Postobón obtiene un sello ambiental otorgado por una fundación que ella misma financia y dirige, revelando un sistema diseñado para aparentar sostenibilidad mientras continúa contaminando.


En las estanterías de los supermercados colombianos, un pequeño rectángulo azul con una hoja blanca sobre fondo verde adorna ahora las botellas de Agua Cristal. Este sello, que certifica la «neutralidad plástica» del producto, fue anunciado con bombos y platillos por medios pertenecientes al mismo conglomerado empresarial que controla Postobón: FM, RCN Radio y La República.

Lo que estos medios no mencionaron fue que detrás de este aparente logro ambiental se esconde un sistema de certificación cuestionable, donde la misma empresa a certificar forma parte del organismo que establece los criterios y valida el cumplimiento. Un círculo perfecto que permite a las corporaciones pintarse de verde sin necesariamente reducir su impacto ambiental real.

La Red Invisible de Intereses Corporativos

La certificación de «neutralidad plástica» surge de una norma técnica creada por ICONTEC, una reconocida empresa certificadora en Colombia, junto con la Fundación Compromiso Empresarial por el Reciclaje (CEMPRE). Esta última entidad, presentada como un «tercero» independiente, está dirigida por 13 poderosas corporaciones, entre ellas —sorpresa— Postobón, Coca-Cola y Nestlé.

«Claramente, CEMPRE, al tener un representante de Postobón en su junta directiva, está atada a esa empresa; por lo tanto, la objetividad e independencia del proceso se ve comprometida. Hay un claro conflicto de intereses«, afirma Jackeline Bravo Chamorro, profesora de Ética del programa de Maestría en Biotecnología de la Universidad ICESI.

Este sistema silencioso funciona perfectamente: las mismas empresas que necesitan mejorar su imagen ambiental participan en la creación de los estándares por los cuales serán evaluadas, financian a la organización que valida su cumplimiento y, finalmente, reciben un sello que pueden usar en su marketing sin que exista supervisión gubernamental alguna.

Compensación a la Medida: Un Mecanismo Conveniente

El concepto de «neutralidad plástica» supuestamente representa un equilibrio entre la cantidad de plástico utilizado por la empresa y la cantidad que logra reciclar o reutilizar. Para lograrlo, por cada tonelada de material que utiliza la empresa, debe compensar un crédito material.

Aquí es donde el sistema muestra sus grietas. Un director de una asociación de recicladores que trabaja con Red Reciclo (iniciativa liderada por empresas como Postobón) reveló a la revista VORÁGINE que su contrato no incluye la recolección de PET transparente —el material utilizado para embotellar Agua Cristal.

En pocas palabras, la certificación permite a las empresas compensar su impacto con plásticos diferentes a los que utilizan en su producción. Cuando Postobón fue cuestionada sobre qué materiales compensan, respondieron ambiguamente: «La cantidad equivalente de materiales plásticos utilizados se compensó con materiales plásticos, incluido el PET«.

Jonathan Sánchez, especialista en cambio climático de WWF, cuestiona esta práctica: «Se supone que debes recolectar [los mismos materiales que causan] el impacto que estás generando. Si ese es el que tiende a migrar más hacia nosotros los humanos, tener el objetivo de recolectar un material diferente no tendría mucho sentido«.

La Transparencia como Mito

Durante el lanzamiento de la norma técnica, un representante de Nestlé afirmó: «Uno de los principios muy claros que tenemos aquí es que debemos llevar una contabilidad clara de los materiales... cualquier persona externa puede entrar y revisar los números y corroborar que lo que se está diciendo es real«.

La realidad es muy diferente. Cuando VORÁGINE solicitó información sobre la cantidad de toneladas registradas y créditos materiales validados para la certificación de Agua Cristal, se encontró con un muro de secretismo.

ICONTEC rechazó proporcionar información, argumentando que era «confidencial». Postobón, por su parte, respondió que las cifras eran «competitivas y confidenciales» debido a «la competencia del mercado«.

Esta opacidad contradice directamente el tercer pilar de la certificación: la comunicación transparente. La información queda exclusivamente en manos de tres actores con evidentes intereses económicos entrelazados: ICONTEC, CEMPRE y Postobón.

La Regulación como Acuerdo Privado

Contrario a lo que podría esperarse, el Ministerio de Medio Ambiente de Colombia confirmó que no supervisa el otorgamiento de esta certificación. El sello representa un acuerdo exclusivamente entre partes privadas.

La representante Katherine Miranda, del Partido Verde, intentó regular estas certificaciones mediante un proyecto de ley en 2022, buscando que «estuvieran en manos del Ministerio del Ambiente y no del ICONTEC«, pero su iniciativa no prosperó tras la intervención de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), organización que —otra sorpresa— comparte varios miembros con CEMPRE, incluyendo Postobón.

«Aquí también se está engañando a los consumidores y se está desviando la atención del problema estructural«, concluye Miranda.

El Impacto Oculto: Microplásticos en Todas Partes

Mientras las corporaciones juegan con certificaciones a medida, la contaminación plástica avanza implacablemente. Se han detectado microplásticos en fuentes de agua, alimentos, sangre humana, placentas de recién nacidos y en animales salvajes.

Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona han documentado cómo el contacto prolongado con estas diminutas partículas provoca daños en el ADN, afecta a varios órganos y tejidos, y se cree que es la causa de varias enfermedades.

El greenwashing corporativo de Postobón no solo engaña a los consumidores, sino que distrae la atención de un problema mucho más grave: la necesidad urgente de reducir —no simplemente «compensar»— la producción y uso de plásticos.

Un Sistema Diseñado para la Impunidad Ambiental

El caso de Agua Cristal ilustra perfectamente cómo las grandes corporaciones han perfeccionado el arte de la «autorregulación» para evitar controles externos más estrictos. Este mecanismo invisible permite a las empresas controlar cada etapa del proceso:

  1. Participan en la creación de las normas técnicas.
  2. Financian y dirigen las fundaciones que validan su cumplimiento.
  3. Controlan los medios de comunicación que celebran sus logros.
  4. Presionan para bloquear iniciativas legislativas que buscan regulaciones más estrictas.

Lo que presenciamos no es un avance hacia la sostenibilidad, sino un sofisticado mecanismo de greenwashing que permite a las corporaciones continuar con sus prácticas contaminantes mientras se benefician de una imagen ambiental mejorada.

Y mientras tanto, los microplásticos ya han sido encontrados hasta en las abejas melíferas colombianas. La pregunta es: ¿cuánto tiempo más permitiremos que este espejismo verde nos distraiga de la verdadera crisis ambiental que enfrentamos?


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