La ineptitud de la dirigencia magdalenense asentada en Santa Marta con sus conspicuos apellidos de abolengo es legendaria. La canción de tradición oral Santa Marta tienen tren, pero no tiene tranvía es descriptiva al respecto. Los gringos de la United Fruit montaron su tren de banano y los permearon en sus fincas nombrándolos capataces de sus intervenciones. El tren arrancó, como casi todo en Colombia, con la expedición de la Ley 53 de junio 17 de 1881 y, ojo con su ruta, pretendía llegar hasta Cerro de San Antonio en la ribera del río Magdalena. El trazado fue modificado por el Congreso de la Republica en 1887, siguiendo con el trazado paralelo al Magdalena (tal como las intenciones primigenias de la Vía de la Prosperidad) hasta El Banco. Sin embargo, para 1894 solo había llegado hasta Sevilla en la Zona Bananera.
Allí entra una compañía inglesa, The Santa Marta Railways Company, en reemplazo de todo, hasta de la ruta original que solo llegó hasta Fundación, pues su gran negocio fue el transporte de banano en un 70%, otras cargas 15% y 15% de pasajeros. Adiós a la línea buscando el río Magdalena y a la importancia inmensa de la ribera oriental del Magdalena pues allí confluyen el río, la ciénaga grande, humedales y caños que conforman el sistema Ramsar del delta del Magdalena que en la legislación de parques naturales colombianos se llamó Isla de Salamanca.

Esa estratégica importancia fue vislumbrada por la dirigencia samaria a medias, pues ante el alza de Barranquilla como puerto fluvial y marítimo, afianzaron a Remolino como su puerto natural llegando allí a través de la ciénaga y canales. Esto convirtió muy pronto a esta población como epicentro de inversiones, entre ellos de la familia Obregón de Barranquilla, quienes allí emprendieron la siembra y montaje de desmotadoras de algodón, produciendo un gran dinamismo que llevaría a Remolino al exagerado mote de ser un “París chiquito”.

Tan importante fue esta población que por Decreto 419 del 30 de junio de 1886 de la Asamblea del Estado del Magdalena, se trasladó la capital de Santa Marta a Remolino, pero en 1887 volvieron a nominar a Santa Marta. Esa misma franja oriental del Magdalena que la Vía de la Prosperidad iba a sacar de su ostracismo y que fue parte integrante del Departamento de Barranquilla creado por Rafael Reyes en 1908 para desaparecer en 1910.
Desde entonces Sitionuevo, Remolino, Salamina, Cerro de San Antonio, El Piñón quedaron en un abandono secular por parte de la dirigencia samaria que nunca les interesó el potencial agropecuario de esta zona con pueblos olvidados en el tiempo a orillas del río y cuya única comunicación con la civilización es a través del rio con la cercana Barranquilla y de allí a Santa Marta.
Olvidos, masacres y migraciones
El olvido de la civilización produjo en estas poblaciones varias migraciones, especialmente a Barranquilla y Santa Marta, perdiendo a sus habitantes más ilustrados, mientras los municipios se debatían en una crisis institucional y en procesos de corrupción en donde asomaron células de la guerrilla y delincuencia común que empezaron un hostigamiento sistemático contra los latifundistas y empresarios del agro que como medio de defensa crearon aparatos paramilitares que fomentaron un clima de terror y mortandad que hizo huir a poblaciones enteras despavoridas, todas ellas en el trazado de la desdichada Vía de la Prosperidad.

Es sabido los nexos de varios gobernadores del Magdalena con los grupos armados que promovieron masacres. Por ejemplo, Trino Luna en el afán de darle licencia ambiental al puerto de Palermo, es reseñado en la revista Semana en su edición del 12 de febrero de 2016:
Este proyecto resultó salpicado por el escándalo de los paras, pues es mencionado en la libreta de alias ‘Don Antonio’, lugarteniente de ‘Jorge 40’, quien se hizo conocido luego de que las autoridades le encontraran el computador del máximo jefe del Bloque Norte. En una de las páginas, ‘Don Antonio’ tiene escrito a mano “llamar a Trino” y también tiene una descripción detallada del proyecto de Palermo, planteando varios escenarios… El paramilitarismo, bajo la comandancia de ‘Jorge 40’, había desplegado en Magdalena un firme control territorial. Esta época coincidió con los gobiernos de Juan Carlos Vives Menotti (1997-2000) y José Domingo Dávila (2000-2003), dos representantes de las familias tradicionales samarias que han ejercido el poder en el departamento. Fue durante esos años cuando el departamento sufrió las peores masacres. En la madrugada del 22 de noviembre de 2000 en Nueva Venecia fueron asesinados 48 pescadores. En esa misma época, en la Zona Bananera, se desarrolló la ‘limpieza’ del jefe paramilitar alias ‘Carlos Tijeras’, que concluyó con el asesinato del jefe de prensa de Aracataca y el alcalde de Zona Bananera, Jesús Avendaño. Hoy ‘Tijeras’ y algunos de sus hombres están detenidos.
En Sitionuevo se produjo una verdadera rebatiña por el control político. De noche llegaban a casa de lugareños, los sacaban ante la vista temerosa de sus vecinos, los embarcaban en la oscuridad en lanchas y allí, en medio del Magdalena nocturno, los torturaban, luego los mataban y acto seguido eran entregados al río. Nunca aparecían.
En las veredas y fincas andaban tropillas de hombres armados imponiendo su ley. Nadie alzaba la voz, todos amedrentados con la violencia y falta de estado. Una migración a los centros urbanos de campesinos y vecinos de los municipios y corregimientos aterrorizados por los desmanes y la creciente ilegalidad, ante el silencio complaciente de la clase política del Magdalena que incluso se benefició de la situación. En los mapas electorales para las elecciones de 2002 el representante Jorge Luis Caballero y el Senador Salomón Saade, obtuvieron sorprendentes votaciones mayores del 93% en los en los municipios de la ribera norte del río Magdalena, exactamente por donde pasa la Vía de la Prosperidad.
En Verdad Abierta aparece el prontuario de Caballero, del partido Colombia Viva juzgado por la Corte Suprema de Justicia el 28 de junio de 2012:
Caballero aceptó ante la Corte que fue uno de los políticos incluidos en la distribución y designación de regiones que realizaron los paramilitares para designar los aspirantes a cargos públicos del Magdalena. “La ribera occidental del río Magdalena fue asignada por los paramilitares a Caballero Caballero y a su fórmula para el Senado, Salomón de Jesús Saade Abdala”, dijo la Corte.
Los magistrados también indicaron que hubo una “alianza con miembros del Bloque Norte quienes a través de intimidación a los votantes le concedieron el monopolio electoral de los municipios de Plato, El Piñón, Sitio Nuevo, Remolino, Tenerife Concordia, Cerro de San Antonio y Pedraza, ubicados en la ribera occidental del río Magdalena”.
Según la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, Caballero se alió con los paramilitares para ganar las elecciones de 2002. Esta fue la segunda vez que Jorge Luis Caballero fue procesado por nexos con paramilitares. En 2007, el ex congresista se entregó a la justicia y pagó un año y cuatro meses de prisión, hasta que en 2009 un juez especializado de Santa Marta lo dejó en libertad.
En cuanto a Salomón Saade, nativo de Aracataca, incursionó en la política desde sus actividades ganaderas. Tras su paso por la Alcaldía de su pueblo, se convirtió en el gamonal de la región, en especial del sector de influencia en la zona Bananera. En su segundo intento a la Cámara en 1990 en formula con Miguel Pinedo Vidal, alcanzó la curul que mantuvo por 12 años, 8 de ellos en calidad de senador. Pinedo Vidal, ex presidente del Congreso, fue condenado por la Corte Suprema de Justicia a nueve años de prisión, por sus nexos con paramilitares del Frente Resistencia Tayrona de las Auc.
Los testimonios ofrecidos por Hernán Giraldo en 2007, alias ‘El Patrón’ o ‘El Viejo’, en versiones ante la Unidad de Fiscalías de Justicia y Paz de Barranquilla, indicaban que los políticos del Departamento del Magdalena recibieron apoyo de su organización para las elecciones que tuvieron lugar entre los años 1998 y 2002.
Uno de los municipios por dónde pasaría la vía de La Prosperidad es Remolino. A finales de la década del 90 fue escenario de masacres por parte de paramilitares con incursiones a las casas del pueblo sacando, lista en mano, a presuntos enemigos, para luego en la calle, frente a sus casas, vecinos y familiares llevárselos para nunca aparecer. Uno de los asesinados se resistió con una contundente frase: “Si me van a matar, háganlo aquí”. Efectivamente lo mataron delante de sus familiares. Entre las guerrillas y los paramilitares forzaron a la mitad de sus habitantes, 6.600 de 15.000 habitantes, a huir atropelladamente en la madrugada, de noche, cruzando el Magdalena, dejando atrás sus casas, cultivos, parcelas y animales botados.
El 16 de octubre de 1990, 400 familias del corregimiento de Santa Rita, de Remolino, salieron desplazadas tras una oleada intensa de violencia paramilitar. Los paramilitares del Bloque Norte impedían la movilización de los campesinos con patrullajes entre la ribera del río Magdalena y la Ciénaga Grande. Después que los vecinos de Santa Rita abandonaron la población en masa, los paramilitares llegaron en con retroexcavadoras tumbando casas, iglesia, puesto de salud, hasta no dejar ladrillo sobre ladrillo con la intención que nunca más, a ninguno de los desplazados, tuviera la infeliz ocurrencia del retorno a su tierra.
De todo ha ocurrido. Paradojas increíbles como la de Virgilio Torres Cuello, alcalde de Remolino en el periodo 2012-2015 que era en ese momento la autoridad administrativa que debía garantizar a las víctimas el retorno a sus fincas y parcelas con responsabilidad de integrar los Comités Territoriales de Justicia Transicional, entidad que responde a esas mismas víctimas para su reparación integral procurando que los desplazados retornen a sus fincas y parcelas. Pues bien, Virgilio Torres, si nos atenemos a los indicios y testimonios presentados, era al mismo tiempo que Alcalde, uno de los victimarios. Verdad Abierta señala en su edición del 27 de agosto del 2013:
José del Carmen Albarracín alias ‘El Canoso’, ex jefe político del Bloque Resistencia Tayrona, dijo el 23 septiembre de 2010 que Torres Cuello fue apoyado por los paramilitares para ser elegido diputado del Magdalena en la contienda de 2003. Cuando la fiscal de la Unidad de Justicia y Paz le mostró el listado de los políticos electos en esa época, el ex paramilitar respondió: “Virgilio Torres, sí, apoyo total”.
También Juan Francisco Segura Gómez alias ‘El Alacrán’, ex jefe paramilitar del Bloque Norte de las Auc, señaló en octubre de 2011 desde la cárcel La Picota a comerciantes, ganaderos y políticos de haber sido cómplices de las Auc. Entre el listado, mencionó a Virgilio Antonio Torres: “…cuando yo era comandante en 2002 de la zona Palermo, sector Caño Aguas Negras, muchas veces se le pedía (a Torres Cuello) algo para la organización… llegábamos a la finca de él, La Loma, y armábamos campamento por más de 15 días. A veces llegaba y nos encontraba ahí. O dormíamos en su casa en Remolino. Éramos un grupo de 30 o 40 hombres. Le cuidábamos la finca y nos asegurábamos de que él no le pasara nada”, dijo el ex paramilitar.
El reino de lo real maravilloso, de Macondo redivivo. En cuanto a Sitionuevo, en jurisdicción geográfico política de la población, hubo masacres y desplazamientos. Una de ellas, indicando autores, sitio y que su probable causa era el control de las rutas de narcóticos, los cuenta el medio digital Rutas del Conflicto:
El 19 de diciembre de 2001 un grupo de paramilitares asesinó a seis leñadores que se transportaban en dos lanchas por el río Magdalena en el corregimiento de Palermo, municipio de Sitio Nuevo, Magdalena. Las víctimas eran leñadores que vivían en Soledad, Atlántico. A las seis de la mañana de ese día salieron de sus casas hacía el río Magdalena como habitualmente lo hacían para conseguir madera que luego vendían en los aserraderos de Barranquilla. Los familiares de estas personas encontraron ese mismo día sus cuerpos en la vía que del casco urbano de Sitio Nuevo conduce al corregimiento de Palermo. (Actual trazado de la Vía de la Prosperidad).
No se sabe qué grupo paramilitar cometió la masacre. Para la época delinquieron en la zona paramilitares enviados por Salvatore Mancuso y los hermanos Carlos y Vicente Castaño que querían apropiarse de la ruta de narcotráfico de la Ciénaga Grande. También hicieron presencia los paramilitares de Hernán Giraldo, alias ‘El Patrón’, que controlaban en negocio de la droga en cercanías a la Sierra Nevada y las autodefensas del Palmor al mando de Adán Rojas.

En febrero de 2016 el Juzgado Segundo Civil de de restitución de tierras, en Santa Marta, falló a favor de varias familias desplazadas por la violencia instaurada por el paramilitarismo desde la década de los noventa del siglo XX. Fueron despojados por el Bloque comandado por Jorge 40. La Unidad de Restitución de Tierras dijo: “La violación sistemática a sus derechos fundamentales los obligó a dejar y posteriormente escriturar las parcelas a nombre de testaferros de las AUC. Con el fallo se suman 50 hectáreas a las más de 200 que han sido restituidas a los campesinos de esta jurisdicción. Por años, los campesinos de esta región soportaron los hostigamientos, los asesinatos selectivos, las masacres, las amenazas y el cobro de vacunas primero por la guerrilla y posteriormente por los paramilitares comandados por ‘Jorge 40’”.
La vereda La Trinidad, en Sitionuevo, fue una de las más hostigadas, obligando a sus moradores a desplazarse tras la masacre de 2001, beneficiadas con la mencionada sentencia que restituyó a sus legítimos propietarios más de 200 hectáreas arrebatadas por la violencia ejercida sobre sus predios por el Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia.
La masacre de Nueva Venecia, corregimiento de Sitionuevo, en la Ciénaga Grande tuvo carácter de escándalo internacional por la violencia y sevicia de los hechos. El 22 de noviembre de 2000, aparecieron en el horizonte de la ciénaga, con el terror lentamente perceptible de sus motores sobre las apacibles aguas, 6 lanchas que llevaban a bordo 70 paramilitares. Salieron desde el caño Clarín, al lado del puente sobre el río Magdalena, a un paso de Barranquilla, cruzado por el actual trazado de la Vía de la Prosperidad en el corregimiento de Palermo. En su periplo asesinaron 15 pescadores que se encontraban en sus labores en la Ciénaga. Después llegaron a Nueva Venecia, saquearon casas, violaron mujeres, obligando a la población a reunirse en la pequeña iglesia, seleccionando de una lista que llevaban a otros 15 pescadores, fusilados en la plazoleta delante de vecinos y familiares que gritaban aterrorizados ante el inminente desenlace. En acto de escarmiento, con la sangre de los muertos, los paramilitares dejaron su epitafio de advertencia y burla: “Ahí les dejo los aguinaldos, que tengan una feliz Navidad”.
No contentos, y buscando que todos se desplazaran para siempre de sus espacios ancestrales, pasaron por el corregimiento palafítico de Buenavista donde asesinaron a varias personas más. En su cruzada de sangre y guerra las lanchas paramilitares encontraron a tres pequeñas canoas con 8 pescadores. A 60 metros de distancia, según lo presentaron varios testimonios, sin parar motores las lanchas empezaron a disparar ráfagas de metralleta. “Los mataron como si estuvieran jugando tiro al blanco”, fue la sentenciosa afirmación, entre llantos, de uno de los familiares de las víctimas. Después pasaron por el caño de La Aguja y allí mataron otros 6 pescadores.
Los resultados de esta incursión guerrera de los paramilitares fue el asesinato de 39 personas, aunque otros dicen que fueron más de 50, tragados por las aguas tenebrosas de la Ciénaga. En ese preciso momento, más del 70% de los pobladores del corregimiento de Nueva Venecia de desplazaron a Sitionuevo, Tasajera, Palermo, Malambo, Barranquilla y Soledad.
Revictimizados por la corrupción
Esas víctimas, las asesinadas, las que retornaron en medio de la congoja y la melancolía, nuevamente son revictimizadas por la corrupción administrativa política del Magdalena asentada en Santa Marta, la misma que perdió a la vieja provincia de Padilla, a Valledupar y la zona de Ocaña, en Norte de Santander. Dos gobernadores, entre ellos Rosa Cotes y su sobrino el “Mello” Cotes, son los señalados en el pliego de cargos de la Procuraduría ante el pavoroso panorama del fallido proyecto Vía de la Prosperidad que supuestamente traería a los habitantes de Remolino, Sitionuevo con sus corregimientos, la posibilidad de soñar con un desarrollo económico con la apertura de esta carretera transportando sus productos y conectándolos con Santa Marta, Ciénaga y Barranquilla con una rápida vía terrestre. Nada de eso pasó.

Era también la esperanza de creer nuevamente en un estado lejano e ineficiente con instituciones débiles o cooptadas. Del aniquilamiento, a la vista de todos, de la democracia. Del resguardo del bien preciado de la vida, la honra y los bienes plasmados en la Constitución que quedó en función de retórica mentirosa de una realidad social que la desmentía por todas sus costuras.
La Vía de la Prosperidad, que pretendía resolver el ingreso de estos municipios con sus corregimientos en una modernidad largamente aplazada, terminó siendo, tal como lo señalaron expertos, medios de comunicación y ministros, en una operación corrupta en donde se enredó su cuantioso presupuesto en excusas de toda índole para dejarla inconclusa. En realidad, su actual estado –excepto escaso kilómetro y medio pavimentado en cercanías de Palermo, el de mostrar- es sospechosamente parecido al antiguo carreteable.
Por supuesto que las víctimas, tras el fracaso del proyecto, seguirán extraviadas a la buena de los poderes celestiales y alejadas del gobierno sin remedio cercano. Expuestas, nuevamente, a la acción de violentos y despojadores, carne electoral dispuesta para que los políticos de Santa Marta, como toda la vida, los utilicen en sus campañas dándole a cambios de su servilismo burocracia y contratos a los líderes políticos de Sitionuevo y Remolino.
En otras palabras, el eterno círculo vicioso que convierte a los pobres en más pobres, creciendo vertiginosamente su vulnerabilidad mientras a los políticos, por el contrario, les acrecienta su poderío económico usufructuando todos los cotos posibles: alcaldías, senado, concejo y asamblea y gobernaciones. Así, no deja de ser una amarga paradoja el nombre de Vía de la Prosperidad para sus víctimas, pues en realidad se encuentra fielmente diseñada para que nadie, ni siquiera los mismos hacendados y latifundistas tengan ninguna prosperidad.