El primer ministro holandés Mark Rutte, 55 años, se desplaza en bicicleta, vive en el mismo apartamento que compró tras obtener sus diploma, dicta clases de instrucción cívica como voluntario en un colegio, paga por el café que toma y rechaza que le reintegren el dinero por los gastos en que debe incurrir en sus funciones oficiales.

“Es el líder nacional más sobrio de Europa, tiene muy pocos bienes personales, carece de interés por las cosas materiales y vive para su trabajo”, señaló Diederik Samson, un ex líder del partido PvdA, quien lideró una coalición con Rutte.

Rutte sabe muy bien que los dineros públicos son sagrados, lo que Antanas Mockus ha querido enseñarnos desde hace varios años.

El dinero público no es de los funcionarios encargados de administrarlos, es de toda la comunidad, y un peso mal usado de esos recursos afecta a todos los integrantes de la comunidad.

Si Mark Rutte fuera el presidente de Colombia, seguramente que no podría desplazarse en bicicleta por las calles, pero sí estamos seguros que no aprobaría la compra de televisores de 85 pulgadas por $27.499.9000, ni plumones de plumas de ganso por $8.159.000 y electrodomésticos de lujos que sobrepasan los $170 millones de pesos.

No sabemos si el presidente Gustavo Petro aprobó esa compra, pero sí estamos seguros que la autorizó su mano derecha en la Casa de Nariño, Mauricio Lizcano.

¿Por qué Mauricio Lizcano no ha entendido que los dineros públicos son sagrados y que un gasto suntuoso puede catalogarse como corrupción? Quizá porque es un político, a pesar de su juventud, del “viejo país”, con alma de depredador de los recursos públicos.

El que se roba un huevo, se roba un buey

Muchos acusan a Lizcano de que es un funcionario que viene con la mentalidad de las administraciones pasadas, y es lógico pensarlo ya que su afinidad con dirigentes del Centro Democrático es evidente.

Pero lo más deplorable es la excusa de que los anteriores gobiernos gastaban más y sin control. Nos preocupa que si no tuvo el menor recato para despilfarrar nuestro dinero en objetos inútiles y suntuosos, ¿cómo se comportará ante un acto de corrupción de mayores proporciones para complacer a sus benefactores?

Pareciera que la propuesta del presidente Gustavo Petro, de un gobierno cero corrupción está perdiendo los primeros exámenes. Sus funcionarios no logran controlar esa pulsión nefasta que nos ha llevado a ser catalogado como uno de los países más corruptos del mundo.

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