Por Unidad Investigativa – Corrupción al Día

En Maicao, las cifras oficiales ya no explican la realidad: la maquillan.
Detrás del discurso de “eficiencia y progreso”, la administración del alcalde Mohamad Dasuki ha perfeccionado una ecuación perversa: menos ingresos, más gasto, cero control.

El municipio registró ingresos ejecutados por $299.969 millones frente a gastos de $359.652 millones, lo que deja un déficit del 19,89%.
Y como si fuera poco, gastó $40.683 millones adicionales por encima de lo programado, una sobre-ejecución del 112,76%.

Mohamad Dasuki

Contratos que se multiplican en el SECOP

La revisión del SECOP II (2023–2025) muestra un patrón que explica parte del agujero:
múltiples contratos con el mismo objeto, mismos responsables y distintos números de proceso.
En la línea de “Institutos de desarrollo departamental y municipal”, aparecen convenios interadministrativos con rubros ambiguos: “fortalecimiento de la gestión territorial”, “apoyo institucional” o “asistencia técnica integral”.
Los montos varían entre $800 millones y $2.400 millones, con adiciones sucesivas del 20% al 35%, sin evidencia pública de resultados.

En varios casos, los NIT de los contratistas coinciden con apellidos de funcionarios activos o exasesores del despacho.
El patrón se repite: contratos clonados, plazos extendidos y objetos imposibles de auditar.

Adiciones que rompen la ley del presupuesto

La Contraloría de La Guajira registró al menos seis adiciones presupuestales sin justificación técnica en proyectos de infraestructura y apoyo administrativo.
En algunos, las adiciones superan los $4.000 millones, pese a que los informes de avance físico no llegan al 30%.
El Portal de Transparencia de Maicao omite las resoluciones que aprueban estos incrementos, y en el SIRECI no aparecen los soportes de registro presupuestal (RP).

El dinero no solo se gasta mal, sino sin respaldo legal verificable.
Cada adición se convierte en una grieta más en la arquitectura del presupuesto.

Interventorías con ceguera selectiva

Entre 2023 y 2025, se registraron más de 20 contratos de interventoría, varios asignados por selección abreviada o directa, sin competencia real.
Al menos cinco interventorías corresponden a proyectos financiados con regalías, pero los informes de supervisión son inexistentes o incompletos.
En algunos casos, los mismos interventores aparecen contratados por diferentes secretarías con nombres similares de proyecto, una práctica que fragmenta la trazabilidad y diluye la responsabilidad.

El espejismo de las regalías

En el Sistema General de Regalías, Maicao recibió recursos extraordinarios en 2024 y 2025, pero los reportes financieros muestran concentración en pocos contratistas y baja ejecución física.
Los proyectos priorizados, en teoría, correspondían a agua potable, educación y vías rurales.
En la práctica, los desembolsos terminaron en contratos genéricos de “asistencia técnica”, “capacitación” o “apoyo a la gestión local”.

La huella digital en el SECOP revela que al menos tres convenios de regalías fueron modificados más de dos veces, aumentando los plazos y valores, sin que el municipio publicara los informes de avance o liquidación.

El círculo perfecto de la impunidad

El sistema descrito por Alejandro Nieto en El desgobierno de lo público parece escrito para Maicao: una burocracia que protege a los suyos mientras castiga a los contribuyentes.
Los organismos de control actúan con lentitud, los informes se maquillan, y la ciudadanía se resigna.
El problema ya no es de capacidad administrativa, sino de estructura de poder: la corrupción dejó de ser una desviación para convertirse en método.

Lo que revelan los números

  • Ingresos programados: $324.663 millones
  • Ingresos ejecutados: $299.969 millones (92,39%)
  • Gastos programados: $318.969 millones
  • Gastos ejecutados: $359.652 millones (112,76%)
  • Déficit fiscal: $59.683 millones (19,89%)

Ninguna administración responsable justificaría gastar más de lo que recauda.
Pero en Maicao, la aritmética del abuso es rutina y la contabilidad pública, una forma de ficción.

Radiografía profunda de un Estado cautivo

Los hallazgos de contratación, regalías e interventorías no son fallas técnicas: son mecanismos estructurales.
La corrupción en Maicao ya no necesita esconderse en las sombras; se publica abiertamente en el SECOP, con nombres, fechas y firmas.
La impunidad se volvió parte del procedimiento administrativo.

La frontera entre la legalidad y el delito se difumina en los otrosí, las adiciones y los convenios interadministrativos.
El dinero público no se roba con violencia, se disuelve con elegancia contable.

El saldo final

Maicao no está quebrado por falta de ingresos, sino por la sofisticación de su saqueo.
Un municipio que sobre-ejecuta su gasto, oculta sus adiciones y diluye sus regalías ya no administra recursos: los administra el sistema que lo corrompe.
El Estado en Maicao no gobierna, se autodevora.
Y mientras tanto, cada peso desaparece con una precisión que solo la corrupción estructural puede garantizar.


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