Nuestro trabajo diario es combatir uno de los males que más está destruyendo a nuestro país: la corrupción. Lo hacemos con las únicas armas que tenemos,  el conocimiento,  la escritura y la Ley.

La investigación permanente de este flagelo nos ha llevado a identificar parámetros que aplicados tanto a la gestión de un funcionario como a un proyecto político, nos permite levantar banderas rojas o verdes para advertir si existe o no un compromiso anticorrupción.

En el caso que nos ocupa, específicamente los dos candidatos más opcionados a la próxima gobernación del departamento del Atlántico,  Eduardo Verano de la Rosa y Alfredo Varela, debemos levantar una gigantesca bandera roja.

Ninguno de estos dos candidatos, jamás, cuando han ejercido cargos públicos, han actuado bajo estrictas  normas anticorrupción, ni autodeterminadas ni consensuadas, por el contrario, en esos períodos de vida pública han cohabitado con prácticas antiéticas, deshonestas,  pueriles, depredadoras y con claros matices delincuenciales.

Veamos que nos han aportado cada uno de estos personajes. 

Eduardo Verano de la Rosa

Verano de la Rosa ha sido dos veces gobernador del Atlántico. Es decir, que ha tenido la oportunidad en dos ocasiones de construir un legado importante de hombre probo, transparente, sabio, experimentado y un abanderado luchador anticorrupción.

En cambio, todo indica que este personaje solo sabe vivir del erario, y sabe muy bien cómo hacerlo.  Conoce muy bien el tejemaneje de la politiquería y la industria electoral del departamento del Atlántico.  

Sabe muy bien con quién aliarse y cuenta con una fiel cofradía de financiadores, socios contratistas que han multiplicado su fortuna con los presupuestos de inversión del departamento. 

Nadie en el Atlántico va a votar por Verano porque es el hombre más transparente del departamento, el más honesto, el más capaz, el más sabio, el hombre que en dos períodos le cambió la vida a sus coterráneos, transformó el campo, los cuerpos de agua, la salud, la educación y los servicios básicos de salubridad.

Sin vacilar, podemos decir que sus dos períodos al frente de la gobernación del Atlántico han sido un fracaso para el bienestar y desarrollo de los atlanticenses.  Han sido gobiernos mediocres.  De lo contrario, Eduardo Verano no tendría ninguna dificultad para volver a ganar las próximas elecciones.

Él sabe que está frente a un pueblo totalmente analfabeta en materia política, que endiosa a los poderosos que los explota y oprime, que no tiene memoria, y que, por lo tanto, puede volver a engañar con promesas y mentiras durante la campaña política.

¿De qué podemos estar orgullosos de este hombre? ¿Qué ha transformado? A su haber solo tiene empresas de Estado quebradas y liquidadas.  

¿Implementó algún programa anticorrupción en sus dos períodos de gobierno?  Para nada.  Verano es el típico funcionario del montón que usa el poder para beneficiar a sus amigos e inflar su ego con los flashes y saludos de cóctel.  En su carrera como servidor público ha perdido el año dos veces e intenta repetir por tercera vez.

Alfredo Varela

Si hacemos un examen profundo de la vida pública de este personaje llegamos a la conclusión de que es un inútil.  Su mayor logro en la vida, haber ganado un reality y haberse casado con una exreina de belleza, es su más grande fortaleza para querer ejercer cargos públicos de importancia.

Inútil porque no tiene nada útil que mostrar como líder social. ¿Qué comunidad ha transformado con su liderazgo?  ¿Dónde ha estado trabajando a brazo quebrado para mejorar las condiciones de vida de la comunidad? 

¿Cuándo ha arriesgado Varela su vida alzando su voz y protestado contra las injusticias que agobian a una comunidad? ¿Dónde podemos leer algo genial o que despierte admiración de la autoría de Alfredo Varela?

Su gestión en cargos públicos ha sido también mediocre, siempre en favor de los poderes políticos que lo han apoyado.  Nunca le  ha apostado a estrategias y acciones anticorrupción, por el contrario, sus gestiones son dudosas, cuestionables y de poca envergadura.

Su coherencia política y filosófica es inexistente.  Saltó de la derecha a la izquierda por conveniencia, sin ningún discurso estructurado quiere posar de líder, lo que indica que sus promotores están en peores condiciones intelectuales que él.

La idea es ganarse la gobernación como un trofeo más, vivir del erario y pagarle a quienes lo apoyaron con contratos y poder político.

¿Qué nos espera?

El panorama para la lucha anticorrupción en el Atlántico es oscuro con estos dos personajes, estamos seguros que ninguno de ellos se atreve a firmar un compromiso para que la Confederación Colombiana de Ciudadanos Contra la Corrupción desarrolle un programa anticorrupción en su futuro gobierno.

No admitimos la excusa de que para eso están los entes de control, pues son instituciones politizadas, inútiles y paquidérmicas.

El fundador y presidente emérito de Transparencia Internacional, Peter Eigen, definió a estos tipos de personajes como Bad Guys. Esperamos que demuestren lo contrario.

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