: ¿Seguiremos eligiendo a quienes venden lo público al mejor postor mientras nos convencen de que no hay alternativa?
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