Por Miguel Ángel Hernández, Periodista Investigativo

La Democracia teatralizada: El espejismo del Poder Popular en un sstema diseñado para no cambiar

Hoy, mientras el Congreso colombiano inicia la discusión sobre la consulta popular propuesta por el presidente Gustavo Petro, los pasillos del Capitolio rebosan de un nerviosismo calculado. Los congresistas ensayan sus discursos frente a espejos invisibles, afinan sus posturas de indignación o apoyo, y todos —absolutamente todos— tienen perfectamente claro qué votarán mucho antes de escuchar el primer argumento en el recinto.

No nos engañemos: este debate no es sobre el futuro del país. Es sobre el futuro electoral de quienes ocupan esas curules.

El teatro legislativo que comienza hoy tiene un libreto predecible. La oposición llamará «dictatorial» a una iniciativa que, irónicamente, busca consultar al pueblo. Los aliados del gobierno defenderán la consulta como si fuera la última esperanza democrática de un país que lleva décadas consultando sin transformar. Ambos bandos, mientras tanto, miran de reojo las encuestas y calculan meticulosamente cómo cada palabra les sumará o restará en la contienda electoral del próximo año.

La arquitectura invisible del Poder

«Lo único que realmente importa en la política es quién tiene la capacidad de mover el mundo sin que el mundo lo sepa«. Esta frase, extraída de un manifiesto sobre la naturaleza cruda del poder, resuena con una verdad incómoda mientras observamos el espectáculo legislativo.

La consulta popular —mecanismo que debería ser la expresión máxima de la democracia directa— se ha convertido en otro engranaje del «Mecanismo Invisible» que sostiene un sistema donde el poder real nunca cambia de manos.

¿O acaso olvidamos cómo terminó la reforma laboral? Hundida apresuradamente en una comisión semivacía, sin debate sustancial, como si discutir los derechos de millones de trabajadores fuera un trámite burocrático más. La sangre no estaba en las manos que señaló el presidente Petro en su hipérbole irresponsable, pero la dignidad laboral de millones sí quedó sepultada bajo el peso de intereses que nunca se mencionaron públicamente.

Los pasillos donde realmente se decide

Mientras los medios y la ciudadanía se distraen con el espectáculo de palabras inflamadas y acusaciones cruzadas en el hemiciclo, las verdaderas decisiones ocurren en espacios que nunca verán la luz pública:

  • En restaurantes exclusivos donde congresistas y empresarios diseñan el futuro laboral del país entre whiskys añejos
  • En mansiones privadas donde las bancadas reciben «orientaciones» sobre cómo votar
  • En llamadas telefónicas que ninguna comisión de la verdad investigará jamás

El verdadero debate sobre la consulta popular no está en las actas del Congreso que se levantarán hoy. Está en los cálculos de poder de quienes determinan —desde hace décadas— quién prospera y quién apenas sobrevive en Colombia.

La Ilusión de la Elección

«Las promesas son tranquilizantes«, nos advierte el análisis sobre la política en su raíz más cruda. Y no hay tranquilizante más efectivo que hacernos creer que tenemos voz cuando en realidad apenas tenemos eco.

La consulta popular propuesta por Petro es, en teoría, un ejercicio de democracia directa. Pero incluso si se aprueba, incluso si millones acuden a las urnas, ¿cambiarán realmente las estructuras que mantienen el statu quo? ¿O servirá como otra válvula de escape, otra ilusión de participación mientras el «Ciclo Secreto» sigue girando implacable?

Lo que presenciamos hoy no es solo un debate sobre una consulta. Es la manifestación de un sistema diseñado meticulosamente para aparentar cambio mientras garantiza que nada fundamental se transforme.

Más allá de las banderas y los discursos

«Las banderas son disfraces«, dice el análisis descarnado de la política. Y vaya que hemos visto un desfile de disfraces ideológicos en este proceso:

  • El oficialismo, envuelto en la bandera de la participación popular, mientras ignora que la verdadera participación requeriría transformaciones estructurales que ni siquiera se atreven a mencionar
  • La oposición, disfrazada de guardiana institucional, mientras socava la legitimidad de mecanismos constitucionales de participación directa
  • Los independientes, simulando neutralidad mientras calculan qué posición les dará mayor rédito electoral

Ninguno habla de la «Red Subterránea» de intereses que realmente determina el rumbo del país. Ninguno menciona cómo las decisiones sobre recursos, sobre quién prospera y quién se mantiene en la precariedad, se toman lejos del alcance del voto popular.

La Conexión Perdida

El problema fundamental que enfrentamos no es la aprobación o rechazo de esta consulta. Es la profunda desconexión entre las instituciones democráticas y su propósito original: servir como canales para que la voluntad popular se traduzca en política pública.

En su editorial, El Espectador hace un llamado noble pero insuficiente cuando pide «que el proceso que comienza hoy en el Congreso debe ser transparente, integral y lleno de argumentos«. La transparencia es imposible en un sistema diseñado para ocultar los verdaderos mecanismos de decisión. La integralidad es impracticable cuando los intereses fundamentales nunca se ponen sobre la mesa. Y los argumentos son irrelevantes cuando las decisiones ya están tomadas antes de que comience el debate.

Lo que necesitamos no es más teatro legislativo. Necesitamos una «Radiografía Profunda» del sistema que ha convertido nuestra democracia en una cáscara vacía, en un ritual periódico que legitima decisiones tomadas en espacios donde el ciudadano común nunca tendrá acceso.

El verdadero costo de la Corrupción Sistémica

La corrupción no es solo el funcionario que recibe un sobre con dinero. Es el sistema completo que opera bajo reglas invisibles para mantener intactas las estructuras de privilegio.

Cuando el Congreso vota hoy sobre la consulta popular, no estará decidiendo realmente sobre un mecanismo de participación ciudadana. Estará ejecutando otro acto en la obra interminable que mantiene la ilusión democrática mientras el poder real permanece intacto, protegido por lo que podríamos llamar la «Lógica Invisible» del sistema:

  1. Permitan debates acalorados que distraigan a la opinión pública
  2. Aseguren que cualquier reforma verdadera se diluya en procedimientos y tecnicismos
  3. Mantengan viva la ilusión de cambio mientras garantizan que nada fundamental se transforme
  4. Repitan el ciclo en cada crisis, en cada coyuntura, en cada elección

La Verdad que nadie quiere ver

Mientras el país se polariza entre defensores y detractores de la consulta, la verdadera tragedia pasa desapercibida: hemos normalizado un sistema político que sistemáticamente traiciona su propósito fundamental.

No es casualidad que el presidente califique de «esclavistas» a sus opositores mientras estos lo llaman «dictador«. Estas hipérboles sirven al mismo propósito: mantener la discusión en el terreno de lo simbólico, lejos de las estructuras reales de poder económico y político que determinan quién prospera y quién apenas sobrevive en Colombia.

¿Hay salida del Laberinto?

Frente a este panorama desalentador, ¿qué alternativas tenemos? ¿Cómo romper el «Ciclo Secreto» que perpetúa un sistema diseñado para resistir cambios fundamentales?

La respuesta comienza por reconocer que el problema no está solo en quiénes ocupan los cargos, sino en cómo funciona realmente el sistema más allá de las formalidades constitucionales:

  • Necesitamos transparencia real sobre financiamiento político y lobbying empresarial
  • Debemos exigir que las reuniones «informales» donde se toman decisiones clave sean documentadas y abiertas al escrutinio público
  • Urge fortalecer mecanismos de veeduría ciudadana con dientes reales, no simulacros de participación
  • Es imperativo construir una cultura política que valore la coherencia por encima del espectáculo

El verdadero debate pendiente

Hoy, mientras el Congreso delibera sobre la consulta popular, el país necesita un debate mucho más profundo y doloroso: ¿Por qué, después de décadas de democracia formal, seguimos atrapados en ciclos de desigualdad y exclusión? ¿Quién se beneficia realmente del sistema tal como funciona hoy? ¿Cómo podemos construir mecanismos de participación que realmente redistribuyan el poder en lugar de simular que lo hacen?

La consulta popular de Petro, independientemente de su resultado, no responderá estas preguntas. Porque estas preguntas nunca se plantean en los espacios oficiales del poder. Se mantienen cuidadosamente fuera del guión del teatro político nacional.

La Invitación Final

Como ciudadanos, tenemos dos opciones: seguir siendo espectadores pasivos del teatro político o atrevernos a ver más allá del espectáculo, a comprender el «Impacto Oculto» de un sistema diseñado no para servir al bien común, sino para preservar estructuras de privilegio.

La próxima vez que escuche a un político hablar apasionadamente sobre democracia, pregúntese: ¿Qué intereses nunca se mencionan en su discurso? ¿Qué puertas permanecen cerradas mientras nos invitan a participar en rituales prefabricados? ¿Quién realmente toma las decisiones que determinan el futuro del país?

Porque la Verdad, como nos recuerda el análisis descarnado, no está en los discursos grandilocuentes ni en las banderas ideológicas. Está en los silencios, en lo que nunca se dice, en los espacios donde el poder real opera sin testigos.

Ese es el verdadero debate que Colombia necesita. Y es el que, predeciblemente, no tendremos hoy en el Congreso.


Miguel Ángel Hernández es periodista investigativo especializado en corrupción gubernamental y transparencia pública. Ganador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar por sus investigaciones sobre contratación estatal.

Frase subtítulo: Más allá del circo legislativo: la democracia como distracción mientras el poder real opera en las sombras.

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