Cuando el viento revela lo que esconden las promesas vacías

El reciente vendaval en Providencia no solo se llevó los techos de 22 viviendas reconstruidas tras el huracán Iota, también dejó al descubierto la mediocridad y corrupción en la reconstrucción de Providencia. Con una inversión de $1.6 billones de pesos, estas viviendas debían ser “antihuracanes”. En cambio, son el nuevo emblema de la negligencia estatal y la avaricia de unos pocos.

¿Antihuracanes? Más bien profraude

Según Findeter, la entidad responsable del proyecto, cada vivienda costó entre $390 y $760 millones. Pero lo que prometieron como estructuras resistentes al peor huracán, no soportaron ni una ráfaga moderada.

Un informe técnico reciente ya había advertido sobre la vulnerabilidad de las viviendas reconstruidas en 2021, señalando que no resistirían ni vientos de baja intensidad. La tragedia era inevitable. ¿Quién se hace responsable de este monumental fracaso?

El huracán Iota no fue tan devastador como la corrupción

Mientras el expresidente Duque prometía una reconstrucción en 100 días, la realidad fue otra: años de retrasos, sobrecostos y casas de papel.

Ricardo Bonilla, hoy Ministro de Hacienda, justificó en su momento los costos inflados argumentando “logística” y “materiales importados”. ¿Será que también importaron las excusas? Porque lo único que ha quedado claro es que el dinero no se usó para garantizar la seguridad de los habitantes.

Faltas de transparencia: el sello de esta reconstrucción

La Corporación Transparencia por Colombia ha sido contundente: las alertas de corrupción en la reconstrucción de Providencia no solo persisten, sino que se han agravado. Plazos vencidos, documentos ausentes y nula rendición de cuentas son la constante.

La UNGRD y Findeter, en lugar de proteger a los isleños, parecen haber optado por proteger intereses ocultos. ¿Qué pasó con los refugios seguros? ¿Y el hospital prometido? Lo único entregado han sido estructuras temporales que no cumplen ni con los estándares básicos de seguridad.

Providencia, reconstruida en discursos, pero no en la realidad

El caso de Providencia es una bofetada para la ciudadanía: miles de millones gastados en un proyecto que no cumplió su propósito. Más allá de los techos volados, lo que realmente desapareció fue la confianza de la población en las instituciones.

La mediocridad y corrupción en la reconstrucción de Providencia es otro ejemplo de cómo la desidia estatal y el oportunismo político pueden convertir una tragedia en un negocio rentable para unos pocos.

Conclusión:
Si un vendaval fue capaz de desmoronar estas viviendas, ¿qué pasará cuando llegue otro huracán? El pueblo raizal merece algo más que excusas y ruinas: merece justicia. Que este caso no quede enterrado bajo el polvo de las promesas incumplidas.


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