En las declaraciones de la ex senadora Aída Merlano a la periodista Vicky Davila de la revista Semana desde el centro de detención El Helicoide en Caracas, planteó varias denuncias sobre hechos de corrupción electoral y contractual en la construcción de infraestructura pública. En una curiosa y unánime forma de echarle agua al incendio desatado, los medios de comunicación en Colombia decidieron aplicar un riguroso silencio, como si nada hubiese sucedido, desmintiéndola además con el precario argumento, para desacreditarla, que sus denuncias eran contradictorias (El Heraldo), llena de errores y falsas.

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En lo único comprobado en que a la sensual senadora echó carreta de la linda fue cuando quiso colocarse en plan de niña abusada, de alma de Dios en pena, de impoluta frente a los desmanes que veía y donde era participe destacada. Nada de eso es cierto. Todo lo contrario. La señora Merlano usa el sexo como escalera social, política y económica y de malas los que creen que se la “levantaron” con joyas, perfumes, cuentas y ropa de marca. Fue exactamente lo contrario. Una “Playgirl” o si hilan más fino, una especie de “Mata Hari” barranquillera.

En todo lo demás contado por Aída Merlano estuvo en plena presencia en en los hechos narrados en calidad de testigo presencial, partícipe o los conoció por relatos de sus amantes –varios– en la intimidad de la cama.

Para que diablos inventaría Aída que los socios del Grupo Aeroportuario del Caribe (Valorcon con 42.5% de su amante confeso Julio Gerlein, Equipos Universal, 42.5% de Equipos Universal de Edgardo Navarro Vives e Inversiones Milenium Azcipo SAS, con el 17% de Samuel Azout), ingresaron de forma fraudulenta nocturna a cambiar su pliego propuesta de concesión del aeropuerto Ernesto Cortissoz presentada a la Agencia Nacional de Infraestructura en Bogotá –así diga su director que tal suceso es imposible y hable de arcas, llaves, etc.– con el propósito de “asegurar” las condiciones de su propuesta?

La respuesta la da la misma Merlano cuando indica que ese aeropuerto fue uno de los pagos recibidos por colaborar en la segunda campaña a la Presidencia de Juan Manuel Santos por parte de Julio Gerlein junto a la concesión del río Magdalena por parte de la empresa Navelena. Nada raro, reiteramos, si vemos el sainete tropical montado por el operador del aeropuerto Ernesto Cortissoz en su larga intervención sobre la infraestructura del edificio que va para cinco años y todavía, pese a presiones, rogativas, intervenciones presidenciales, sigue con retrasos evidentes.

Para que tal de sistema de desafuero contractual suceda frente a la vista de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI, interventores y ciudadanía) impunemente se necesita con contrato “amarrado” sólidamente en sus lados oscuros, inamovible, intocable, que es al fin de cuentas lo que denuncia Aída Merlano.

Coincide esta versión de los hechos con el desmoronamiento gradual de la concesionaria Navelena por su obscena sociedad entre Odebrecht de Brasil y Valorcon de Julio Gerlein, resuelto con incumplimiento en sus cierres financieros ya que ninguna entidad bancaria del mundo (Sumitomo, de Japón, decían) presta en condiciones de riesgo así que todo el embrollo de desenvolvió con una entidad financiera estatal en un préstamo abiertamente irregular, con investigaciones, destituciones y suspensiones de los funcionarios implicados en un aroma de escándalo nacional.

Todo eso pasó y la señora Merlano da pistas precisas sobre la metodología empleada y, obvio, los medios de comunicación de propiedad de conglomerados o holdings financieros implicados o en afectos por lazos políticos con los implicados, se dieron a la fuga destacando que Merlano “presenta contradicciones” en su testimonio. Más adelante veremos cómo se inventaron que Benedetti “estaba loco y desquiciado”.

Es necesario este introito para presentar una de las tantas aristas de las declaraciones caraqueñas de Aída Merlano soslayadas por medios de comunicación y Fiscalía que decidió no indagar la “notitia criminis” al contrario de la Corte Suprema de Justicia que decidió escucharla.

Presentado este marco o contexto precisamos los ítems de coincidencia entre las declaraciones de Merlano y Benedetti sobre el recibo de pagos en la campaña de reelección de Juan Manuel Santos en 2014 que como hecho conocido perdió el 25 de mayo, con el pánico consecuente en sus huestes de politiquería, frente a Oscar Iván Zuluaga, obligando al gerente de campaña Roberto Prieto (purga condena de 5 años por su intervención en el contrato del puente de Plato, Magdalena) y al recaudador de las finanzas de urgencia, Néstor Humberto Martínez Neira a desplegarse a fondo para evitar la hecatombe que se avecinaba.

Con prisa, pues la segunda vuelta sería en un mes exacto, el 15 de junio de 2014 y es allí en ese lapso, en donde aparece el testimonio del senador Armando Benedetti en total coincidencia con una de las declaraciones que formula Aída Merlano en la entrevista con Vicky Dávila.

En suma; en lo que coinciden, encajan perfectamente sus declaraciones con las de Benedetti es que se refieren a la entrega de dineros a la campaña 2014 del flamante Premio Nobel de Paz Juan Manuel Santos por parte de varios constructores, entre ellos Odebrecht y Valorcon, recursos que fueron recogidos personalmente por Néstor Humberto Martínez Neira y entregados a líderes políticos para mover sus maquinarias en favor de Santos. La contraprestación de estos favores recibidos fueron el otorgamiento del contrato del río Magdalena y la concesión del aeropuerto de Barranquilla.

A Martínez Neira, posesionado Santos para su segundo periodo, lo nombran súper ministro una semana después, el 14 de agosto 2014.

Versión Benedetti

En una entrevista ofrecida por el senador Armando Benedetti el 5 de diciembre de 2017, tres años después de la reelección de Juan Manuel Santos y ya ejerciendo el cargo de Fiscal General de la Nación Néstor Humberto Martínez, tras su renuncia de “súper Ministro” el 2 de junio de 2015, que por cierto, en otra de las tantas metidas de pata y prostituciones de la prensa nacional, se dedicaron a especular con falsedades sobre su intempestivo retiro, calificando de “choque con otros funcionarios”, y afirmando, esto fue cierto, que se trataba del candidato de Santos para el cargo de Fiscal, aunque Martínez Neira, fiel a su estilo ladino, había planteado a periodistas “que tal posibilidad no se encontraba dentro de su agenda”.

Contrario sensu, se encontraba planillado para tal posición tras los procesos de corrupción internacional que se vislumbraba del caso Odebrecht que golpearía, como en efecto sucedió, a todos sus socios colombianos.

Pues bien, ese diciembre de 2017 Benedetti ofrece en una rueda de prensa declaraciones del talante que fue el Fiscal general Martínez Neira quien convocó a “30 empresarios, entre ellos Eleuberto Antonio Martorelli (presidente de Odebrecht en Colombia) con el objeto de que cada uno de ellos llevara $4.000 millones de pesos para financiar la campaña de Juan Manuel Santos en la segunda vuelta electoral para la reelección. Las reuniones correspondientes ocurrieron el 26, 27 y 28 de mayo de 2014”.

Dijo Benedetti que a la campaña Santos le entraron dineros de la constructora Odebrecht Colombia y que el entonces Fiscal Martínez se negó a revisar los movimientos financieros de la empresa RGQ Logistics Group Internatonal S.A.S. usada por el empresario caleño Esteban Moreno para trasladar los $4.000 millones de pesos de Odebrecht a la campaña de Santos. Una vez sucedió este pago, Odebrecht hizo un segundo aporte por otros $4.000 millones con el propósito de pagar deudas pendientes. Total, por este flanco le entraron a la campaña Santos $8.000 millones de pesos.

El pago que recibió Martínez Neira por este rol –eso fue lo que denunció Benedetti– fue el haber sido nombrado en el inexistente y extravagante cargo de “Superministro” y luego en el de Fiscal General de la Nación. Tras una querella de Injuria y Calumnia de Martínez Neira ante la Corte Suprema de Justicia, Benedetti “ofreció disculpas”.

En el marco de la misma rueda de prensa del 5 de diciembre de 2017, Benedetti se refirió a las coimas con las que Odebrecht y el Grupo Aval obtenían multimillonarios contratos con el gobierno para la construcción de obras civiles. Valga aclarar, para efectos de la posterior declaración de Aída Merlano, que el grupo Aval pertenece al financiero Luis Carlos Sarmiento Angulo y que Martínez Neira es abogado, asesor en varias organizaciones de su holding –entre ellas Ruta del Sol, de Corficolombiana– y representante suyo una buena temporada en la junta directiva del diario El Tiempo, de propiedad de Sarmiento.

Una parte de esos sobornos se enviaban al paraíso fiscal de Andorra, en los Pirineos, donde tras “blanquearse” convenientemente, era devuelto a Colombia. Fue en ese segmento de la entrevista cuando el senador Benedetti preguntó si el entonces Vicepresidente Germán Vargas Lleras había viajado a Italia con su hermano José Antonio con el objeto de pactar aportes de la empresa constructora Impregilo, de nacionalidad italiana, propietaria del concesionario Yuma, operador del frustrado proyecto Ruta del Sol III.

Ampliemos estos hechos, pues la Fiscalía General de la Nación imputó cargos a Leonardo Castro, representante de Yuma Concesionaria; y a Francesco Stopponi de Salini Impregilo, por presuntas actuaciones indebidas en la suscripción de los otrosíes 1, 5 y 8 del contrato de la Ruta del Sol III. El caso más relevante tiene que ver con el convenio para la construcción del puente entre Zambrano y Plato en el departamento del Magdalena, ya que se habrían direccionado sus diseños para favorecer a la empresa Consultores Unidos S.A., de Eduardo Zambrano caso en donde se vincula a Roberto Prieto, exgerente de la campaña de Juan Manuel Santos, caso por el cual fue condenado.

¿Ven como todas las partes de este entramado van cazando, igual que las piezas de un gigantesco rompecabezas de corrupción?

En esa rueda de prensa Benedetti indicó que Odebrecht aportó dineros a la campaña electoral para la alcaldía de Barranquilla, copartidarios de Vargas Lleras y Martínez Neira en el partido Cambio Radical. El dinero llegó a través de la firma Torrosa S.A.S., a la que posteriormente le dieron grandes contratos de obras públicas, entre ellas en la adjudicación de la canalización de un arroyos.

En forma posterior a estas denuncias del senador Armando Benedetti afirmó que a raíz de estas denuncias, el Fiscal Martínez Neira y Sarmiento Angulo, usando el diario El Tiempo, de su propiedad, emprendieron una especie de campaña en su contra: “llamaron a todos los medios a decir que yo estaba loco. Eso me lo dijeron dos directores de medios”.

Igual que a la Merlano.

Versión Merlano

Dice Aída Merlano que fue testigo directo, presencial, de cómo ingresaron dineros de la empresa Odebrecht a la campaña presidencial de reelección de Juan Manuel Santos en el 2014. En esa conspiración de corrupción electoral participaron activamente el vicepresidente Germán Vargas Lleras, el encargado de la recolección de dineros Néstor Humberto Martínez, luego súper ministro y Fiscal General; Eleuberto Martoreli de Odebrecht, el banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo y el empresario barranquillero Julio Gerlein.

Vean como la versión de Aida se parece a la de Benedetti, con quien por cierto no tiene ningún vínculo político, amoroso ni amistoso que se sepa. El cruce o negocio del ingreso de estos recursos se hizo en el yate de Gerlein y allí se planteó, como contraprestación de la entrega de recursos, que Cormagdalena le adjudicaría el contrato del río Magdalena a la empresa Navelena cuya propiedad accionaria se encontraba en posición mayoritaria Odebrecht y Valorcon en calidad de socio menor con el propósito, dijo Aída Merlano “de mover el dinero para financiar la segunda vuelta en la campaña de reelección de Juan Manuel Santos”.

El costo de la coima para que se le adjudicara a Navelena el contrato del río Magdalena fue la entrega por parte de su amante Julio Gerlein a la campaña Santos de $15.000 millones. Otra mitad fue entregada en sociedad con Odebrecht. Total de aportes a la campaña Santos de Gerlein y Odebrecht $22.000 millones.

“Ese dinero se entregó en efectivo directamente a Germán Vargas Lleras”; dijo Aída Merlano en su entrevista, que a su vez lo entregaba a la persona que lo repartía directamente en el área de influencia del departamento del Atlántico para los gastos de campaña con todo lo que ello presupone: transporte, refrigerios, publicidad y por supuesto, compra de electorado. Según Merlano “Yo estaba el día en que llegó Fuad Char a recoger el dinero”. Allí es donde aparece el rol del llamado “Hombre del Maletín”: “Hay un llamado ‘hombre del maletín’ que pronto todos sabrán quién es (…) todos los políticos de Barranquilla saben quién es. Los dineros se los daban los congresistas a Fuad Char y él encargaba al del ‘maletín’ para que se los entregara a todos los políticos tradicionales de Barranquilla”.

Merlano se explaya con los $15.000 millones que aportó Gerlein a la campaña Santos recibidos por Vargas Lleras y que fueron recompensados; dicho por ella misma, con la entrega de las concesiones del río Magdalena (Navelena) pues en Cormagdalena nombraron un Augusto García, hombre de confianza de estos grupos de poder, conocido en Barranquilla por sus excentricidades éticas –recuerden cuando usaba la tarjeta de crédito de su esposa Mireya Caballero, directora de Carnaval SA para pagar las cuentas de consumo en el Country Club– y el Aeropuerto Ernesto Cortissoz (Grupo Aeroportuario del Caribe). Posteriormente, según Merlano, Julio Gerlein tuvo una disputa con Vargas Lleras cuando consideró que había notorio incumplimiento en las promesas de la campaña.

Sigamos con las conclusiones de Aida Merlano que coinciden con las denuncias del 5 de diciembre de 2017 del senador Armando Benedetti, cuando dice que hay suficiente evidencia que la campaña Santos Presidente 2014 fue financiada por Odebrecht y otros contratistas de obras públicas como Valorcon:“Yo no tenía relevancia nacional, no tenía relación con Santos pero tenía todo el conocimiento y una estrecha relación con uno de los principales financiadores de las campañas en los últimos años se llama Julio Gerlein”.

Las coincidencias de las declaraciones de Merlano y Benedetti, en dos tiempos diferentes (2017, 2020 respectivamente), ubicados en espacios políticos diversos, presentan claramente el matiz de la corrupción en Colombia con los siguientes hechos:

  • Entramado de políticos, financistas y contratistas de obras públicas.
  • Corrupción por compra de votos con dineros recaudados de coimas entregadas por contratistas de obras.
  • Control de órganos del estado colombiano para el cumplimiento de una agenda de intereses privados tal como sucedió con la llegada a la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez para dilatar, entorpecer o absolver los casos de corrupción política que destapó el escándalo Odebrecht.
  • La gigantesca operación de todos los implicados mencionados por Merlano y Bendedetti de encubrimiento a partir de las primeras averiguaciones de la justicia norteamericana en 2010, el destape del caso Lava Jato (una empresa de lavados de carros en Brasil) el 17 de marzo de 2014 –vean la coincidencia de fechas– cuando se descubre una operación de lavado de activos de $2.640 millones de dólares.
  • En la operación Lava Jato cayeron 10 ejecutivos de Odebrecht en Brasil en el 2014, coincidiendo con la campaña de reelección de Juan Manuel Santos a la presidencia y que alertó a los socios de la empresa brasilera en Colombia. Los cargos imputados a estos directivos fueron: Corrupción, evasión de divisas, organización criminal y lavado de activos.
  • El 7 de marzo de 2016 Marcelo Odebrecht, líder de la empresa, fue condenado a 19 años de prisión y 4 meses. Decide “cantar” en 2018 y es así como por sus revelaciones, delaciones y colaboración con la justicia (ante el pánico de sus socios colombianos que ya tenían bajo control a los organismos de investigación) se le confiere el arresto domiciliario.
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