I.
Nuevamente el Banco de la Republica y su área cultural, tan generoso en el momento de dotar a sus sedes en otras ciudades del equipamiento necesario, en lo referente a Barranquilla dilata innecesariamente la decisión de fondo en torno al cerrado teatro Amira de la Rosa. Ahora decidió demolerlo aunque sin conocerse el respectivo documento aprobatorio del Consejo Nacional de Patrimonio. Plantean en los medios de comunicación, igual cuando muestran un apetitoso bocado al hambriento: construir allí un centro cultural de similares características al centro cultural Luis Ángel Arango en Bogotá.

Bien pueden construirlo en cualquier otra parte. En una negociación con el Distrito de Barranquilla este podría cederle terrenos en el malecón del río, por ejemplo, en las supuestas áreas dedicadas a componente cultural. También comprarlos en el barrio Barlovento frente al edificio de La Aduana y cerca de los proyectos inacabados del Parque del Caribe y Museo de Arte Moderno y de paso contribuyen a la dignificación urbana de los caños. Mientras tanto, desde hace tres años la ciudad carece de un escenario con acceso fluido para la presentación de espectáculos teatrales, musicales, danzas moderna, folclórica y experimental y parece que tocará padecer tres años mientras se concreta el supuesto nuevo proyecto que parece el juego de las promesas mentidas.
Es insólito que una ciudad con un área metropolitana cercana a los dos millones de personas tenga la carencia de un adecuado teatro público y que además tenga que depender de decisiones en Bogotá y de otros organismos del estado. Es esta coyuntura en donde aparece el concepto de administración pública territorial, (Alcaldía de Barranquilla y su Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo) en el plan de impulsor de un gran proyecto con vistas a solucionar estas terribles disyuntivas de carencias en infraestructura cultural.
Pero no le carguemos la cuenta al actual alcalde. En la historia republicana de Barranquilla a ninguno de estos funcionarios se les ha ocurrido, dentro de sus atribuciones de gobernante, construir un teatro. En 1874 se inaugura el teatro Apolo en la calle Real promovido por el judío sefardí David Pardo. Para 1895 un grupo de ciudadanos, encabezados por Emiliano Vengoechea le ofrecen a la ciudad el teatro Municipal, conocido posteriormente como teatro Emiliano. A pesar de su denominación Municipal era de carácter privado. Posteriormente, en 1935, el empresario Alberto Osorio promueve en los linderos del barrio El Prado el teatro Apolo, vendido en 1945 a la Metro para la exhibición de películas. Fue sede natural de la Orquesta Filarmónica de Barranquilla en los años 40, 50 y 60 y de la fugaz Compañía de Opera en 1943. El teatro Municipal, diseñado por Vittorio Magagna y Enrique Zeizel tras un concurso en 1960, fue promovido por una entidad privada: la Sociedad de Mejoras Públicas que a su vez lo cedió en comodato en 1980 al Banco de la Republica que decidió colocarle el nombre de la poetisa Amira de la Rosa, creadora de la letra del himno de Barranquilla.
II.
La Secretaría Distrital de Cultura, Patrimonio y Turismo del Distrito de Barranquilla fue creada en el 2008 durante la primera administración de Alex Char bajo la dirección de Diana Acosta. Durante la gestión en la alcaldía de Elsa Noguera estuvo al frente Afif Simán y durante el actual segundo periodo que finaliza de Alex Char, bajo el manejo de Juan “Juancho” Jaramillo.
Durante la dirección de Siman la Secretaría ocupó la nueva sede en el recuperado edificio de la vieja Intendencia Fluvial. Otra obra destacable fue la construcción con el dinero de los impuestos de espectáculos públicos para infraestructura cultural de la concha acústica del parque Sagrado Corazón. Durante la actual gestión de Jaramillo se emprendió la construcción de la llamada Fábrica de la Cultura en la carrera 50 en el barrio Abajo que se encuentra en obra negra.
En el plan de gobierno de Alex Char para su segunda administración presentado en julio de 2015 se indican 15 ejes temáticos o estratégicos. Uno de ellos, en imperfecto revoltillo, se le llamó Cultura y Deporte. En cuanto a cultura, el eje temático 14 indica en su punto 2.88 que:
El deporte y la cultura son sistemas que integran a los jóvenes y los protege ante problemas de violencia, drogadicción y criminalidad, toda vez que forja hábitos de disciplina, trabajo en equipo, y nuevos valores en los jóvenes barranquilleros. Emprenderemos las inversiones necesarias a lo largo de los próximos años para asegurar la oferta de espacios deportivos y culturales necesarios y accesibles a los jóvenes de la ciudad.
La otra mención referida al sector cultural en el plan de gobierno se encuentra en el punto 2.91:
Por su parte, la cultura constituye una dimensión fundamental del proceso de desarrollo y contribuye al desarrollo de la identidad de las regiones al reconocer las preferencias y necesidades de la sociedad en materia cultural. La cultura deberá ser creada y apropiada por las comunidades en un entorno que promueva la democratización de los sitios de creación, recreación y disfrute de las expresiones culturales.
La Ley General de Cultura 397 señala en su artículo 11 propone pautas: “El estado fomentará la creación, ampliación y adecuación de la infraestructura artística y cultural y garantizará el acceso a todos los colombianos de la misma”. Dentro de la misma hermenéutica de la ley se colocaron formas de financiar la cultura, una de ellas en su artículo 38 con la estampilla procultura. En la Ley 666 de 2001 se modifica el artículo 38 de la Ley de Cultura
ARTÍCULO 1º. Modifica el Artículo 38 de la Ley 397 de 1997. Modificase el artículo 38 de la Ley 397 de 1997, el cual quedará así:
“Artículo 38. Autorízase a las asambleas departamentales, a los concejos distritales y a los concejos municipales para que ordenen la emisión de una estampilla “Procultura” cuyos recursos serán administrados por el respectivo ente territorial, al que le corresponda, el fomento y el estímulo de la cultura, con destino a proyectos acordes con los planes nacionales y locales de cultura”.
ARTÍCULO 2º. Adiciona el Artículo 38.1., 38.2., 38.3., 38.4., 38.5., a la Ley 397 de 1997. Adicionase los siguientes artículos nuevos al Título III de la Ley 397 de 1997:
Artículo 38-1. El producido de la estampilla a que se refiere el artículo anterior, se destinará para:
1. Acciones dirigidas a estimular y promocionar la creación, la actividad artística y cultural, la investigación y el fortalecimiento de las expresiones culturales de que trata el artículo 18 de la Ley 397 de 1997.
2. Estimular la creación, funcionamiento y mejoramiento de espacios públicos, aptos para la realización de actividades culturales, participar en la dotación de los diferentes centros y casas culturales y, en general propiciar la infraestructura que las expresiones culturales requieran.
3. Fomentar la formación y capacitación técnica y cultural del creador y del gestor cultural.
4. Un diez por ciento (10%) para seguridad social del creador y del gestor cultural.
5. Apoyar los diferentes programas de expresión cultural y artística, así como fomentar y difundir las artes en todas sus expresiones y las demás manifestaciones simbólicas expresivas de que trata el artículo 17 de la Ley 397 de 1997.
El punto dos ordena que una de las áreas de intervención del producido de la estampilla Procultura es la creación, funcionamiento y mejoramiento de espacios públicos para las actividades culturales en casas de cultura y propiciar la infraestructura. No hay dudas ni ambigüedad en este especifico mandato.
Vamos aterrizando. El presupuesto proyectado para Barranquilla en el 2020 se estima en 3 billones 689 mil millones. Una parte de esos ingresos es la suma de $52.052 millones de pesos por concepto de la estampilla Procultura. En la destinación del presupuesto distrital al sector cultura tiene $37.498 millones con lo cual, en simple aritmética, quedarían “flotando” $15.000 o sumando, en contrario casi $90.000 millones de pesos.
Pero esos no son los únicos posibles ingresos para el sector cultural. En la Ley 60 de 1993, en lo concerniente a la participación de los municipios en los ingresos corrientes de la nación, indica la destinación específica de estos recursos nacionales en su artículo 21: “En cultura: contribución, mantenimiento y rehabilitación de casas de cultura, bibliotecas, museos y apoyo financiero a eventos culturales y agrupaciones municipales artísticas y culturales”.
Las Casas Distritales de Cultura
Uno de los programas bandera de la Secretaría de Cultura de Barranquilla son las llamadas Casas Distritales de Cultura que según preconiza Juan Jaramillo, su director, pasaron de 75 a 135, mostrando este sustancial aumento como un evidente logro de cobertura y servicio. En realidad no son lo que dicen ser, una casa con algunas adecuaciones internas para efectos de cumplir sus cometidos culturales. Son las aulas de las instituciones educativas del distrito de Barranquilla con excepciones como la Biblioteca Piloto, Cárcel Modelo, el Hogar Infantil La Victoria y San Pedro Claver de Fe y Alegría.
Allí se enseñan bisutería, tejido, madera para los cuales se requieren talleres que por supuesto, de existir son precarios. Se imparte la enseñanza de danzas con las exigencias espaciales, sonido y espejos. Música de acordeón, guitarra, viento y voz con sus estudios insonorizados y teatro que debe contar con un adecuado escenario. Como puede apreciarse las mínimas exigencias de estos programas de artes y oficios no se cumplen.
En literatura, a guisa de ejemplo, se impulsa la lectura, pero sin bibliotecas. Además, al encontrarse estas mentirosas “casas culturales” dentro de instituciones, implica una desconexión espacial de sus respectivos sectores. Son aulas facilitadas por los colegios de la Secretaría de Educación y allí no hay vida comunal cultural.
El aporte formativo al arte local de parte de la Secretaría de Cultura se encuentra en la llamada Escuela Distrital de Arte en donde se imparten 12 programas técnicos en danza, audiodigital, cámara y luces, artes escénicas, dibujo, pintura, escultura, carrozas y vestuario; todos con exigencias espaciales y técnicas de las cuales carece la escuela.
Todas estas funciones parecen del exclusivo resorte de la secretaría de educación, mientras que cultura se “distrae” con estos proyectos de formación en propósitos de mayor estrategia y trascendencia como el caso mencionado del impulso a un proyecto de un teatro con todos los requerimientos técnicos, arquitectónicos y urbanísticos posibles.
Es que no hay nada. Falta el teatro, pero también falta orquesta Filarmónica. Ciudades más pequeñas de Colombia (Bucaramanga, Ocaña) la tienen. No hay Museo de la Ciudad. Tampoco Archivo Histórico Distrital con sus secciones de fototeca y fonoteca. No hay cinemateca distrital. No hay coro ni compañía de danza. No hay festivales –tipo jazz al parque, rock al parque, salsa al parque, hip hop al parque- y los eventos que usualmente programan son montajes de principiantes o ensambles precarios con calidad discutible.
No se crea que los Portafolio de Estímulos son concesión de la administración. No. Están determinados como obligación legal al igual que los Fondos Mixtos que tampoco existen. La evasión por parte de la Secretaría Distrital de Cultura de sus obligaciones claramente determinadas en diversas leyes se muestra en la Ley 1379 de 2010 sobre bibliotecas públicas que por cierto tampoco hay, a menos que pretendan meter allí al exiguo salón con ese nombre que existe en el barrio La Manga. La citada ley dice en su artículo 15 sobre la creación de bibliotecas:
Las entidades territoriales crearán la Biblioteca Pública, bien sea como una dependencia de su organización, o asignándole las funciones relativas a la biblioteca, a una dependencia ya existente, mediante ordenanza de la asamblea departamental o acuerdo del concejo municipal, según corresponda.
No se han emprendido las correspondientes acciones y estrategias para fortalecer la raquítica infraestructura cultural del Distrito de Barranquilla que frente a estas carencias, luce como una ciudad atrasada, pueblerina, farandulera y de indudable rezago nacional después de ser una de las grandes transformadoras de la cultura colombiana en el siglo XX. Omisión o desarticulación de los presupuestos culturales incumpliendo las obligaciones de ley es también corrupción y que en el caso de la agenda cultural retrasa el desarrollo de la ciudadanía. Para donde toman esos dineros destinados al impulso, desarrollo y fortalecimiento del sector cultural de Barranquilla?
Mucho por hacer con toda la creatividad del mundo frente a un “supuesto” presupuesto cultural exiguo y nada entendibles los constantes trinos de la Secretaría de Cultura y su director Jaramillo “sacando pecho”, por sus ejecutorias.
¿De qué se alegran si no hay nada?