Las corruptas empresas electorales y políticas del Atlántico: el caso de Aida Merlano (I)

Iniciamos la publicación de una serie de trabajos de investigación periodística sobre la gran industria electoral del departamento del Atlántico, donde nadie se salva pero todos callan.

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El gerleinato

El apellido Gerlein, según algunos de sus miembros, es de origen alemán. Otros señalan huellas holandesas. Lo cierto es que los primeros rastros sobre sus integrantes en Barranquilla se remontan a un inspector en el muelle de Puerto Colombia y en 1886 al prefecto de provincia Juan Antonio Gerlein quien estaba al frente de diversas obras; entre ellas un parque público y para 1893 presidía la Junta de Canalización de la Ciénaga, terraplenando para la inversión inmobiliaria las lagunas aledañas al caño que tantas inundaciones traerían después a la zona del mercado y el centro de Barranquilla. Otros Gerlein de esos años aparecen en comisiones cuando llegaban notables a la ciudad, tal como aconteció con Eduardo; o Catalina, en 1910, tesorera en las obras pías de San Nicolás.

Julio Gerlein Guell fue otro antecesor familiar. Próspero comerciante en las primeras décadas del siglo XX, propietario del almacén La Fe e industrial tabacalero, se casó con Amira Comelín, que fungió como la primera presidenta del Carnaval a finales del siglo XIX. El documental El Triunfo de la Fe, de Floro Manco, filmado en 1914, pese a su nombre de connotaciones religiosas estaba dedicado a la empresa de Gerlein Guell que también instaló el primer hidrante en Colombia en 1928.

Pero el gran referente de los actuales Gerlein fue su tío Julio, nacido el 7 de septiembre de 1902 en Barranquilla y fallecido en Lausanna, Suiza, el 18 de octubre de 1985. Fue el primer director de la oficina de tránsito municipal expidiendo patentes de conducción y en tal sentido instaló el primer semáforo en Colombia el 4 de marzo de 1929. Perteneció al Comité Olímpico Colombiano, organismo que presidió en 1936 gestando los Juegos Nacionales de 1935. En su palmarés político fue Alcalde de Barranquilla en 1953, creador y gerente de la primera zona franca comercial en Colombia en 1964. No tuvo hijos así que sus directos herederos fueron los hijos de su hermano Enrique que vivían en una casona contigua en el barrio El Prado, boulevard de Los Fundadores.

El dirigente barranquillero Julio Gerléin Comelín, primer presidente del Comité Olímpico Colombiano, el 3 de julio de 1936.

El hombre político de los hijos de Enrique Gerlein Comelín fue Roberto, con una sólida formación humanista como abogado en la Universidad Javeriana en donde egresó en 1961. Tres años antes, en 1959, había sido secretario privado del Alcalde de Barranquilla. Al inicio de los sesenta fue nombrado gerente del Banco de la Costa, posición fugaz que lo llevaría a juez civil municipal entre 1962 y 1963 de donde se retira para su primera gran aspiración política en el Concejo de Barranquilla, al cual integra en 1964 y 1972 con breves interregnos para ocupar entre 1966 y 1967 el cargo de Secretario de Hacienda del departamento del Atlántico hasta 1968, cuando ocupa su primera curul en la Cámara de Representantes.

Roberto Gerlein Echeverría, su excelente oratoria lo hizo destacarse en el Congreso.

Una carrera cantada política la de Roberto Gerlein, un militante notable del partido conservador que logró, gracias a sus métodos, rápido ascenso en Barranquilla, considerada hasta ese momento histórico una ciudad liberal. En 1974 llega por vez primera al Senado de Colombia aplicando diversos trucos electorales en boga para esa época. La invasión consentida en feudos territoriales urbanos como el caso de La Chinita, ofreciendo protección y dadivas para la construcción con tejas, cemento, ladrillos, tuberías y arena contando con el soporte de su hermano y socio Julio Gerlein.

Fue en esa misma época que Tito Crissien y Rubén Maury aplicaron la técnica electoral de becas universitarias por votos, así como otros caciques políticos —entre ellos los Gerlein— se apoderaban de las empresas del municipio como las Empresas Públicas Municipales y la Empresa Municipal de Teléfonos cambiando servicios, contratación y empleos por votos. Todavía se recuerda el caso de un edificio de la extinta telefónica pagado a sus contratistas 3 veces. Al final estas empresas quebraron dejando cuantiosos pasivos que todavía paga la ciudadanía barranquillera.

En el gobierno de Alfonso López Michelsen, Gerlein continúo ejerciendo su mandato en el Atlántico a cambio de los favores legislativos con este gobierno liberal, imponiendo gobernadores, ministros, alcaldes, gerentes de institutos descentralizados e incluso rector de la Universidad del Atlántico, en cabeza de Antonio Caballero Villa, un intelectual de las “izquierdas” de closet, amigo —algunos lo muestran como uno de los probables fundadores— del Ejército de Liberación Nacional y el Ejército Popular de Liberación. Verdad o mentira, Caballero Villa fue el “condotiero”, el enlace perfecto político de una parte de la intelectualidad barranquillera vinculada a la llamada Comisión Coordinadora del Suplemento dominical del Diario del Caribe, de propiedad de Julio Mario Santo Domingo.

En ese comité, Caballero estaba al lado del escritor Ramón Illán Bacca, del crítico literario Carlos J. María, la antropóloga Margarita Abello y el ingeniero y músico Alfredo Gómez Zurek. Bajo la egida de Caballero y en virtud de pactos no claros entre el partido Conservador con el Comunista, este último controlaba a través de Gómez Zurek la facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico. Caballero Villa era el socio del bufete de Roberto Gerlein. Cayó asesinado en un oscuro lance de crónica roja por un travestí.

Entre 1982 y 83 el gobierno del conservador Belisario Betancourt nombró a Roberto Gerlein como Ministro de Desarrollo Económico lo que significó el despegue general de los negocios familiares en el sector de la construcción, el agropecuario y bancario logrando control en el extinto Banco Ganadero. En ese mismo periodo fue vislumbrado como probable candidato a la presidencia acuñándose la frase “Gerlein sí habla en Bogotá”. Su rival Liberal en el Atlántico era José Name Terán que había impulsado a través de su hermano David una empresa de obras públicas —hoy le dicen de infraestructura— denominada Conidec (Construcciones ingeniería diseños estudios y consultoría) que incluso dio nombre a un barrio de Barranquilla y que tiempo después cambiaría su razón social a Consultores del Desarrollo (Condesa).

El empresario Julio Gerlein Echeverría.

Si David era ingeniero en Conidec y movía contratación pública, Julio Gerlein, hermano de Roberto, no se quedaba atrás con la que posteriormente se llamaría Valores y Contratos (Valorcon). Ambas soportadas bajo el poder político de dos senadores que movían sus influencias para que les otorgaran todo tipo de contratos de obras públicas, que a su vez eran maquinarias que retroalimentaban y suministraban los recursos financieros para las campañas políticas en todos los sentidos.

Julio Gerlein creció de una forma desmesurada. Se convirtió desde la primera administración Char en el principal contratista del Distrito en todo tipo de obras. Nadie se atrevía a meterse en Barranquilla pues era sabido que las licitaciones tenían un nombre y destinatario. Sumado lo anterior; en una ciudad que no tenía blasones ni linajes en el siglo XIX, del surgimiento de una especie de aristocracia criolla vinculada al comercio legal e ilegal (el contrabando), los transportes, la rapiña de terrenos municipales, la escasa industria (no es cierto que Barranquilla tuviese un gran auge industrial), y la actividad política soportada en gran medida con periódicos de bolsillo. Se ejercía en cada ámbito descrito o todos mezclados impúdicamente, lo que consolidó a partir de las primeras décadas del siglo XX el surgimiento de una “élite” a la que pertenecen los Gerlein, tanto que tienen la friolera de haber colocado cinco reinas de carnaval de la familia.

La única familia en Barranquilla con cinco reinas de carnaval.

Nadie osaba meterse con los Gerlein que se acomodaban a gobiernos de diversos partidos con el fin de garantizar su poder político que a su vez representaría cuotas en la contratación pública a través de la empresa de Julio que pronto empezó a dar muestras de su atrabiliario mal carácter. En juntas en Barranquilla y Bogotá con representantes y funcionarios públicos de las obras contratadas, cuando era requerido por su responsabilidad, respondía con gritos, amenazas, muchas veces pistola al cinto como en las películas mexicanas, convirtiéndose en hombre temible y odiado. Un reciente vídeo lo muestra peleando con unos trabajadores de la construcción en una de sus obras a las que no les había cancelado salarios.

Peor era su hermano Jorge, dipsómano, altanero, malhablado y violento, sin ningún reparo moral para la agresión verbal y física con quien disentía. Todavía se recuerda una célebre anécdota suya cuando un líder barrial no le cumplió con los votos negociados, amarrando una cuerda al ventanal de la vivienda arrastrada por su camioneta, arrancando de un cuajo, en el mejor método de guapería, la fachada que cayó estrepitosamente al suelo ante el estupor de todo el vecindario. Terrible advertencia para el que osara causar el mínimo engaño o mella a este poder.

Jorge Gerlein Echeverría.

Jorge también incursionó en la política, pero sin el perfil nacional e intelectual de su hermano Roberto. Quedó de máquina de intimidación, de peleonero de calle, mientras Julio era el financista y Roberto el gran protagonista de los alto círculos de los gobiernos de turno. Un trío que logró control sobre la contratación pública, de institutos de diverso talante, bancos y de un poder incuestionable en materia política con todo lo que ello representa en influencias a todos los niveles.

Todo marchaba perfectamente. Las obras de Valorcon, la empresa de Julio fue en la primera administración de Alejandro Char la mayor contratista del distrito de Barranquilla. Estaba en todas, aunque sus obras no tuviesen muchas veces la impronta de la calidad tal como sucedió con una parte de la Circunvalar, produciendo un cambio de conceptos con la administración de la entonces alcaldesa Elsa Noguera, a lo cual Julio, en su mejor estilo pendenciero dijo a reporteros de televisión “de que me pagan, me pagan los $5000 millones de pesos que restan del contrato”, ante la negativa de la administración de no entregárselo si no aplicaba correctivos. Hoy en día el sector construido por esta empresa en la circunvalar presenta desplazamientos de terreno, desgaste prematuro de la capa de rodamiento, bateas, alzamientos de la vía y destrucción de los taludes. En suma, una obra mal hecha.

El clan Gerlein controlaba todo. Se le midió a la Triple A, para después, sin experiencia en ese sector, lograr que le entregaran la concesión del aeropuerto Ernesto Cortissoz y por último, le apostó de socio a Odebrecth en la desaparecida Navelena, que fue el inicio de la fisura interna de Valorcon pues en la práctica quedaron inhabilitados para la contratos con el estado, situación que no fue óbice para que el gobernador Verano les diera el contrato de la vía El Salao—El Platanal que constituye vía alterna, vea que casualidad, al aeropuerto. Al final, ante el embargo de las cuentas de Valorcon, decidieron acudir a un proceso de reorganización empresarial al declararse en insolvencia.

Por supuesto que es una estrategia jurídica para hacerle un esguince a los problemas derivados del embargo y no a una situación real de las finanzas de esa empresa cuyo portafolio de contratos y concesiones es envidiable según datos aportados por su abogado en el trámite de una difusa acción de tutela. Estos son:

DIVERSOS
  • Pavimento Vías Urbanas de Soledad, con participación del 25%
  • Arroyo 76, Distrito de Barranquilla, con participación del 50%
  • Malecón Distrito de Barranquilla, Unidad Funcional 4 y 4, participación del 50%
  • Laguna Guajaro, Departamento del Atlántico, con participación del 50%
  • Ampliación de Vía Cordialidad, Distrito de Barranquilla, con participación del 50%
  • Alcantarillado Aracataca, Departamento del Magdalena, Etapa II, con participación del 40%
  • Vía Platanal Circunvalar Autopista Aeropuerto, Municipio de Soledad, Grupo II, con participación del 60%
  • Calle 30 Construcción y modernización del alumbrado público, Distrito de Barranquilla con una participación del 50%
INFRAESTRUCTURA
  • Vial Transversal de las Américas con una participación del 33 %
  • Vía Mayapo—Manaure, Departamento de la Guajira
  • Nuevo puente Honda Tolima y Cundinamarca, vías para la equidad con una participación del 33%
  • EPC Aeropuerto de Barranquilla contrato de concesión con participación del 50%
CONCESIONES
  • Grupo Aeroportuario del Caribe con una participación del 25%
  • Corredor Portuario Barranquilla con una participación del 33%
  • Autopista Norte Bogotá, con una participación del 40%
  • Corredor Portuario Cartagena con una participación del 40%
  • Malla Vial Santa Marta con una participación del 35%

El panorama para Julio Gerlein se complica con el escándalo nacional de Navelena. Por otra parte, la salud de su hermano Roberto, el senador más antiguo con 40 años de ejercicio se complica. No puede seguir en la brega de los viajes a Bogotá y en las largas sesiones del congreso en donde lo muestran siempre en plan de dormilón, de simple asistente protocolario. Sus intervenciones en el senado mueven a la burla pública y lo denominan en las redes “El Excremental”. Su mayor cualidad, la oratoria, desaparece y es menester dar un paso al costado pese a los problemas que tal decisión significa para Valorcon en materia de contratos.

No tiene herederos políticos conocidos y es pesima idea para Julio quedar desvalido ante los poderes pues peligra la formidable maquinaría de contratación. Allí es donde entra en el juego Aida Merlano, líder barrial al servicio de las campañas de Roberto Gerlein que rápidamente, con sensualidad, belleza y astucia —astucia, Bernardo Hoyos, no inteligencia, lo cual es exactamente otra cosa— pues conoce desde la base misma todo el sistema de la corrupción electoral y política del cual ella es destacada alumna y participe. En el 2011 conquista la más alta votación para la Asamblea del Atlántico con 39.347 votos.

Sorprendente, dicen los ingenuos. Nada sorprendente, replican los conocedores que saben perfectamente de los procesos de la maquinaria de corrupción electoral en el Atlántico y las diversas formas de llevarla a cabo. Julio Gerlein que conoce perfectamente la situación de colocar un congresista al exclusivo servicio de sus negocios de construcción, vislumbra el riesgo que implica quedar desguarnecido en tal sentido. Pero calcula y sopesa mal los riesgos entre el bolsillo y las necedades del corazón, ante la belleza y sensualidad de la nueva joya de la corona, Aida Merlano, de quien cae prendado irremediablemente.

Antes los senadores retribuían los aportes financieros a sus campañas electorales con contratos de obras públicas. Ahora la ecuación se invierte, pues son los contratistas los que colocan senadores a su servicio y eso fue precisamente lo que hizo Julio Gerlein con Aida Merlano. A lo anterior hay que agregar las portentosas razones del amor en un caballo viejo y cansado de esos ajetreos: “cuando el amor llega así de esta manera, uno no se da ni cuenta”.

No se dio cuenta, pero su familia sí. Inconcebible tal amorío con una plebeya y menos soltándole las riendas de parte de su imperio ante el run run de chismes vergonzantes en los salones del Country Club. Así que como un apostador irresoluto, decidió jugárselo todo con la candidatura al Senado de Aida Merlano en nombre del glorioso partido Conservador con la conquista de la ansiada curul.

Pero no alcanzó a posesionarse cuando estalla una verdadera curiosidad en materia de corrupción electoral con el allanamiento de la oficina de su campaña llamada Casa Blanca. Algo insólito en la historia de las votaciones en Barranquilla cuando similares procedimientos se realizan rutinariamente en todas las sedes políticas en un departamento el Atlántico con altos índices de corrupción al elector y en donde se encuentra irremediablemente perdida la noción de democracia.

Aida cayó víctima de un escarmiento y de una lección propiciada por quienes detentan actualmente el verdadero poder político. Una llamada de atención al clan Gerlein y la muestra fehaciente de cambio dentro de las élites de control locales.

Próxima entrega:   El terrible auge y caída de Aida Merlano

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