Por: Nico Duba
Cobra vigencia el famoso verso de Emilianito. “Las costumbres se han perdido”. La trágica muerte de Tico Aroca a manos de sicarios, en el momento en que hacía su paseo matinal al guatapurí, es más que un lamentable suceso en el que pierde la vida un ser valioso de nuestra comunidad. Es un acto criminal que también destruye una de las pocas costumbres que nos quedaban intactas: hacer la ronda al río todas las mañanas con el triple propósito del ejercicio, del respirar aire puro y de tertuliar con los amigos que encontraba uno a esa hora en la misma actividad.
Este acto criminal, es la culminación de un proceso de deterioro social que comenzó con la complacencia que nosotros mismos tuvimos con el empoderamiento de criminales como 40 y como Simon Trinidad. Los que nos parecía romántico y esnobista, el hecho de tener en la misma cuadra a dos grandes representantes de la criminalidad en la región, hoy es cuchillo para nuestra garganta.
Es de público conocimiento que las bandas criminales que hoy operan en la ciudad son rezagos de esas dos tendencias, y que aunados al fenómeno del narcotráfico y del dinero fácil de la corrupción ,han dado como resultado el poderoso brazo delincuencial que hoy jaquea a la ciudad.
Se habla por todas partes del testaferrato de 40. De ajustes de cuentas por incumplimiento de pagos o sobornos. De lucha por corredores de droga. Etc. Etc. Me pregunto desde lejos si será verdad todo lo que se dice y me niego a creer que todo sea cierto. No concibo a personas de bien sirviendo de testaferros a quienes amasaron fortuna matando y expropiando a nuestros mismos paisanos.
La ciudad , en materia de seguridad, está envuelta en un caos total. El alcalde, un arribista social de primera, que en su vida no había conocido la miel del triunfo ni el bienestar económico, se dejó seducir por la lisonja de algunos y por los reconocimientos banales y las condecoraciones de otros.
Olvidó Tuto, su deber constitucional, como jefe de la policía local, de velar por la seguridad de los habitantes del municipio. NO hay una política de seguridad pública que intimide, persiga y capture a los delincuentes. Atentar contra una persona en la ronda del río y que los delincuentes hayan actuado a sus anchas ,así lo demuestra.
Que dirá el bocón e irresponsable secretario de gobierno Arzuza? A quién le echará la culpa de la inoperancia gubernamental y policiva?.
Una actividad tan concurrida como lo es la ronda al río, ameritaba y amerita una vigilancia especial con policías vestidos de civil y con uniformados en sitios estratégicos para que se respire seguridad y se sienta el respeto hacia la autoridad.
Los hampones que dirigen el municipio y el departamento deben entender de una vez por todas que los pusimos allí con nuestros votos para que administraran el bien común, y garantizaran el bienestar, la vida y la seguridad de la ciudadanía en general; no para que robaran y nos dejaran a la suerte del hampa.
Nos dañaron la ronda al rio. Saldremos con temor a caminar y a buscar el aire fresco de las mañanitas vallenatas. El alcalde seguirá con su risa fingida y dentro de poco lo veremos de dueño de una bomba como hizo Ava, o de unos edificios de apartamentos como Luis Fabian, o de empresa en Barranquilla como Fredy, o con sembrados de Palma en Costa Rica como Jhony Perez; y la ciudad, a la deriva, inexorablemente terminará en manos de mafias antioqueñas, caleñas y hasta mexicanas. Para allá vamos.