Santa Marta: una ciudad sitiada por el miedo y la impunidad
Santa Marta, la ciudad que pronto celebrará medio milenio de historia, enfrenta una realidad más cercana al caos que al jubileo. Bandas criminales, encabezadas por el siniestro grupo “La Muerte”, han impuesto su ley. Extorsiones, peajes en los barrios populares y el constante temor a la violencia son la nueva normalidad para los samarios
Ciclo de terror: el imperio del miedo
La amenaza comenzó con videos virales. Hombres encapuchados declararon una “limpieza social”, prometiendo erradicar a delincuentes, pero sembraron el caos. Tres ejecuciones en menos de 24 horas fueron suficientes para paralizar la ciudad. Santa Marta se convirtió en un pueblo fantasma tras las 10 p.m., con el terror como único gobernante.
Extorsiones al límite: cuando la delincuencia toma las riendas
En los barrios populares, el precio por vivir y trabajar se paga a la delincuencia. Desde vendedores ambulantes hasta comerciantes establecidos, todos entregan cuotas extorsivas. Incluso los habitantes deben pagar peajes para salir de sus casas. Las autoridades, en lugar de enfrentar esta realidad, parecen optar por la inacción.
La respuesta oficial: mil millones y ninguna esperanza
El anuncio de una recompensa millonaria para capturar a los cabecillas de “La Muerte” parece más un intento desesperado que una solución efectiva. ¿Qué clase de estrategia es esta en una ciudad donde el miedo ha silenciado incluso a las fuerzas del orden? Santa Marta no necesita héroes anónimos; necesita justicia y autoridades que no teman cumplir con su deber.
Conclusión:
Santa Marta llega a su aniversario 500 con una pregunta inquietante: ¿qué queda de su espíritu vibrante cuando el miedo gobierna sus calles? La corrupción, la incapacidad política y la indiferencia ciudadana han permitido que la delincuencia someta a una ciudad entera. El cambio no vendrá con recompensas vacías, sino con una movilización colectiva que exija rendición de cuentas y seguridad real para sus habitantes.