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Por: Jan Slodvak

Podríamos también denominar, en un marco contextual de orígenes, en lo referente a su posición dominante en Barranquilla, a la “madriñalización” de sus servicios públicos o la venganza hispana, ya que si bien la ciudad como tal no fue invento de ellos en su fundación, años después para reivindicarse de la tal afrenta del sitio de libres, llegarían a someterla a través de la energía eléctrica, el agua y los teléfonos.

En efecto, es bien conocido el caso de Triple A en reemplazo de las Empresas Públicas Municipales. Movistar; también de Madrid, que hereda Batelsa (antigua Empresa Distrital de Teléfonos) por la vía de la compra de Telecom en gobierno de Uribe y la antigua Electrificadora del Atlántico que tras su liquidación, se convierte después de una serie de transformaciones societarias en Electricaribe.

Los propietarios de Electricaribe

El actual propietario de ElectriCaribe es la empresa española Gas Natural Fenosa, también conocida por su antiguo nombre de Unión Fenosa. Su negocio inicial era la producción y venta de energía eléctrica, pero con el paso de su desarrollo empresarial, adquirió un portafolio diversificado de empresas. Gas Natural realiza una transacción para comprar el 45.3% de Unión Fenosa al grupo ACS (Actividades de Construcción y Servicios, de Madrid). Esta empresa es un holding diversificado en diversos sectores de la economía española a través del control de empresas como Hochtief, Cimic Group, Turner servicios industriales presidida por Florentino Pérez al comprar con un grupo de ingenieros Construcciones Padrós y después OCISA, del cual Pérez es segundo Vicepresidente. Otros accionistas de ACS son la familia March, Alberto Alcocery, Alberto Coritna, Miguel Fluxá Roselló y por supuesto, el máximo accionista Florentino Pérez.

El proceso de compra de Unión Fenosa por parte de Gas Natural –ahora Gas Natural Fenosa- se inició en julio de 2008. Gas Natural pasó a ser titular de un 84,77% del capital social de Unión Fenosa, y, una vez liquidados los instrumentos financieros suscritos con entidades bancarias, la participación ascendió al 95,22%.

El desembarco español

El panorama eléctrico de la región Caribe no era de mucha energía. Las electrificadoras existentes, con control estatal, eran, gracias a los malos manejos encomendados a sectores políticos, inviables. El Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo aconsejaron la venta o reestructuración total. Así, de 5 empresas electrificadoras surgen dos: Electricaribe y Electrocosta. Para 1998 se capitalizaron en un 65% por un consorcio de La Electricidad de Caracas, de Venezuela y Houston Industries, de USA. A ellas se les transfirieron los activos, algunos pasivos y la sustitución de los trabajadores y pensionados de las extintas electrificadoras públicas (Atlántico, Magdalena, Cesar, Guajira, Bolívar, Córdoba, Sucre y Magangué). De esta manera quedaron en el accionariado con el 35%, incluyendo la también liquidada posteriormente Corelca. Sin embargo, ninguno de los remedios ni las terapias de choque lograron que estas 2 nuevas empresas despegaran.

Por ello, La Electrificadora de Caracas y Houston Industries vendieron en noviembre del 2000 su total participación a la empresa española Unión Fenosa, hecho celebrado con bombos y platillos en círculos empresariales del Caribe como la llegada de un peso pesado europeo a la economía regional.

La pregunta del millón es si una empresa con tanto recorrido internacional como Unión Fenosa conocía las condiciones de mercado en donde se movería su nueva adquisición, avalada por expertos consultores y especialistas en estudios sobre el consumo de energía eléctrica en la región Caribe del mercado colombiano. El panorama real del mercado apareció muy pronto, para desencanto – o celebración- de Unión Fenosa y su diligente Consejo de Administración. Altos índices de pobreza, un mercado laboral formal reducido que golpeaba los recaudos esperados con una estructura tarifaria y de regulación sin relación con los procesos socio económicos de la región de influencia. Así, que cavilando en los próximos pasos a tomar, muy pronto llegaron a importantes decisiones que consistían en una labor conjunta con el gobierno, los entes territoriales y la comunidad involucrada con el objetivo de normalizar las operaciones del mercado. En algún punto descubrieron que no eran necesarias dos empresas, una con sede en Cartagena (ElectriCosta) y otra en Barranquilla (ElectriCaribe), promoviendo su fusión en diciembre de 2007. De esta forma Electricaribe adquirió los bienes, derechos y obligaciones de Electrocosta y todos los trabajadores, pensionados y clientes de Electrocosta pasaron a Electricaribe en las mismas condiciones.

Unión Fenosa, antigua propietaria de EPSA (Energía del Pacifico) en el sur de Colombia durante 9 años antes de su venta, ilustran el carácter depredador ambiental de la empresa española. Las comunidades afro descendientes y campesinas se quejaban constantemente del impacto negativo sobre sus ríos y riberas por parte de las centrales hidroeléctricas. En la presa del Bajo Anchicayá, situada en el río Anchicayá, interior del Parque Nacional Natural de los Farallones de Cali, Unión Fenosa hizo, a verdadera mansalva ambiental, un crimen. Vertió al cauce del citado río una capacidad de 230 piscinas olímpicas consistentes en lodos acumulados en los fondos de esa represa sin ninguna consulta o aprobación del Ministerio de Ambiente. Por supuesto, un río de cauce limpio se transformó en amarillento, repleto de lodos que se acumulaban formando islas, provocando represamientos e inundaciones con la consecuente mortandad de la fauna al interior del río por asfixia. El desastre produjo hambrunas y pauperización general de la población a orillas del río. Llegaron los consiguientes demandas que en julio del 2012 resultó en una sentencia en donde una comunidad del Valle del Cauca ganó a EPSA (Unión Fenosa) una demanda de $167.000 millones de pesos. Para los jerarcas de Unión Fenosa fue una suma exagerada, así que decidieron interponer dos acciones legales en contra del fallo del Contencioso. Una eventual revisión en el Consejo de Estado y una Acción de Tutela ante la Corte Constitucional. Casi 15 años han pasaron para que al fin, en el 2015, la Corte Constitucional de Colombia, les otorgara a las comunidades afectadas el derecho conculcado con la consiguiente responsabilidad para esta empresa. Podemos apreciar, en este episodio de las represas de Anchicayá y Salvajina, el tipo de juego sucio, arrasamiento a mansalva, el menosprecio a las comunidades y la conformación de poderosos equipos jurídicos que usa en sus actividades la empresa española Gas Natural Fenosa.

Nada raros estos métodos como parte de la política de expansión de esta empresa española en sus incursiones al exterior. Desde el mismo momento en que Unión Fenosa se mete en el negocio de energía en la región Caribe sabía exactamente para donde iba y cuál era el escenario ideal para resolverlo. Con una metodología comprobada en la misma gestión en varios países de Centroamérica y que consistía en obtener el “máximo provecho posible en cada una de sus actividades, a pesar de que supusiera la vulneración de los derechos de los usuarios. Los primeros pasos de Unión Fenosa en Colombia fueron denunciados por su gran prepotencia y agresividad. Actualmente por las reclamaciones de los usuarios ha mejorado el trato. Pero la mejor atención al cliente no significa que presten un servicio satisfactorio para la población; de hecho continúan recurriendo a la subida de tarifas, la reposición de los contadores, los abusos en los cortes y la reconexión, la sobrefacturación, las sanciones económicas, los racionamientos encubiertos y la desatención a las zonas rurales. Las compañías de Unión Fenosa siempre han justificado la mala calidad del servicio y las medidas que coaccionan al usuario recurriendo a la misma frase: “la población caribeña tiene una “cultura del no pago”. Según la multinacional, el rechazo de la gente a pagar es consecuencia del antiguo monopolio estatal y su clientelismo, ya que los gobernadores departamentales eran prácticamente los dueños de las electrificadoras y exoneraban a los usuarios de los pagos de las facturas durante las elecciones”. (Unión Fenosa: Impacto de la multinacional eléctrica en Colombia, Observatorio de las Multinacionales en América Latina, Erika González, 2008). En el libro La Energía que apaga Colombia, de  Alejandro Pulido, Erika González y Pedro Ramiro (2007) también se muestra la estrategia de la empresa española en la región Caribe con adquisiciones a bajos precios con supuestas pocas rentabilidades iniciales, infraestructuras en mal estado, para amplias capas de poblaciones paupérrimas con una estrategia infalible:

  • Minimizar las inversiones del servicio prestado en un férreo monopolio
  • Mano dura en la gestión del cobro apelando a la fuerza policial, cortes, juzgamiento ante jueces de cualquier hecho considerado anormal para sus intereses
  • Reducción drástica de los costos laborales: eliminaron los derechos laborales colectivos en los convenios firmados, la tercerización laboral, el subcontrato de equipamiento y servicios – de allí las demoras en resolver las emergencias eléctricas- alejando de la empresa las responsabilidades constantes de seguridad y accidente de los trabajadores vinculados, con una permanente política de sometimiento progresivo de las actividades sindicales por lo que Sindicatos como Sintraelecol han denunciado en repetidas ocasiones la violación de los Convenios Internacionales nº 87, 88, 111 y 154 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que protegen el derecho a la sindicalización, la negociación colectiva y la discriminación y protección en el trabajo.

 

Así que Unión Fenosa no es ninguna empresa abnegada en pos de la prestación de un óptimo servicio y si se muestra en toda su terrible dimensión como un capital buitre que llegó a Colombia a desarrollar una labor de expoliación sistemática de la población de la región Caribe por la vía del servicio eléctrico.

La realidad es, por supuesto, otra. Por el mal servicio, muchas comunidades decidieron, en bloque, no cancelar el servicio entrando en disputa con los contratistas que entraban a cortarles el servicio. En el libro de Unión Fenosa en Colombia se menciona un importante hecho: “en 2002, una persona con pocos recursos que viviera en una ciudad costera como Barranquilla tenía que destinar nada menos que el 52% de sus ingresos totales al pago de la factura mensual de Electricaribe”.

El cobro de estas facturas se hacía a la brava, tal como es la costumbre internacional de esta empresa. Con sobrefacturación, un autentico robo que en el mes de abril de 2018 presenta en los cobros a los usuarios de Barranquilla, de aumentos en las tarifas entre el 30% y 50%. Con apagones sin previo anuncio que muchas veces se convierten en sistemáticos equiparándose a un racionamiento, nulo mantenimiento de las redes que por las condiciones del clima y el abandono producían cortos y caídas de la energía con los daños a los electrodomésticos, bruscas subidas y bajadas de voltaje con las personas fallecidas y accidentadas por estas pésimas condiciones del servicio. No hubo ninguna población de la región Caribe colombiana que en los últimos 10 años no hubiese sufrido alteraciones del orden público gracias a ElectriCaribe. Quemas, pedreas, bloqueos de vías, amotinamientos. Todo un compendio de agresiones contra la población que ante la pasividad del estado para resolver estos problemas, actuaba a través de las vías de hecho.

Ahí viene el lobo, o los trucos de ElectriCaribe

Todas las recetas de ElectriCaribe para excusar sus fallas en la prestación del servicio tenían un reiterado argumento. Su inminente liquidación, o el ingreso a la quiebra debido a las “cultura del no pago” que los tenía –los tiene-al  borde de la parálisis de sus actividades. Incluso llegaron a plantear la focalización del servicio en la región Caribe solo en áreas lucrativas a la actividad comercial de servicios y que los demás quedaran en manos de otros prestadores del servicio de energía eléctrica. El estado entendía a cabalidad el mensaje propuesto y el gobierno, presidido por Álvaro Uribe y después por Juan Manuel Santos, desplegó unas nuevas políticas para aliviar la “crítica” situación de la empresa española promulgando un bloque de leyes y decretos que incluían subsidios para reducir la facturación de los estratos 1 y 2 de la población. Igual que la inversión del estado en infraestructura, asunto en que las empresas españolas de servicios públicos son especialistas, pues el estado se las financia y ellos quedan en calidad de propietarios de las mismas para luego cobrarlas a precios altos cuando se reviertan o se vendan. El estado, que tuvo inicialmente una participación del 35% en esta empresa, ha ido reduciendo su capacidad accionaria al actual 15%. Cualquier parecido con la situación de Triple A no es coincidencia.

El cuento largo del gallo capón –  quiere que se lo cuente? Sí? bueno, el gallo capón decía que nadie pagaba y entonces cerraba el chuzo. Pero quiere que le cuente el cierre del chuzo? Es que nadie pagaba y por ello era necesario cerrar y así sucesivamente- o de Pedro El Mentiroso pastorcito que amenazaba con un lobo fabulado para hacer correr a los ingenuos habitantes del pueblo a prestarle los correspondientes auxilios, que contado por ElectriCaribe se resumía que cerraban operaciones con el caos social consiguiente y el gobierno, ante la presión de semejante despropósito, les daba dulce de supervivencia en ingresos empresariales cuantiosos a través de los subsidios públicos. Algunas de estas protestas amainaron con la creación de una empresa que manejaría los recursos de subsidios de energía para los estratos bajos llamada Energía Social, a cargo de los muchachos empresariales de “mostrar” –malos administradores por cierto- de los gremios de Barranquilla. Por supuesto que esta iniciativa fracasó rotundamente. Fue más propaganda y justificación de manejos de recursos estatales que otra cosa.

ElectriCaribe mostró todo un compendio de estrategias planificadas desde una empresa expoliadora que vino a Colombia no a prestar servicio, sino a buscar lucro dentro de la corrupción que implica el manejo de recursos estatales en el ramo rentable de la prestación de servicios públicos con endeble regulación y supervisión. Si el fallo contra Unión Fenosa por su irresponsabilidad ambiental es prueba fehaciente, su presión constante de amenazas al gobierno es otra y los desafueros contra su base sindical y laboral son de alta peligrosidad en materia de coincidencias. En el libro La Energía que apaga a Colombia,(Pedro Ramiro, Erika González y Alejandro Pulido) señala que “como en tantas otras partes de Colombia, la violencia ejercida por los grupos paramilitares contra los dirigentes sociales y sindicales: entre 1998 y 2006 fueron asesinados 27 sindicalistas relacionados con el sector eléctrico en la Costa del Caribe. Como resumía una vecina de Riohacha, la capital de La Guajira, “la dilatación de los procesos debilitó la protesta, a la vez que los paños de agua caliente de la administración, la eliminación selectiva de los líderes sociales y las amenazas favorecieron la apatía de la comunidad”.

Oscuro panorama. En 2016, solo en el Distrito de Barranquilla, se produjeron 142 acciones de protesta contra Gas Natural Fenosa. El Alcalde Char, en campaña y en posesión de su investidura, juró arreglar los entuertos de la empresa española, fomentando de paso la presión hacia decisiones del gobierno drásticas que no eran otra cosa que “tomarse” la empresa administrativamente. Los medios de comunicación, ante tantos sobresaltos sociales y muy a su pesar, sacaban constantes informaciones que a su vez aumentaban la presión para una decisión de fondo y definitiva del gobierno nacional.

El 14 de noviembre de 2016 el gobierno nacional intervino la empresa ElectriCaribe ante la negativa de Gas Natural Fenosa de adelantar una capitalización de la compañía para continuar operando sin dificultades en el sector eléctrico. Fue un show mediático con llegada de la policía y el ejercito a las sedes de la empresa ordenada por la Resolución No. 20161000062785 del 14 de noviembre de ese año, la cual busca asegurar la prestación del servicio de energía eléctrica en los departamentos abastecidos de Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena y Sucre. Según la resolución, la toma de posesión de Electricaribe S.A. E.S.P. se ejecuta porque la compañía se encuentra incursa en dos de las causales previstas en la Ley 142 de 1994. En la superintendencia de Servicios Publicos se encontraba  José Miguel Mendoza que en diciembre de 2017 renunció.  El 15 de noviembre de 2016 fue nombrado en la Presidencia de ElectriCaribe Edgardo Sojo, que venía cumpliendo la labor de presidente de Intergremial de Barranquilla en reemplazo del español José García Sanleandro. Fue un mal augurio para las expectativas de la ciudadanía dada la experiencia sucedida con los españoles de la Triple A y soportadas en una cuestionable capacidad administrativa mostrada en varios procesos por los llamados gremios. Según algunos analistas, no parecía propiamente una “nacionalización” o a una expropiación, sino a una especie de intervención pactada en todos sus detalles. Así, el 14 de marzo de 2017 se anunció oficialmente la liquidación de ElectriCaribe.

Una operación planificada la llegada de Union Fenosa a ElectriCaribe?

Suspicacias de toda índole genera la actuación en Colombia, y más concretamente en la región Caribe, las andanzas de la empresa española Unión Fenosa en el sector eléctrico. Es imposible que un analista de compras que hubiese evaluado en debida forma a ElectriCaribe no se hubiese percatado de los problemas que arrastraban las electrificadoras de la región Caribe colombiana. O indagará fueron las causas de la salida de La Electrificadora de Caracas y Houston Industries de su accionariado.

El caso es que se entregaron multimillonarios recursos en subsidios que no fueron utilizados y que pesaron en la contabilidad de la empresa que a su vez, por la vía de la sobrefacturación, cortaba rabo y oreja dejando, por las altas tarifas, a la costa sin competividad en materia de inversión comercial e industrial.  El presidente de la empresa Gas Natural Fenosa, Isidre Fainé, desde España, le colocó un precio a ElectriCaribe: 475 millones de euros.

 

Gas Natural Fenosa venía advirtiendo desde el 2016 que en caso de una intervención del estado colombiano impetraría una demanda ante el CIADI, un tribunal internacional de arbitraje dependiente del Banco Mundial. No por el dinero que costaba la empresa, sino por las deudas acumuladas hasta la fecha por parte de la morosidad de sectores sociales y de la administración pública que ascendían a 1.259 millones de euros. A su vez, y para que quedaran claras las intenciones económicas y que Gas Natural Fenosa no se quedaría cruzado de brazos, se acogieron al Acuerdo para la Promoción y Protección Recíproca de Inversiones firmado entre Colombia y España en 2005. En otras palabras: Me pagas lo que me debes a las buenas o a las malas.

Tras la declaratoria de liquidación de ElectriCaribe por parte del gobierno colombiano, Gas Natural Fenosa inicio el litigio en un tribunal de arbitramento internacional. En marzo, Gas Natural Fenosa de España, impetró una demanda ante el tribunal de arbitraje de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (según sus siglas en inglés UNCITRAL). La claridad del asunto y las connotaciones muestran bien el juego que tienen Gas Natural Fenosa, no solo con la región Caribe sino con el estado colombiano con dos reclamaciones que se anulan entre sí. O le devuelven la empresa con su alquiler el tiempo que estuvo “tomada”, o la indemnizan con un rubro de 1000 millones euros.

Así que de todos modos, tras expoliados, triturados por la maquinaría de esta ineficiente empresa en servicios públicos pero diestra en demandas de perjuicio, acabaremos pagando todos el desafuero de haber permitido el ingreso de Gas Natural Fenosa, por un lado y ya pago el daño, en manos del estado colombiano otra vez, se feriara la empresa a diversos grupos políticos –al igual que antaño- para que nuevamente se despachen y llegue otra empresa extranjera y la compre y entonces…

Quieres que te relate el cuento del gallo capón? Aquí va otra vez y otra vez.

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